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viernes, 18 de febrero de 2011

Evitar el dolor

Vivimos en una cultura obsesionada con eliminar el dolor. Sin embargo, eso es imposible. Especialmente porque el dolor es el síntoma de que pasa algo en nuestro cuerpo. Si nos torciéramos un tobillo, por ejemplo, y no nos doliera no le haríamos ni caso y no se curaría. También el embarazo es una fuente de dolores en muchos casos: náuseas, ardor de estómago, ciática... La única manera de evitarlos sería no quedarse embarazada. Por no hablar del famoso "parto sin dolor", que es una entelequia. A mí me han puesto la epidural dos veces y vaya cómo duele el pinchazo. Además los dolores anteriores no te los quita. Aún así, por supuesto, vale la pena sin dudarlo.

Los médicos obsesionados en evitar el dolor tienen el riesgo de preferir la muerte, ya que es la única de existencia indolora que existe. Pero, mientras exista posibilidad de curación, tanto el enfermo como el médico tienen la obligación de intentarlo, aunque sólo sea por sus seres queridos. Una vez que esté deshauciado, corresponde al paciente y familiares decidir cómo quiere pasar el proceso; no a los facultativos (siempre que no suponga acabar con su vida). También el dolor psicológico es duro de soportar, pero a veces es muy necesario; para desarrollar la empatía, es decir la commiseración con el dolor ajeno; o para aprender a valorar más lo que se tiene. Un psicólogo que sólo quiera evitar el sufrimiento tampoco les hace un favor a su pacientes.

jueves, 25 de marzo de 2010

Maternidad

JORNADA POR LA VIDA
Es difícil explicar lo que se siente cuando estás embarazada. Al principio, casi no te lo crees y, cuando vas a darte cuenta, ya tienes una barriga con vida propia y todo tu mundo gira alrededor. Llega el último mes y estás a reventar, deseando pasar por lo que sea para liberarte. Pero, curiosamente, al nacer tu hijo, sientes como una sensación de pérdida o vacío bastante desagradable.

Y es que ese niño ya no te necesita tanto; ya no eres imprescindible para él. Es su primer día en el exterior y tu primer día sin él, sin sentir sus movimientos y su respiración dentro de ti. La maternidad es la sensación más intensa que se puede tener en la vida. Compensa todos los dolores, la incertidumbre, la preocupación; sólo por esos segundos en los que, por fín, te ponene al bebé sobre tu pecho y sientes, al mismo tiempo, alegría y tristeza, ilusión y miedo.

No hay dolor más grande ni más antinatural que el de perder un hijo. Todos los que han pasado por ello lo aseguran. Pero, sin embargo, ahora se disfruza esa tragedia llamándolo “derechos”; derecho a truncar la vida de un ser humano, solamente porque no podemos verlo. Si estuviera fuera del cuerpo de su madre gozaría de toda la protección de la sociedad.

Una mujer es madre desde el momento en que concibe un hijo. Lo siente en su sangre y en su corazón. Durante nueve meses conviven dos personas en un mismo cuerpo; para luego continuar su camino juntos durante un tiempo más o menos largo. Pero, aunque las circunstancias de la vida pudieran llegar a separarlos, ella siempre será la madre de su hijo, -así como el padre también lo será para siempre-, y ninguna ley humana puede modificar esto.