domingo, 15 de marzo de 2009
Años ochenta
Tengo cuarenta y tres años. Eso significa que en el año 1975 yo tenía nueve años, mi hermano mayor diecinueve. Aquello fue una explosión de libertad en todos los campos, con sólo una pequeña diferencia: que habíamos recibido una educación muy completa. Quien diga que estábamos reprimidos o que no sabíamos lo que queríamos, se equivoca. Hicimos lo que quisimos y, el que no hizo más, fue porque no quiso. Simplemente éramos más maduros.
Ahora es fácil hablar del pasado a las personas que no lo vivieron. Es muy cómodo culpar a nuestros padres, maestros o gobernantes de aquello que no nos atrevimos a vivir. Cuando alguien tiene personalidad y carácter, no hay sociedad que lo frene. Comprendo que se pueda engañar a los menores de treinta años, pero "yo estuve allí". Ya escribí un post con ese título en otro blog. El ambiente opresivo, la moralidad estricta, supongo que existió unas décadas antes, pero no desde que yo recuerdo.
Ni mis padres mi obligaban a ir a misa, ni las monjas se metían en nuestra vida privada. Fumábamos y bebíamos en edades que ahora no son legales, teóricamente, pero lo hacíamos con un sentido de responsabilidad que ahora no existe. Teníamos muy clara la importancia de los estudios o el trabajo. Teníamos una cultura del respeto a los mayores y de protección a la mujer, que se ha perdido. Pero eso no significa que no pudiéramos llegar tan lejos como cada uno quisiera. La prueba está por desgracia en todos los que se quedaron en el camino.
El dichoso victimismo. Estar a estas alturas de la película echando la culpa de nuestros traumas a maestros más o menos simpáticos, a sacerdotes más o menos acertados... No eran más que personas. Quien no vivió esos años a tope, no fue porque no tuviera todas las oportunidades y, lo que es más importante, toda la información necesaria para no correr riesgos excesivos. Algunos tuvieron más suerte que otros. Me molesta cuando algunos utilizan la excusa de la represión que sufrieron, para justificar que ahora sean incapaces de poner límites, de respetar a los demás o de ser felices.
Ahora es fácil hablar del pasado a las personas que no lo vivieron. Es muy cómodo culpar a nuestros padres, maestros o gobernantes de aquello que no nos atrevimos a vivir. Cuando alguien tiene personalidad y carácter, no hay sociedad que lo frene. Comprendo que se pueda engañar a los menores de treinta años, pero "yo estuve allí". Ya escribí un post con ese título en otro blog. El ambiente opresivo, la moralidad estricta, supongo que existió unas décadas antes, pero no desde que yo recuerdo.
Ni mis padres mi obligaban a ir a misa, ni las monjas se metían en nuestra vida privada. Fumábamos y bebíamos en edades que ahora no son legales, teóricamente, pero lo hacíamos con un sentido de responsabilidad que ahora no existe. Teníamos muy clara la importancia de los estudios o el trabajo. Teníamos una cultura del respeto a los mayores y de protección a la mujer, que se ha perdido. Pero eso no significa que no pudiéramos llegar tan lejos como cada uno quisiera. La prueba está por desgracia en todos los que se quedaron en el camino.
El dichoso victimismo. Estar a estas alturas de la película echando la culpa de nuestros traumas a maestros más o menos simpáticos, a sacerdotes más o menos acertados... No eran más que personas. Quien no vivió esos años a tope, no fue porque no tuviera todas las oportunidades y, lo que es más importante, toda la información necesaria para no correr riesgos excesivos. Algunos tuvieron más suerte que otros. Me molesta cuando algunos utilizan la excusa de la represión que sufrieron, para justificar que ahora sean incapaces de poner límites, de respetar a los demás o de ser felices.
Etiquetas:
años ochenta,
educación,
libertad,
represión
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
MI opinión:
ahora tenemos más información sobre todo pero la utilizamos peor.
Ahora tenemos más medios y más preparación pero generalmente lo utilizamos peor.
Ahora tenemos mucha más preparación y masters y estudios....etc...y lo utilizamos peor.
Creo que suena carca pero miro atrás y pienso que nuestros tiempos eran mejores...y que los tiempos de nuestros padres eran mejores aún...los de nuestros abuelos ..ya ...no tanto...
Un beso Susana gracias por tu email.
mientras leia pensaba "y aquellos que se quedaron por el camino que?" pero poco despues veo que ya habias pensado en ellos
yo tengo añoranza de los 80´s aunque mi generacion es la de los 90´s pero de los tuyos tengo la imagen de que las drogas les pilló por sorpresa, una vez alaska lo dijo "yo probé de todo pero no me enganché a nada, muchos no pueden decir lo mismo, y ya no están aqui"
los jovenes de ahora son amargados sin causa y desfasados porque si, me dan bastante lastima, la verdad
Madurar significa mirar atrás sin rencor y sin echarle la culpa a nadie!
Codromix. Tienes razón, pero no me estoy refiriendo a los jóvenes; sino a los de mi edad que se quejan como si hubieran estado reprimidos, y quieren vivir ahora lo que no se atrevieron a vivir en su momento. Un beso.
Seguramente lleve un año diciendo que algo tiene que cambiar...
No es fácil dejar de querer a alguien cuando se quiere tanto, ya sé que probablemente no me entenderás...
Lo que necesito es tiempo y distancia y mucha paciencia...
Un beso
Yo no he vivid esa época, soy de los noventa y 2000... por decirlo de alguna manera.
Pero mi padre, por ejemplo, sí la vivió y jamás me ha hablado de que se sintiera reprimido ni nada así.
Quizá no soy la persona más indicada para opinar de este tema porque lo desconozco.
Un besooo
Chica cool. Naturalmente, quien dice que no le dejaban ser él mismo, sólo busca una excusa para justificar sus propias contradicciones. Un beso.
Yo tengo 36 y la verdad es que nunca me he sentido reprimida pero sí controlada. Mis padres no eran mis "colegas" ni mis "amigos", mis padres eran mis padres. Cuando tenía 15 no "les contaba todo2 pero aún así logré llegar a la edad adulta sin tomar tripis (¿Se sigue diciendo así?) ni tener ningún coma etílico. Agradezco a mis padres la educación que me dieron y ahora después de muchos años, ahora puedo decir que mis padres son mis amigos. Y es que ellos ya se sienten libres para dejar de controlarnos.
¿Reprimidos en los ochenta? ¿Quién cuenta semejante tontería? Nuestros padres eran más rígidos pero vivimos una explosión de libertad que los jóvenes de ahora ni se imaginan. Teníamos poco dinero pero no andábamos todo el día lloriqueando, nos apañábamos, yo recuerdo ir a la discoteca y compartir la consumición que te daban en la entrada entre tres amigas mientras que ahora se van de botellón "porque las copas cuestan muy caras".
La gente (joven y mayor) ahora se quejan por tonterías.
Besos
Estimada Susana.
No puedo negarle que me ha llamado la atención sus blogs después del lamentable incidente que ambos conocemos.
Me dirijo a usted en este post, ya que no da alternativa alguna a hacerlo en otro.
He estado leyendo su antiguo blog y me ha quedado un amargo sabor de boca por una aseveración que hace usted en una entrada titulada ‘Industria farmacéutica’ (link: http://sigoacontracorriente.blogia.com/2009/021201-industria-farmaceutica.php).
He de decirle que me siento muy dolido cuando usted indica que la razón de que anuncien en la tele tantos fármacos para el herpes es la misma por la que se venden más antibióticos para enfermedades venéreas o más lubricantes vaginales.
Me siento dolido porque, desde siempre, he tenido problemas derivados del herpes Zóster o Herpes Simple. Me siento dolido porque el herpes no tiene porqué ser un problema derivado de ‘actitudes sexuales poco recomendables’ como usted indica y me siento dolido porque las personas que sufrimos el ataque indiscriminado de este bichito, día a día (cuando tenemos un brote), debemos soportar estoicamente los comentarios soeces de la gente que indica cosas como ‘¡qué te habrás metido en la boca!’.
¿Quiere saber cuándo tengo brotes? En época de exámenes, cuando me disgusto por cualquier problema (por pequeño que sea), cuando alguien de mi familia lo tiene (ya sea mi hermana o mi padre) y nos rozamos levemente la mejilla para darnos DOS BESOS, cuando me sube la fiebre, cuando me da el sol o cuando el gélido viento de invierno me corta los labios. He llegado a tener un brote de siete herpes (o calenturas) a la vez, teniendo que tomar el consomé de Nochebuena con cucharilla de postre porque era incapaz de abrir la boca.
Me alegra saber que usted ha dado con la solución a mi problema. Llevo más de quince años tratando de que mi médico dé con aquello que reactiva el virus (falta de vitamina A, falta de vitamina C, falta de calcio, hierro… lo que sea). Y ahora usted, de golpe y porrazo, apunta a que el herpes se debe a que me meto en la boca cosas que no debo o, que si debo, no están limpias.
¿No se ha parado a pensar en que la razón para anunciar tantos fármacos nuevos se debe a que la industria farmacéutica hace avances en pos del bienestar de los que sufrimos el problema? De hecho, eso que usted anuncia (imagino que es el ‘Compeed’), es lo que mejor resultado me ha dado (junto al ‘Valtrex’, que ya comienza a no hacerme efecto después de usarlo sólo 3 veces). ¿Por qué? Porque es un parche que previene el contagio, no sólo a los demás, si no al propio paciente. No extiende el líquido de las ampollas, por lo que la protección es eficaz en un alto grado. A lo largo de mi vida he probado ‘Virexen’ (un líquido asqueroso que me ardía en los labios y que olía a huevos podridos y gatos muertos), ‘Zovirax’, ‘Mainar’, ‘Aciclovir Alonga’… y ninguno me ha dado los resultados que ‘Compeed’. Al menos, en cuanto a protección para conmigo y los que me rodean.
Debería usted saber que ese virus se contagia a muy temprana edad (hay estudios médicos que indican que lo hace antes de los seis años, y otros que dicen que es una ‘mutación’ del virus de la varicela) y que, hoy por hoy, no tiene cura. Los que lo tenemos latente sólo podemos aguantar el temporal y capearlo como podemos con los medicamentos que nos dan. Soportando, como ya he dicho, las burlas soeces y el desconocimiento general.
Por otro lado, habla usted en la misma entrada de los lubricantes vaginales y me temo que no sabe a ciencia cierta para qué sirven. No son para usarlos en los lavabos de las hamburgueserías. Lo cierto, es que éstos han sido ideados para mujeres con sequedad vaginal (generalmente con menopausia), o jóvenes con vaginitis provocada por antibióticos tipo ‘Augmentine’, usados para infecciones de todo tipo (desde respiratorias, hasta auditivas) y que sienten dolores extremadamente fuertes al introducirse un tampón.
Imagino que usted no tiene ni el primer problema (si no, no habría hablado al respecto de tal forma); ni el segundo (porque es un ‘truco’ que algunas mujeres usan para no aullar de dolor cuando tienen esa dolencia y además ‘están con el periodo’). En cualquier caso, le ruego hable con su farmacéutico sobre el particular y le comentará lo mismo que yo sobre ambos casos.
Me siento dolido por estas aseveraciones. Y lamento no haber leído antes estos post para ponerle al corriente de mi punto de vista.
Un saludo,
Er Bnga2 JustiZiero.
Vengador justiciero. Siento mucho que tenga un herpes zoster y que le dé tantos problemas. Sin embargo, no deja de llamarme la atención que esa dolencia, que antes era rara, ahora esté aumentando de forma exponencial, como todos los contagios por virus. Si relee mi post, verá que yo no digo en absoluto que todos los casos se deban a conducta sexual promiscua, pero no creo que se hayan contagiado todos antes de los seis años.
En cuanto a la sequedad vaginal, yo también la he sufrido cuando tomaba la píldora, pero según se puede ver en los comentarios, el uso principal no es tampoco ese, sino el sexo anal. La cantidad de lubricantes que se venden en supermercados no se justifica por problemas médicos.
Esta clase de "enfermedades" se han multiplicado por la misma causa que el sida en África y los abortos en España. Pero lo malo es que hay quien sale ganando del negocio. Mucho gusto. Un saludo.
Publicar un comentario