miércoles, 21 de marzo de 2012

Uno más de la familia

No somos iguales. Todos tenemos la misma dignidad como personas y los mismos derechos. Pero a partir de ahí somos variados en nuestro aspecto físico, forma de ser, prioridades, sensibilidad…
Jamás las mismas recetas funcionan igual con todos, ni siquiera los medicamentos, cuya efectividad se fundamente en la obtención de unos resultados químicos sobre un campo similar: el cuerpo humano.
Hace muchos años, mi abuelo atropelló a una persona. El accidente se produjo por la imprudencia de la víctima, pero mi abuelo quedó tan consternado que jamás volvió a conducir un coche. Hay personas, como mi abuelo, que son intensamente conscientes de las repercusiones y el significado de sus actos. La muerte de una persona es un hecho doloroso para muchas otras y mi abuelo nunca pudo olvidar que había dejado a una  madre sin hijo, a una esposa sin marido y a unos hijos sin padre. Aunque no hubiera sido culpa suya. Aunque no pudo hacer nada por evitarlo. Sensibilidades.

Y las sensibilidades, o la capacidad de entender perfectamente las consecuencias de los propios actos, se heredan. Puede ser el funcionamiento de la química cerebral sobre las neuronas. Puede ser la conciencia. Se hereda. Doy fe de ello. Y tarde o temprano uno se va conociendo y se hace consciente de que, ante determinadas acciones, la plena percepción de lo que suponen, por encima de cualquier engaño, se va a abrir camino y va a ser tremendamente doloroso asumirlo.
Conversaba con un ex alumno que me suele ayudar a cuidar una modesta “Senda Botánica” que tenemos en el centro. Mientras podábamos una parra me preguntó mi opinión sobre el aborto. Se la dije.
Profe, (me sigue llamado así a veces) y si tu hija se queda embarazada ¿le vas a hacer la faena de no dejarle abortar?
  • ¿Faena? ¿Hacerle una faena a mi hija? ¿Tú crees que hay alguien que la quiera más que yo?- mientras hablaba, continué recogiendo las ramas que él cortaba- La estoy educando de forma que eso no llegue a suceder, pero si sucediera, no hay razón para que ese niño no nazca: ahora a mi hija no la iban a llamar “fulana” sino “mujer liberada”, nosotros no la íbamos a echar de casa abochornados sino que, tras el disgusto inicial que supone asumir el error de tu hija, estaremos encantados con la llegada de ese bebé, la íbamos a ayudar y cuidar, nada le iba a faltar al niño, ni su maternidad iba a influir para mal en su futuro. Estudiaría una carrera, como es su deseo. Si hace falta, adoptamos al niño y cuando ella se encuentre con capacidad de mantenerlo, puede volver a ser, legalmente su madre…¿qué faena?
  • Profe, que es una putada hacerle tener el niño…solo son problemas. ¿Y si insiste en abortar?
  • Porque la quiero mucho, haré todo lo posible para que mi hija no mate de la manera más horrible a mi nieto y llegue el día en que se dé cuenta de lo que ha hecho. Y comiencen de verdad los problemas sin solución.
  • Tu nieto…-mi ex alumno bajó de la escalera, dejó las tijeras, me miró y dijo- Empiezo a entender un poco lo que quieres decir.
Alicia V. Rubio Calle.
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