Vicente Morro López es Vicepresidente 1.º del Foro Valenciano de la Familia y Vicepresidente de FCAPA-Valencia.

En  la cuestión del debate sobre aborto y defensa de la vida se enfrentan   dos lógicas, cada una de ellas con una coherencia interna inexorable:   la brutal y cruel lógica de la muerte frente a la esperanzadora lógica   de la vida. Viene esto a cuento de la confrontación dialéctica en el   Congreso de los Diputados, en la sesión de control al Gobierno del día 7   de marzo de 2012, entre el Ministro de Justicia y la Diputada   Socialista Ángeles Álvarez.
La lógica de la muerte utiliza, como sus herramientas más habituales,   la mentira y la manipulación. Más habituales y más efectivas, a juzgar   por los resultados obtenidos en la conciencia social. Se ha banalizado   la vida humana y su dignidad y, en consecuencia, se ha aceptado como   normal, o incluso como deseable si interesa por cualquier causa o   circunstancia, la eliminación de una vida en gestación puesto que se ha   transformado en un supuesto ‘derecho’.
La defensa del aborto se basa en la mentira y en la manipulación,   acabamos de decir. No es de extrañar. Hay un conocido aforismo jurídico   que es aplicable a este asunto: quien puede lo más, puede lo menos.   Ciertamente, quien está dispuesto a justificar la muerte de un ser   humano inocente e indefenso, en el seno materno o fuera de él, no tiene   ningún impedimento para utilizar la mentira en su propio beneficio.   ¿Puede extrañar que mienta –lo menos– quien defiende que se puede acabar   con un ser humano –lo más–?
Muchas son las falsedades que utilizan los defensores del aborto. Una   de ellas, con cierto toque añadido de manipulación, es decir que nadie   está a favor del aborto, que nadie lo quiere, que es un mal, que es  una  tragedia, pero que existe y es necesario regularlo “para dar  seguridad  jurídica”. Quienes lo promueven, lo legalizan, lo  comercializan y lo  disfrazan de derecho, dicen estar en contra,  irritándose cuando se les  pone frente a sus contradicciones. Dos  ejemplos ‘festivos’ que no se  compadecen con el supuesto sentimiento de  dolor: a) el aquelarre que  organizaron, con señora Bardem incluida,  con ocasión de la presencia en  Valencia de un buque de bandera  holandesa de la organización abortista  “Mujeres sobre las olas” que  pretendía realizar abortos en alta mar y b)  el bochornoso espectáculo  de las ministras socialistas abrazándose y  felicitándose, aplaudidas  por sus compañeros de partido, al haber  aprobado la ley más injusta e  inhumana de nuestra historia: la que  reconocía 
de iure, pues 
de facto ya lo estaba por la pasividad de toda la sociedad, el aborto libre. ¡Más parecían 
hooligans felicitándose por el triunfo de su equipo que representantes del pueblo procurando trabajar por el bien común!
Que la defensa del aborto se basa en la mentira lo demuestra que el caso utilizado para su legalización en Estados Unidos (Roe 
vs.   Wade, 1973) estaba basado en una falsa denuncia de violación. Norma L.   McCorvey (Jane Roe) reconoció posteriormente la mentira y su  utilización  por sus abogadas, generosamente financiadas y apoyadas por  algunas  grandes empresas. Norma ha acabado convirtiéndose en una  activista de la  causa de la defensa de la vida, como hizo el doctor  Bernard Nathanson,  uno de los mayores empresarios del aborto en su  momento. Por cierto,  muchos han sido los que han hecho el viaje desde  las filas abortistas a  las filas provida. ¿Conoce alguien un solo caso  en el sentido contrario?
Otra falsedad recurrente es que los partidarios de la defensa de la   vida pretendemos imponer a toda la sociedad ideas religiosas, se supone   que fundamentalistas y ultracatólicas que son los insultos de moda. No   parecen religiosas las ideas de Tabaré Vázquez, médico oncólogo y   expresidente de Uruguay, socialista y masón: “La legislación no puede   desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de   gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia… es más   adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita   promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder   optar por otras vías y, de esa forma, salvar a los dos”  (fundamentación  de su veto presidencial a la implantación del aborto en  Uruguay). Otro  ejemplo de oposición no religiosa al aborto: Norberto  Bobbio, filósofo  socialista italiano. “Me sorprende que los laicos  dejen a los creyentes  el privilegio y el honor de afirmar que no se  debe matar”, dijo el  profesor Bobbio, añadiendo que “una vez hay  concepción, el derecho del  concebido sólo puede ser satisfecho  dejándole nacer. … en el caso del  aborto hay un “otro” en el cuerpo de  la mujer.” ¿Recuerdan el “
tertium existencialmente distinto de  la madre” que señaló el Tribunal  Constitucional en su Sentencia  53/1985? Podríamos citar, pero no lo  haremos por caridad hacia el  paciente lector, a otros muchos  ‘peligrosos’ fundamentalistas opuestos  al aborto: Pasolini, Gandhi,  Tenzin Gyatso (Dalai Lama).
El mantra de que los provida queremos meter a las mujeres en la   cárcel es otra de las muchas mentiras y manipulaciones que se utilizan   para intentar defender lo que es racionalmente indefendible: que existe   el derecho a acabar con una vida humana, indefensa e inocente.
Por último, añadiré la constante negación de las evidencias   científicas por mor de prejuicios ideológicos, apoyados en la ideología   dominante políticamente correcta que es la perspectiva de género. La   afirmación de la entonces ministra Aído de que un feto es un ser vivo   pero no un ser humano es para echarse a temblar, y tiene precedentes   históricos alarmantes. Hasta el propio Comité de Bioética de España,   nada sospechoso de antiabortista, en documento fechado el 7 de octubre   de 2009, reconoció que “el desarrollo embrionario y fetal puede   considerarse un proceso en continuidad (un 
continuum, en   palabras del Tribunal Constitucional) desde la fusión de los pronúcleos   del espermatozoide y del óvulo hasta el parto. Desde esta perspectiva,   su vida biológica puede identificarse en todo momento como una vida   humana… surge aquí una entidad biológica nueva, que posee la dotación   genética característica de la especia humana.” Entonces, ¿por qué no   sacaron las consecuencias lógicas?
Nos referíamos al principio a la existencia de dos lógicas. Hemos   visto que la lógica proabortista de la muerte se basa, fundamentalmente,   en la mentira y la manipulación de las evidencias y los datos   científicos. Ahora vamos a ver a dónde conduce esa lógica. En el momento   en que se decide que la madre puede acabar con la vida de su hijo, ese   ‘otro’ al que lleva en su seno, por su mera voluntad, ya sea  libremente o  presionada y forzada por su entorno, su pareja o las  dificultades que  encuentra, se entra en una pendiente que conduce a la  barbarie. ¿Quién  puede impedir que la decisión se tome sólo por que se  espera una niña y  no un niño, como se está haciendo cada vez más en  todo el mundo (con  vergonzoso silencio de las feministas)? ¿Quién puede  negar coherencia  interna a la propuesta del ‘aborto postnatal’, si la  vida humana no  merece respeto y protección hasta un cierto momento? La  lógica de la  muerte es cruel e implacable, y más al esconder un  suculento, aunque  sucio negocio.
En cambio la lógica de la cultura de la vida conduce a lo contrario:   quienes defendemos la vida lo hacemos para toda persona y para toda su   vida, sin excepción ni matices. Toda vida humana es digna y merece ser   respetada. Esta misma lógica y coherencia internas nos llevan a pedir   que no se espere a después del verano para modificar la legislación. Es   urgente. Estamos hablando de vidas, de vidas humanas indefensas, porque   nosotros no tenemos ninguna duda al respecto. Cuanto antes actuemos,  más  vidas salvaremos. Es humano y es de justicia. Si se protege a los   linces, a los delfines o a los simios, ¿cómo no proteger a toda vida   humana en gestación? Por esto entendemos que está siendo valiente y   decidida la postura del Ministro de Justicia. Ahora sólo falta que sea,   además, rápida y eficaz. La lógica de la vida conduce, necesariamente, a   su defensa integral: si estamos convencidos de que hay un ser que   merece protección no podemos dejar correr el tiempo. Si hay una madre   que necesita ayuda no podemos decirle que se espere hasta el otoño   próximo.
La pregunta que dirigió la socialista Álvarez al ministro Gallardón   fue un ejemplo evidente de los métodos que hemos denunciado: mentiras y   manipulación. “¿Mantiene el Gobierno su intención de recortar los   derechos sexuales y reproductivos de las mujeres?”, dice la redacción   exacta que puede consultarse en el Diario de Sesiones. Al principio de   su intervención, la diputada preguntó: “¿qué es lo que quiere modificar   de una legislación similar a la de nuestro entorno europeo, que da   garantías jurídicas a las mujeres y a los profesionales y protege a las   jóvenes con conflictos familiares graves?” Sobrecoge leer este   fragmento. Lo más grave no es lo que dice, varias falsedades, sino lo   que calla y esconde. El hijo no aparece para nada. ¿No existe el 
nasciturus  para Vd., Señora Álvarez? Habla de las mujeres, de los profesionales  –¡que no pierdan su negocio!–, de las jóvenes y hasta de los países de   nuestro entorno, coartada habitual, pero olvida al niño. ¿No merece una   mención ese “
tertium existencialmente distinto de su madre”,   que ya tiene desde la fecundación un genoma propio e irrepetible, con   una concreta herencia y carga genética, con una determinación sexual   desde la primera célula del nuevo ser en función de la combinación de   cromosomas que recibe –XX o XY– y que le definen como un individuo   sexuado, único e irrepetible de la especie Homo Sapiens? Si nadie se lo   impide, llegará, sin cambio esencial alguno, a ser un anciano. Obvia   usted, Doña Ángeles, al protagonista de esta historia: el concebido no   nacido. Es terrible invisibilizarlo porque molesta, porque evidencia la   manipulación de la realidad y la negación de los datos y evidencias   científicas. Pero le entiendo. En la lógica de la muerte se comprende   perfectamente: si se ‘mira’ al embrión, si se escucha su corazón, si se   atiende a su naturaleza esencialmente humana, es imposible condenarlo a   muerte.
En esa lógica destructiva es imperativo ocultar al hijo. En la   cuestión del aborto no hablamos ya de evitar embarazos no deseados, ni   de salud sexual o derechos reproductivos. Nada de eso cuenta si ya hay   una nueva vida diferente de su padre y de su madre. Habría mucho que   hablar sobre todo eso, sobre la eficacia de determinadas campañas y   sobre la extensión de diversas enfermedades de transmisión sexual, pero   esto no tiene sentido si ya estamos ante un nuevo ser. Es una tremenda   injusticia ignorar al concebido por razones meramente ideológicas o de   puro egoísmo. Aunque lo quieran ocultar está ahí, pugnando por salir   adelante. ¿Por qué no nombra, Señora Álvarez, al hijo en toda su   intervención? ¿Tanto miedo les dan? Sin embargo sí que habla de   supuestos conflictos familiares de las menores, cuando el conflicto   grave, la tragedia, es que se planteen abortar. Habla también de   “imposición al Estado de derecho de una moral religiosa que tiene a sus   espaldas la sistemática oposición a los derechos de las mujeres”. Se   pueden decir más palabras, pero no menos verdades.
La Diputada socialista llega a decir que “no hay nada que justifique   una reforma con la que está amenazando”. ¿Le parecen poca justificación   los millones de votos depositados en las urnas para apoyar un programa   que anunciaba que se modificaría la actual legislación? ¿Le parece  poca  justificación que la sociedad se haya movilizado masivamente en  multitud  de ocasiones para exigir el respeto a la vida humana en  formación? ¿No  cree Vd. que en un Estado de Derecho la mayoría  parlamentaria tiene  legitimidad para desarrollar el programa que ha  propuesto a los  ciudadanos? No hay ninguna obligación jurídica, y menos  política, de  tener que esperar al pronunciamiento del Tribunal  Constitucional. El  recurso se interpuso contra una concreta ley y se  agotará cuando analice  su conformidad o no a nuestra Constitución. El  Gobierno tiene derecho a  llevar al Parlamento, y a hacerlo cuanto  antes, la ley que los  ciudadanos estamos reclamando.
En el Pleno del Congreso del 17 de diciembre de 2009 se aprobó   finalmente el texto de la Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y   de interrupción voluntaria del embarazo con 184 votos a favor, 158 en   contra y 1 abstención. El Pleno del Senado la aprobó definitivamente el   día 24 de febrero de 2010, con 132 votos a favor, 126 en contra y 1   abstención. Dado que en la actualidad el Partido Popular tiene 185   diputados, aunque no sumara ningún otro apoyo, lo que no parece   razonable, la nueva Ley tendría mayor respaldo del Parlamento que la   antigua. ¿Puede o no legislar un partido para cumplir el programa por el   que los ciudadanos le han votado?
En la lógica de la defensa de la vida el ministro acertó plenamente y   merece todo el apoyo y las felicitaciones de los que queremos defender   la vida y conseguir, cívica, pacífica y democráticamente, que en  España  llegue el día en que no haya ni un solo aborto. Aseguró que iban  a  “aumentar la protección del derecho reproductivo por excelencia de  la  mujer, que es el derecho a la maternidad”. El derecho a ser madre,   derecho que muchas mujeres ven violentado por presiones o amenazas, por   coacciones y abandonos. Dijo la verdad, y con valentía, al reconocer  que  “en muchas ocasiones se genera una violencia de género estructural   contra la mujer por el mero hecho del embarazo”. La madre y el hijo   merecen toda la protección de la sociedad y del Estado.
- Artículo remitido a HO por el propio autor, tras haber sido publicado en Análisis Digital el 12 de marzo de 2012: