sábado, 14 de marzo de 2009
En el ojo del huracán
A veces siento que vivo en un oasis en el desierto. Tengo miedo de que mis hijos salgan y se pierdan en la inmensidad. A veces siento que estoy en el ojo del huracán, allí donde reina la calma, pero una ráfaga de viento me puede arrebatar de repente todo lo que quiero. A veces soy tan feliz que me da miedo. Llega la primavera y un gorroncillo canta sobre la barandilla de mi balcón. Mis hijos crecen sanos y responsables, y mis padres siguen ahí. Nuestros numerosos parientes y nuestros pocos amigos se encuentran sin novedad. Y yo me pregunto si es posible tanta tranquilidad.
Miro a mi marido y siento que le quiero tanto o más que antes, que los años nos han unido y sólo quiero envejecer a su lado. Miro a mis hijos, que ya son más altos que yo, y pienso que no se nos ha dado tan mal. Vivo donde quiero vivir, llevo una vida que me llena. Podría hacer alguna cosa más, pero de momento no se ha dado la ocasión. No tengo prisa. No necesito más dinero, ropa, viajes, aventuras... Soy feliz con sólo poder conservar lo que tengo en este momento. Me pregunto si todo esto es real.
Afuera, hay un mundo donde tres cuartas partes de la humanidad sufren miseria y violencia. Afuera, hay un país donde conceden medallas a los toreros. Afuera, hay una sociedad donde la gente como yo empezamos a ser una especie en extinción. Me preocupa que mis hijos se sientan rechazados por culpa de la educación que han recibido. Los valores del siglo XX están pasados de moda y a nadie le gusta ser diferente. Es culpa mía que vean más allá de las apariencias, que tengan otros intereses. Sería mucho más fácil si todo les diera igual.
A mis hijos les gusta leer y aprender cosas nuevas. Mis hijos valoran el amor, la familia, la vida y las pequeñas cosas cotidianas. Mis hijos se llevan bien, no dicen palabrotas habitualmente, no fuman, no beben... A veces me parece que les he hecho una faena. Les he condenado a pensar por su cuenta y no dejarse llevar, como mis padres hicieron conmigo. Les he enseñado a apreciar las diferencias y respetar a los demás; pero me temo que no van a recibir el mismo trato. Tal vez tenía que haber dejado que siguieran la corriente. Pero puede que todavía se cansen y lo hagan, porque son libres de seguir su propio camino, y ya no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
Miro a mi marido y siento que le quiero tanto o más que antes, que los años nos han unido y sólo quiero envejecer a su lado. Miro a mis hijos, que ya son más altos que yo, y pienso que no se nos ha dado tan mal. Vivo donde quiero vivir, llevo una vida que me llena. Podría hacer alguna cosa más, pero de momento no se ha dado la ocasión. No tengo prisa. No necesito más dinero, ropa, viajes, aventuras... Soy feliz con sólo poder conservar lo que tengo en este momento. Me pregunto si todo esto es real.
Afuera, hay un mundo donde tres cuartas partes de la humanidad sufren miseria y violencia. Afuera, hay un país donde conceden medallas a los toreros. Afuera, hay una sociedad donde la gente como yo empezamos a ser una especie en extinción. Me preocupa que mis hijos se sientan rechazados por culpa de la educación que han recibido. Los valores del siglo XX están pasados de moda y a nadie le gusta ser diferente. Es culpa mía que vean más allá de las apariencias, que tengan otros intereses. Sería mucho más fácil si todo les diera igual.
A mis hijos les gusta leer y aprender cosas nuevas. Mis hijos valoran el amor, la familia, la vida y las pequeñas cosas cotidianas. Mis hijos se llevan bien, no dicen palabrotas habitualmente, no fuman, no beben... A veces me parece que les he hecho una faena. Les he condenado a pensar por su cuenta y no dejarse llevar, como mis padres hicieron conmigo. Les he enseñado a apreciar las diferencias y respetar a los demás; pero me temo que no van a recibir el mismo trato. Tal vez tenía que haber dejado que siguieran la corriente. Pero puede que todavía se cansen y lo hagan, porque son libres de seguir su propio camino, y ya no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
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7 comentarios:
Es bueno que los hijos elijan su propio camino...muchos padres cometen el error de querer vivir la vida de sus hijos.
Susana, soy muy crítico con la iglesia. Pero como cristiano, prefiero criticarla y combatirla para que la razón perdure que retirarme sin mas...sería una postura cobarde.
Si estoy retirado completamente de mi congregación, peroa nivel globar, me duele ver como la iglesia de hace 25 años era mucho mas progresista que la actual.
Si un obispo dice una opinión, no se puede considerar la opinión de una persona, ya que habla en representación de la iglesia, no de si mismo.
Espero que no te importen estos intercambios dialécticos. No se si te crearán cierta disonancia cognitiva y por ello te pueden molestar.
la mejor educacion, creo es esa: enseñarles un codigo etico y moral que crees (y yo creo) que es el bueno, el justo y el provechoso, y darles margen para que ellos elijan su propio camino
humildemente opino que lo has hecho bien con ellos, y espero que sigan tomando un buen rumbo en sus vidas
yo tambien temo que mi pequeño mundo se estropee, pero ese temor no nos debe dejar de disfrutar de un presente tranquilo
no permitas que jamás se rindan, ni que sigan la corriente...
es cierto que en ocasiones sentimos que algo terrible nos espera cuando vemos todo lo que nos rodea... y que, gracias a Dios, lo tenemos todo ( todo lo importante de la vida tal como tu tan bien has narrado en tu post)
me apunto a los "contracorriente"
Anselmo. Sólo te puedo decir una cosa: con amigos así, no hacen falta enemigos. Ya está la iglesia llena de gente que critica desde fuera, para que los creyentes estemos desunidos y nos ataquemos unos a otros. A mí no me creas ninguna disonancia. Yo sé bien de qué parte estoy. Y por favor, dejemos ya el tema. Un beso.
Cuando vengan mis hijos espero poder enseñarles a ser libres, felices y responsables!
Tú les has dado las bases y si, realmente, son libres ellos decidirán. Es importante que tengan libertad, porque eso les hará madurar y ser ellos mismos.
Mientras todo esté bien y tranquilo no hay de qué preocuparse, no?? Aprovéchalo.
Un besooo
Lo más importante que un padre puede dejar a su hijo es la educación, no te arrepientas de de hacer que tus hijos tengan ideas propias porque el mundo es de esa clase de personas. Besos.
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