Las lágrimas de Obama, por Miguel A. Espino Perigault
El mundo civilizado se halla consternado por la horrible acción cometida por un joven de 20 años, Adam Lanza, quien asesinó, en pocas horas, a su madre, a 25 personas más, la mayoría niños, y se suicidó. La tragedia ocurrió en una escuela elemental –Sandy Hook- de la pequeña ciudad norteamericana de Newtown, Connecticut, en donde vivía con sus padres y hermanos. Adam es calificado como “inteligente, pero penosamente torpe” y con “perturbaciones de la personalidad” (Fox News).
Por el número de víctimas, es el segundo crimen de su clase en el país, superado por el de 33 personas en el Tecnológico de Virginia, en el 2007.
La tragedia fue llevada inmediatamente al plano político, en donde se reaviva la discusión sobre el uso de armas de parte de la población civil, como un derecho apreciado por los norteamericanos, que lo han convertido en parte de su cultura. Pero no es la posibilidad de tener armas la causa única ni principal de esos crímenes.
Tampoco es el aspecto político mencionado el que debe estudiarse, sino el que se refiere al ambiente y clima moral, o más bien amoral e inmoral, de vieja data, pero que se incrementa en el país con el gobierno de Barack Obama. Un ambiente nacional carente de valores y distorsionado por la promoción de la nueva cultura “del cambio”, que ha servido de plataforma política al Partido Demócrata en las dos últimas campañas electorales y que resultó con el triunfo del presidente más empeñado en destruir las bases cristianas de la nación; bases legadas por los “padres fundadores”. El partido rival, el Republicano, no está exento de culpa. Pero no combate los valores tradicionales, aunque no los respete siempre.
Como una persona desequilibrada, las motivaciones del joven Lanza las explicarán los expertos. La calidad del ambiente familiar y social ayudará a entender lo sucedido.
La justicia tradicional habría juzgado al asesino con el respeto que se merece y le garantiza el sistema. Pero Adam Lanza, ¿no habría actuado a la luz de la nueva cultura “del cambio” dirigida hacia el relativismo moral, el igualitarismo antinatural y la libertad sin frenos? ¿Acaso no actuaba Adam de conformidad con el pensamiento, palabras, obras y omisiones de su presidente, el idealizado Obama, propulsor universal del aborto como acto libre y un derecho para asesinar a los niños por nacer? ¿No tendrían el mismo antivalor el asesinato del hijo por la madre que el de la madre por hijo?
Al parecer, en la turbia mentalidad de Obama no cabe la lógica de que para ser libre, primero hay que ser. Pero, así piensan y actúan los de la ideología de género, los propulsores “del cambio”.
El presidente norteamericano crea en la nación un ambiente hostil y destructivo de la familia, mientras promueve la “nueva familia del cambio”: libertaria, sin roles definidos, ni jerarquía, ni valores.
A propósito de la tragedia, circuló en Internet la pregunta que un “estudiante preocupado” le dirigió a Dios: “¿Por qué permites tanta violencia en nuestras escuelas?”. Y Dios le respondió: “Querido estudiante preocupado: A mí no me dejan entrar a tus escuelas”.
Se dijo que el presidente Obama lloró cuando se dirigió a los deudos de Sandy Hook. (Fox News). ¿De qué lágrimas nos hablan? Serán lágrimas de cocodrilo.
http://blogs.hazteoir.org/opinion/2012/12/18/las-lagrimas-de-obama-por-miguel-a-espino-perigault/