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lunes, 14 de febrero de 2011

Cocinero antes que fraile

Tienen los jóvenes la costumbre de creer que nadie lo ha sido antes. También me pasa a mí cuando voy a misa entre semana y veo a esos señores mayores, bajitos y débiles, y me cuesta creer que hayan sido jóvenes con diez centímetros más, pelo lustroso y musculatura. Sin embargo, es cierto, como que yo también he sido joven hace no mucho tiempo. Por eso decían mis padres: no olvides que yo también he sido cocinero antes que fraile. Es decir, que todos hemos pasado por la edad de la inconsciencia, la rebeldía y los grandes sueños. O al menos, así debería ser, porque los jóvenes actuales no parecen tener muchos horizontes más allá del calimocho. Ya sé que hay honrosas excepciones, pero la verdad es que yo no los veo sacrificando su tiempo al estudio como Ortega y Gasset, por ejemplo.

Se supone que la renovación de las ideas y la ciencia debería estar en manos de las nuevas generaciones. Me temo que no va a ser así, mientras le presten más atención a las videoconsolas que a la realidad. Espero que estemos a tiempo todavía de recuperar ese entusiasmo juvenil, aunque sólo sea para formar nuevas familias que aseguren el relevo generacional.  Mientras tanto, habrá que intentar explicarles que los mayores sabemos de lo que hablamos, que todos hemos sido jóvenes y hemos querido cambiar el mundo; pero luego hemos madurado y comprendido que es mejor mantener que destruir; renovar desde dentro con serenidad y sentido común. Y sobretodo, que no puede renegar de su responsabilidad con la sociedad futura, porque algún día estará en sus manos, les guste o no.

jueves, 27 de enero de 2011

Aprender de los errores

Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Albert Einstein
Este post podría dedicarse a alguna persona determinada, pero no voy a hacerlo porque yo no utilizo mi blog para aludir a nadie y menos aún los comentarios en blogs ajenos. Me parece de mala educación. Quien quiera decirme algo personal, dispone de mi correo dentro del perfil del blog y no necesita hacerlo público. El caso es que ya he dicho alguna vez que hay gente que tropieza toda la vida en la misma piedra y luego se extrañan de que las cosas no les salgan bien y de que no sean felices. Es lógico, cuando el tiempo ha demostrado sobradamente que lo que sostiene una sociedad próspera es un sistema familiar estable, uniones duraderas, hijos dentro del matrimonio y ancianos acogidos por su entorno. Otro sistema es un error demostrado por la experiencia de la humanidad.

Sin embargo, lo que tenemos ahora, no hace falta que lo explique otra vez. Creo que en España ya se divorcia una pareja de cada dos. Por tanto, existen multitud de niños que han pasado por el trauma de ver como sus padres acaban viviendo en distintas viviendas, sin contar con las acusaciones mutuas, los pleitos y demás consecuencias habituales. En cuanto a los matrimonios que subsisten, apenas tienen uno o dos hijos, cuando ya son de mediana edad, y no pueden atenderlos debidamente porque se pasan la vida en el trabajo. Pero lo peor no es eso, sino la generación de jóvenes de treinta y pico que, ni tienen pareja estable, ni tienen hijos. Esto supone que hemos perdido el relevo generacional y nuestra sociedad es insostenible. Pero además significa que existe mucha gente insatisfecha que no sabe cómo llenar su vida y prefieren echarle la culpa a otros.

lunes, 19 de julio de 2010

Vacaciones y vacaciones

La gente que tiene la suerte de disponer de varias semanas de vacaciones, suelen elegir en su mayoría la playa para disfrutarlas. Hay muchos que se pasan tumbados en sus toallas unas cuatro o cinco horas diarias, llegando incluso a comer sobre la arena. Yo no aguanto más de un par de horas como mucho. Me cansa, me aburre y además, donde yo voy no hay servicios. No quiero pensar cómo se las arreglan los que están allí todo el día. Además, ya se sabe que tantas horas de sol son perjudiciales para la piel. Por otra parte, a mí la mezcla de sal y arena cada vez me molesta más con los años. Creo que tengo una cierta alergia; así que ahora procuro quedarme sentada en la silla, cuando no me estoy bañando. Estoy ya mayor.

Los que optan por vacaciones "todo mar" suelen alojarse también en pisos sobrehabitados, con parientes diversos, lo cual es una fuente de incomodidad y conflictos que, sinceramente, no sé cómo les compensa. Los más jóvenes suelen optar por vivir de noche y dormir durante el día. Esta forma de vida tampoco es sana, evidentemente. Supone abuso del alcohol, agotamiento físico y cambio de los ritmos de comida y sueño, con los desarreglos que eso implica; pero, claro, siendo jóvenes no se dan cuenta de ello. Las consecuencias llegan más tarde. Ese ritmo se puede soportar unos pocos días, pero después todo el organismo se resiente. Así que, entre descansar demasiado y no descansar, pocos optan por el término medio. Luego, somos una minoría los que preferimos conocer lugares nuevos y mantener un ritmo de vida ordenado.

lunes, 3 de mayo de 2010

Como en las películas

Ver un película conmigo en casa es un poco incómodo. Más que nada porque suelo adivinar la trama y los desenlaces. No es extraño cuando ya se han visto tantas otras parecidas. El problema es que me pasa igual con todo. Me imagino el pasado y el futuro de la gente y suelo acertar bastante. De manera que, la vida no hace más que confirmar lo que espero de cada persona, aunque, afortunadamente, de vez en cuando me da sorpresas; porque mis vaticinios no suelen ser muy positivos.

Cuando voy a misa por la mañana, está llena la iglesia de gente ya mayor. Entonces me imagino que, no hace tanto tiempo, ellos también eran adolescentes con acné abriéndose camino en la vida, descubriendo el mundo, haciendo sus elecciones. Más tarde, eran padres jóvenes preocupados por sus niños aprendiendo sobre la marcha a llevar una familia. Y ahora, muchos son abuelos, sabios por la experiencia que les ha dado la vida, apurando sus últimos años con resignación y esperanza. Espero llegar a ser algún día como ellos.

lunes, 27 de julio de 2009

Los padres abuelos y los abuelos padres

Había una vez un mundo donde las mujeres tenían hijos a los veinte años. De este modo, a los sesenta, todavía estaban en condiciones de ayudar a cuidar a sus nietos. De ello se aprovechaban los padres para cargarles con todo el trabajo y poder seguir viviendo como solteros, después de haber tenido hijos cerca de los cuarenta años. Por otra parte, tampoco a sus hijos les gustaba tener unos padres tan mayores que, siendo ellos niños, la gente por la calle no sabía realmente si sus padres eran sus abuelos. Así que no se atrevían ya a decir: qué mono es tu hijo?, nieto? Porque ahora resulta que a los padres a menudo los confunden con los abuelos y viceversa, al no llevarse mucho más de veinte años.

Pero, sin embargo, en una generación ya no cabrán ese tipo de dudas. Porque pasó el tiempo y esos hijos, que habían sido padres a los cuarenta años, ya no podían ayudar a sus propios hijos con sus nietos porque eran demasiado viejos. Los abuelos ya no podrán ejercer de padres con sus nietos y los hijos se verán con la doble responsabilidad de cuidar de unos y otros. Por suerte, existen las residencias de ancianos. Al menos espero que la siguiente generación aprenda de la experiencia. Los hijos deben tenerse en la tercera década de vida porque es el momento ideal, tanto física como psicológicamente. Pero también para permitir un reemplazo generacional escalonado. Los niños tienen derecho a unos padres jóvenes y los abuelos a disfrutar de sus nietos, sin imposiciones, a una edad razonable.

sábado, 4 de julio de 2009

Series españolas

Más de ventiun mil visitas, sólamente en los blogs que conocéis. He tenido otros tres. Incontables lecturas en otros enlaces a lo largo de más de tres años. Toda una vida virtual que casi nadie conoce y que no me aporta nada visible. A menudo pienso que estoy perdiendo el tiempo.

Con las series de televisión ocurre algo parecido a lo del cine español. Sin embargo, hay algunas, como Cuéntame que se han ganado cada euro invertido en ellas. Pero el problema en este caso son las series que llaman "juveniles" y, en tiempos, hubieran necesitado la calificación moral S. Pero además las emiten en horario de máxima audiencia y las ven niños. La culpa, por supuesto, es de esos padres que ponen una televisión en el cuarto de sus hijos y se despreocupan de lo que ven. Para colmo, series como "física y química" o "sin tetas..." se exportan a muchos países de Iberoamérica, de manera que afectan a millones de jóvenes.

Es el paraíso de los contravalores, donde chicos recién salidos de la pubertad se dedican a experimentar con alcohol, drogas y sexo, incluso con adultos, rozando los límites de la legalidad. Además, en estas series los padres representan la figura autoritaria, represora, incapaz de razonar o comprender a los jóvenes. O también están los padres "colegas" que no opinan sobre la vida de sus hijos, porque ellos tienen mucho más que ocultar todavía. En resumen, estas series son un ataque deliberado contra la familia. Por desgracia, los adolescentes son enormemente manipulables y, sin asesoramiento de adultos, aceptan cualquier situación como algo natural.

Así, llegan a creer que lo normal en un niño es mantener relaciones sexuales con los compañeros de clase, emborracharse, mentir, hacer trampas, no estudiar y pegarse con cualquiera. Más que chicos de instituto parecen delincuentes juveniles de correccional de menores. Como el tiempo pone las cosas en su lugar, ya estamos empezando a ver las consecuencias de esta política; y los primeros perjudicados de este juego son los propios padres de los niños. Ésta es la imagen de España que se vende en el extranjero, y luego nos extrañamos de que no nos tomen en serio.