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martes, 25 de enero de 2011

Espíritu puro

Hace poco he recibido un correo muy bonito donde me decían: Dios está contigo. Se agradecen mucho estas muestras de apoyo. Hace años, alguien me dijo que yo era un espíritu puro. Fue el mismo que, poco después, me obligó a cerrar los comentarios por una polémica sobre el Papa. No sé cómo decirlo sin que suele a soberbia o a locura, pero es cierto. Siempre he sido una persona diferente. Ya de niña sentía cosas especiales. Mi capacidad de amar, creo que es algo mayor de lo normal. Eso no significa que no tenga malos pensamientos, pero me duelen a mí más que a nadie. Por eso, sufro también más de lo normal, por mí, por mis seres queridos y por el mundo en general. Sin embargo, creo que me compensa, porque también tengo una serenidad de espíritu superior a la media, algo que se transmite incluso en lo que escribo. De ahí que tantas personas me sigan a diario desde hace años.

Cuando voy a la iglesia, me siento como en mi casa. Si no puedo ir, rezo habitualmente cada vez que tengo un rato libre. No lo hago por obligación. Me sale natural. Puedo asegurar que, ni mis padres ni mi familia me han transmitido nada de esto. De hecho, sólo mis padres siguen yendo a misa, pero nunca han sido de quedarse en la iglesia más de lo imprescindible. Como ya dije una vez, yo no soy del Opus, ni de ninguna otra organización religiosa. Me gusta ir por libre y que nadie me diga lo que tengo que hacer. Pero mi religiosidad es algo que ha ido creciendo con los años de modo natural, acompañado de sensaciones difíciles de explicar. Así que, a veces, siento que sí tengo algo especial y que internet es precisamente mi modo de darlo a conocer a todos. Espero no haberos parecido demasiado rara.

jueves, 10 de junio de 2010

Televisiones laicistas

Estaba viendo el canal internacional de televisión española cuando escucho esta noticia. Unos inmigrantes ilegales estaban intentando saltar un muro de muchos metros para entrar en EE.UU. con la ayuda de las mafias de la frontera. Algunos de ellos estaban rezando. Así que la periodista añade de su propia cosecha, o la del que escribe los guiones: "y otros se preguntan dónde estaba Dios para los ciento y pico inmigrantes que han muerto intentando cruzar al otro lado". Nadie le ha dicho nada parecido, porque además los mexicanos siguen siendo mucho más creyentes y practicantes que nosotros; y si le hubieran oído, se enfadarían. Pero había que meter la puya, -cómo no- para tratar de ridiculizar la conducta de los que rezan.

Ese concepto infantil de la divinidad está cada vez más extendido. Hablamos de Dios, el que hizo el planeta Tierra y todo el Cosmos conocido y desconocido. Es decir, de alguien que no está pendiente de las vicisitudes de la vida de cada ser humano; especialmente porque Él ve las almas y sabe perfectamente quién ha hecho bien o mal o por qué. Existe un concepto de libertad que a algunos no les entra en la cabeza. El libre albedrío supone que somos libres de arriesgar nuestra vida, fumando, o intentando cruzar unas alambradas. Lo que juzga Dios son nuestras buenas o malas intenciones. A partir de ahí, también somos libres de rezar para pedir su ayuda o su intercesión en nuestra causa, pero eso no quiere decir que Dios esté obligado a apoyarnos.

Sin embargo, no es la primera vez ni será la última que leo o escucho comentarios intentando culpar a Dios de que nos duela una muela o reprocharle el hambre en el mundo. Todo con tal de no aceptar nuestra propia responsabilidad en los hechos. El hombre es el administrador de la Tierra. Si las riquezas están mal distribuídas, nos correponde intentar solucionarlo. En cuanto a los desastres naturales, como su nombre indica son parte natural del escenario donde nos ha tocado vivir. Dios no es un anciano de barba blanca que se sienta en su trono a marcar en una pizarra qué nos toca vivir a cada uno. Simplemente, espera que cada cual aprenda a ser mejor dentro de sus propias circunstancias.