martes, 16 de marzo de 2010

Echando el anzuelo

Desde que he vuelto a escribir, he notado que entra más gente en el blog cuando se trata de artículos míos. Pero, el caso es que son más importantes los que publico de otras personas, ya que contienen las cifras y datos exactos en los cuales fundamento mis ideas. Así que ahora procuro publicar dos post diarios: uno mío, que hace de cebo, y otro ajeno que trae toda la información. Siempre había estado en contra de la manipulación. Siempre defendí que el fin no justifica los medios. Sin embargo, ahora he encontrado la horma de mi zapato. Sí que existe un fin que justifica algunas estrategias, y es el derecho a la vida, desde el primer segundo de la concepción hasta el último de la muerte natural. Sé que si abriera los comentarios podría volver a triplicar el número de visitas, pero, sin embargo, hay un precio en esto que no estoy dispuesta a pagar (aunque alguna vez estuve a punto): mi propia alma. No puedo volver a ponerme al nivel de los que me critican o no tendría fuerza moral para escribir de nuevo.

Algunos pensarán que qué tiene que ver el aborto con Educación para la Ciudadanía, con el fomento de la sexualidad desligada del amor, con la eutanasia y la ideología de género. Todo está perfectamente relacionado. Eso es precisamente lo que quiero explicar, aunque me temo que no se me da demasiado bien. La palabra clave siempre es: FAMILIA. Todas esas prácticas, esas ideologías y esas mentalidades van contra el concepto de familia que se ha formado en la humanidad a través de millones de años de historia. ¿Por qué cambiar lo que sabemos que funciona por experimentos fallidos una y otra vez?. De acuerdo en que siempre ha habido familias con problemas por alcoholismo, infidelidad..., pero eran la excepción que confirmaba la regla. Una familia unida -aunque tenga sus pequeñas crisis como todas- es el entorno ideal para el crecimiento y la maduración psicológica de los hijos. Y es que los niños son el verdadero objetivo de cualquier sociedad; asegurar su existencia y su preparación para la vida. Todo lo demás es secundario.