Quince enfermeras de EE.UU., ejemplo de resistencia a las amenazas del aborto
- La historia de las heroínas de Newark comienza el día en que su supervisora mostró, como un trofeo, el cuerpo del niño abortado que llevaba en la mano
Beryl es una de las enfermeras de la unidad especializadas en medicina de emergencia y con más de quince años de experiencia, como sus amigas Fe Esperanza Racpan Vinoya, filipina, y Lorna Mendoza, con quienes pasa doce horas al día compartiendo todo tipo de situaciones. Les gusta su trabajo y están comprometidas con él. "Es un trabajo noble", dice Fe: "Todo lo que haces por los pacientes les hace sentir mejor, y me satisface ayudar a los demás". Añade Beryl: "Quieren alguien que esté ahí, y yo puedo aportar la diferencia, puedo ayudarles aunque sea un poco, y encuentro eso muy gratificante".
"Mientras trabajéis aquí, tendréis que hacerlo. Y si no, seréis despedidas o trasladadas", amenazó la supervisora a las doce enfermeras que protestaron. La gerencia del hospital la apoyaba, y aunque transigió en eximirlas de participar en abortos "salvo en casos de emergencia", definió la emergencia como el simple sangrado.
Acudieron a su sindicato, que se negó a ayudarlas. Pasaron una carta de protesta a la firma entre las enfermeras, y se sumaron tres: ya eran quince. Se la dieron a la supervisora, y ésta al director de enfermería. Rápidamente se convocó una reunión para el día siguiente entre cada una de las firmantes, el equipo de partos, un representante sindical, la dirección y un "experto en ética".
El gerente se encontró así con que no tenía enfrente sólo un grupo de mujeres valientes dispuestas a perder su trabajo, sino a dos peleones abogados dispuestos a que lo conservaran. El staff directivo del hospital decidió cancelar la reunión, pero los abogados dejaron claro que la su política de forzar a las enfermeras a participar en el aborto violaba tanto las leyes estatales como las federales y el derecho de sus defendidas a la objeción de conciencia, y que se estaban jugando no sólo una demanda, sino 60 millones de dólares de subvenciones nacionales.
Durante las semanas siguientes, el ambiente que sufrieron las enfermeras en el hospital fue " espantoso", dice Beryl: "Rezamos mucho. Era muy desagradable". Las doce se apoyaron mucho mutuamente, y les daba fuerzas una idea: "Dios es más fuerte que esto". El hospital volvió a la carga. Amenazó con contratar enfermeras dispuestas a perpetrar abortos y, como entonces sobraría trabajo, despedirlas a ellas alegando reestructuración laboral y sin que pudiesen alegar que se les forzaba a actuar contra su conciencia. Al final, la resolución fue judicial, y el juez les dio la razón a las doce heroínas de Newark, que consiguieron todo lo que habían pedido, incluso no participar en el cursillo de formación abortiva.
Indica Fe: "A algunas las ves aquí cinco o seis veces. Siempre les digo: ´Rezo por ti, y espero que sea la última vez que te veo sometiéndote a esto´. Veo en sus caras que se sienten culpables, veo la culpa en su corazón. Muchas dicen: ´Sí, es la última vez´. Pero vuelven".
Y cada vez que vuelven le recuerdan a Fe su propia historia. Hace veinte años, recién llegada a Estados Unidos, se quedó embarazada. Acababa de pasar la rubeola y su médico le dijo que su sangre era peligrosa para el bebé. Le insistió en un aborto 'terapéutico'. Ni ella ni su marido querían, pero la doctora no le ofreció alternativas. Poco antes de que llegase su turno, Fe llamó por teléfono a su ginecóloga para asegurarse de que no había opciones, y la ginecóloga fue terminante. Fe abortó. "Durante mucho tiempo fui incapaz de dormir", dice: "Tardé años en aceptar que lo hecho, hecho estaba. Pedí perdón". Fe ha tenido tres niños más, pero no ha olvidado al que perdió, y por eso, cuando ve a las adolescentes llegar a su hospital para abortar, sabe "cuánto se complicarán sus vidas y cómo lo que van a hacer les perseguirá no imaginan cuánto".
.hazteoir.org/noticia/50326-quince-enfermeras-ee-uu-ejemplo-resistencia-amenazas-aborto