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miércoles, 23 de febrero de 2011

Hablando claro

¿Dónde está el límite entre decir lo que piensas y no molestar a nadie?. Si alguien lo conoce, que me lo diga, por favor, y podría volver a abrir los comentarios. Por mi experiencia, la gente se enfada por las cosas más extrañas, mientras que sin embargo, cuando esperas reacciones, no las tienes. Como dice mi hija mayor, es que la gente es muy rara... Se nota que ella está madurando y ya se da cuenta de todo. Es lo que hay. Dentro de cada familia, cada oficina, cada comunidad de vecinos, siempre encuentras gente que parece muy normal a simple vista; y luego te enteras de cosas que te dejan pasmado o te salen por donde menos lo esperas. La gente somos todos terriblemente complejos; por eso, me parece absurdo querer meter a todos en el mismo saco, según su ideología, sus creencias, su sexo o sus circunstancias.

Hay gente, por ejemplo, que no hablan nunca claro y no sabes a qué atenerte nunca con ellos. Otros, parece que se interesan mucho por tí, pero no es cierto. A otros parece que no les importas nada, pero es que no lo exteriorizan. Total, que el que parece más agresivo puede ser el más inofensivo y viceversa; el más apocado, el más atrevido; el más callado, el más inteligente. Dejarse llevar por las apariencias es un error, tanto en la vida real, como en este pequeño mundo de ficción que habitamos. Yo misma, que no me muerdo la lengua a la hora de escribir, nunca me meto en polémicas con nadie fuera de internet. Soy muy acuario, muy independiente y defensora de mi intimidad, y sólo reacciono cuando no me queda más remedio; pero, ante todo, procuro no perder los modales; eso es una regla en mi vida.

sábado, 19 de febrero de 2011

Lo que queda

Existen programas que ayudan a borrar todos tus datos de internet. La gente va dejando por ahí nombres y fotografías o textos que le podrían complicar la vida en el futuro. En mi caso, no me preocupa tanto lo que escribo – que suscribo – sino lo que se va diciendo por ahí sobre mí en otras páginas. Afortunadamente, he rastreado la red y no queda nada de mi primer blog. Internet es una fiera hambrienta que digierere rápido lo que come. Pero, si quedan comentarios negativo, e incluso algún post dirigido directamente a mí, no me gustaría que mis hijos o nietos acabaran encontrandolo por casualidad de aquí a unos años.

Se dice: difama, que algo queda. Aunque sé que las páginas virtuales son muy efímeras, la verdad es que no vivo a gusto pensando que cualquiera puede juzgarme y condenarme sin conocerme siquiera, sólo porque tengo un blog desde hace años. Por suerte, es anónimo y, aún así, hay días en que me dan ganas de darle al botón de suprimir y borrar todo rastro mío en la memoria de otros. Pero eso no sucederá “la víspera de mañana” como diría Asterix. Admiro profundamente a la gente que es capaz de escribir con su nombre y afrontar las consecuencias. Hay que estar hecho de otra pasta.

martes, 5 de octubre de 2010

Dudas: el relato de la burra atada a la puerta de casa

Empieza el curso y, con él, una vez más me pregunto si estoy haciendo todo lo que debería. Tengo unas ganas enormes de viajar, de estudiar idiomas, incluso me tentaría la idea de volver a trabajar. Pero sé que todo eso no es para mí por múltiples razones. Primero, por mi salud que deja mucho que desear cinco días de cada siete. Segundo, porque mis hijas dependen de mí para que las lleve y las traiga al colegio o con sus amistades. Tercero, porque, aunque mi hijo mayor pase bastante de nosotros, no es cuestión que nosotros también pasemos de él. Cuarto, porque hay mucho en juego en España y a nivel internacional en cuestiones de moral universal que están siendo puestas en duda cada día más. Quinto, porque ya no me veo capaz de renunciar a mi pequeño pasatiempo, que ya se ha convertido en una profesión.

Así que aquí sigo, sintiéndome en cierto modo prisionera de mis propias ideas. Me recuerda un cuento que contó el cura en la iglesia sobre una burra madre que tenía un cachorro, el cual se soltó y se fue a ver mundo. Ella también quería soltarse, pero sabía que su deber era seguir allí atada para que el borrico encontrara el camino de vuelta a casa. Así que yo soy esa burra. Me sigue tentando mucho abrir los comentarios del blog y comunicarme con la gente, pero sé que es algo que anímicamente ya no me puedo permitir. Con los años, en lugar de fortalecerme, me estoy volviendo cada vez más sensible. Para sufrir me basta con mis propios motivos. Pero, en días como hoy, me gustaría soltar la cuerda, salir a trotar y olvidarme del mañana.

martes, 16 de marzo de 2010

Echando el anzuelo

Desde que he vuelto a escribir, he notado que entra más gente en el blog cuando se trata de artículos míos. Pero, el caso es que son más importantes los que publico de otras personas, ya que contienen las cifras y datos exactos en los cuales fundamento mis ideas. Así que ahora procuro publicar dos post diarios: uno mío, que hace de cebo, y otro ajeno que trae toda la información. Siempre había estado en contra de la manipulación. Siempre defendí que el fin no justifica los medios. Sin embargo, ahora he encontrado la horma de mi zapato. Sí que existe un fin que justifica algunas estrategias, y es el derecho a la vida, desde el primer segundo de la concepción hasta el último de la muerte natural. Sé que si abriera los comentarios podría volver a triplicar el número de visitas, pero, sin embargo, hay un precio en esto que no estoy dispuesta a pagar (aunque alguna vez estuve a punto): mi propia alma. No puedo volver a ponerme al nivel de los que me critican o no tendría fuerza moral para escribir de nuevo.

Algunos pensarán que qué tiene que ver el aborto con Educación para la Ciudadanía, con el fomento de la sexualidad desligada del amor, con la eutanasia y la ideología de género. Todo está perfectamente relacionado. Eso es precisamente lo que quiero explicar, aunque me temo que no se me da demasiado bien. La palabra clave siempre es: FAMILIA. Todas esas prácticas, esas ideologías y esas mentalidades van contra el concepto de familia que se ha formado en la humanidad a través de millones de años de historia. ¿Por qué cambiar lo que sabemos que funciona por experimentos fallidos una y otra vez?. De acuerdo en que siempre ha habido familias con problemas por alcoholismo, infidelidad..., pero eran la excepción que confirmaba la regla. Una familia unida -aunque tenga sus pequeñas crisis como todas- es el entorno ideal para el crecimiento y la maduración psicológica de los hijos. Y es que los niños son el verdadero objetivo de cualquier sociedad; asegurar su existencia y su preparación para la vida. Todo lo demás es secundario.

martes, 25 de agosto de 2009

Políticamente incorrecta

Nunca dije que este blog fuera una democracia. Me refiero a que empecé por borrar comentarios, luego puse autorización y, finalmente, los cerré. Estoy en mi derecho y para eso tiene opciones el administrador. También podría hacer un blog privado, pero en mi caso no tiene sentido. Tenemos tan metido el dogma de la democracia en la cabeza que algunos creen que se puede legislar sobre la propiedad privada. El blog es mío y no tengo más obligaciones con nadie que las normas que yo misma quiera poner. Hay una perversión del lenguaje en España que hace que algunos, por ejemplo, crean que la Patronal debería estar de acuerdo con el gobierno diga lo que diga, porque en eso consiste la negociación. En otras palabras, se les niega el derecho a discrepar.

Pero la democracia no es eso, sino lo contrario: tener el derecho a opinar de forma diferente y que se respete tu opinión. No admite, ni descalificaciones personales, ni burlas, ni mentiras. A menudo es más fácil descartar a alguien de antemano, que buscar argumentos sólidos y razonables. La patronal no está de acuerdo con el pacto social porque tiene sus razones y ellos entienden de economía más que nadie. No se puede llegar a un acuerdo entre dos y pretender que el tercero acepte porque sí, en nombre de la concertación y el diálogo; porque eso es toda una contradicción en sí mismo.

En nombre de lo políticamente correcto pretenden cohartar los derechos individuales. La libertad de pensamiento y actuación es un valor sagrado, siempre que no se utilice para atacar primero. Me temo que entre la democracia y la dictadura hay un paso muy corto. Por esa misma razón, nadie puede reprocharme si no dejo comentar, si no contesto o si he borrado los enlaces de los blogs que visito. Mi página web es parte de mi vida íntima y naturalmente tomo mis propias decisiones. Si a alguien no le parece bien, tiene dos trabajos: enfadarse y desenfadarse; como me decían a mí de pequeña, porque yo no estoy obligada a actuar según lo que los demás consideren correcto.