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jueves, 5 de marzo de 2009
Matrimonios
El otro día en televisión ponían un programa sobre los pueblos de la llamada sierra pobre de Madrid. Una reportera con un cámara entraba en el pueblo y buscaba alguien de allí que se lo enseñara. La mayoría de los habitantes que encontraba eran de la tercera edad, gente muy agradable y acogedora, que incluso les invitaban a sus propias casas. Algunos eran viudos y lo decían con tristeza, otros llevaban cuarenta o cincuenta años casados.
Les preguntaba la reportera por qué creen que los matrimonios ya no duran ahora y su respuesta fue muy clara: porque se aburren y se cansan enseguida. No porque actualmente tengan más problemas que antaño, más bien al contrario. Antes, y especialmente en estos pueblos, la gente vivía de la agricultura del ganado. Cuando había más para comer, lo guardaban, y cuando no había se alimentaban de embutidos y sobras. Estaban aislados durante meses.
Las parejas tendrían los mismos problemas que ahora, pero no tenían alternativa, así que aprendían a tolerar y perdonar y a no maltratarse. El trabajo y el cuidado de sus hijos tampoco les dejaba mucho tiempo libre para darle vueltas a la cabeza. Así que, con los años, la mayoría de ellos conseguían ser felices. Daba gusto ver las parejas de ancianos tomando el solecillo en un banco en la puerta de sus casas, disfrutando de la vida sin más.
Hay gente que se casa sin apenas conocerse realmente y luego resulta que son incompatibles, pero creo que son los menos. Creo que, si preguntaran a los del divorcio express, un tanto por ciento alto respondería que se arrepienten de haberse separado, que si hubieran tenido un periodo de reflexión, probablemente hubieran solucionado sus diferencias. Pero la vida sigue su curso y luego es difícil desandar lo andado.
Me recuerda al chiste: regalo ferrari porque tiene los ceniceros sucios. Pero no es tan fácil volver a encontrar otro ferrari (alguien que valga la pena), y si lo encuentras también estará usado. Cuando me dice la gente que tengo mucha suerte por conservar mi matrimonio, yo pienso que no es cuestión de suerte. Suerte de haberle encontrado, sí, pero mucho trabajo diario durante muchos años para adaptarnos el uno al otro y a nuestros hijos. Nada sale gratis.
Les preguntaba la reportera por qué creen que los matrimonios ya no duran ahora y su respuesta fue muy clara: porque se aburren y se cansan enseguida. No porque actualmente tengan más problemas que antaño, más bien al contrario. Antes, y especialmente en estos pueblos, la gente vivía de la agricultura del ganado. Cuando había más para comer, lo guardaban, y cuando no había se alimentaban de embutidos y sobras. Estaban aislados durante meses.
Las parejas tendrían los mismos problemas que ahora, pero no tenían alternativa, así que aprendían a tolerar y perdonar y a no maltratarse. El trabajo y el cuidado de sus hijos tampoco les dejaba mucho tiempo libre para darle vueltas a la cabeza. Así que, con los años, la mayoría de ellos conseguían ser felices. Daba gusto ver las parejas de ancianos tomando el solecillo en un banco en la puerta de sus casas, disfrutando de la vida sin más.
Hay gente que se casa sin apenas conocerse realmente y luego resulta que son incompatibles, pero creo que son los menos. Creo que, si preguntaran a los del divorcio express, un tanto por ciento alto respondería que se arrepienten de haberse separado, que si hubieran tenido un periodo de reflexión, probablemente hubieran solucionado sus diferencias. Pero la vida sigue su curso y luego es difícil desandar lo andado.
Me recuerda al chiste: regalo ferrari porque tiene los ceniceros sucios. Pero no es tan fácil volver a encontrar otro ferrari (alguien que valga la pena), y si lo encuentras también estará usado. Cuando me dice la gente que tengo mucha suerte por conservar mi matrimonio, yo pienso que no es cuestión de suerte. Suerte de haberle encontrado, sí, pero mucho trabajo diario durante muchos años para adaptarnos el uno al otro y a nuestros hijos. Nada sale gratis.
Etiquetas:
agricultura,
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