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sábado, 29 de enero de 2011
Gabriel García Márquez
A pesar de sus simpatías políticas, es, sin duda, uno de mis escritores favoritos. Aún recuerdo cómo me quede extasiada la primera vez que leí Cien años de soledad, y no podía dejarlo a pesar de ser un libro tan largo y tan complicado. El mundo imaginario de Macondo, con sus múltiples historias entrelazadas, llegó a formar parte de mi mente por una temporada. Después leí El coronel no tiene quien le escriba. Otra novela similar, que bien podría formar parte de la misma trama, ya que retrata el mismo ambiente, alegre a ratos, a agobiante la mayor parte del tiempo, debido al calor; pero sobretodo a la sensación de decadencia y monotonía que invade la vida de los personajes de estas novelas.
Ahora estoy leyendo El amor en los tiempos del cólera y, una vez más, me he quedado fascinada por la fecundidad de la imaginación de García Márquez, por su facilidad para crear personajes y hacerlos reales, incluso en las situaciones más fantásticas y cargadas de dramatismo. Afortunadamente, este libro no es tan trágico, sino que aporta un mensaje de esperanza y de amor a lo largo del tiempo. También está lleno de referencias religiosas, que se viven como algo natural y cotidiano en la vida de la comunidad y sus habitantes. De este modo, hace un retrato, no sólo de un pueblo o de su país, Colombia, sino de toda la cultura y la tradición hispana.
"En el curso de los años ambos llegaron por distintos caminos a la conclusión sabia de que no era posible vivir juntos de otro modo, ni amarse de otro modo: nada en este mundo era más difícil que el amor".
El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez
Escribí este post cuando aún no había terminado el libro. No me ha gustado la última parte. En primer lugar introduce una historia de pederastia del protagonista sobre una niña de catorce años que habían confiado a su cuidado. Inexcusable. Luego insiste sobre la posibilidad de vivir una relación de vejez con alguien de quien nunca ha estado realmente enamorado, en contra de sus propios familiares y amigos, como un modo egoísta de apurar los últimos años de sus vidas. Me ha dejado un mal sabor de boca, después de todo. Una pena estropear una gran novela así.
Ahora estoy leyendo El amor en los tiempos del cólera y, una vez más, me he quedado fascinada por la fecundidad de la imaginación de García Márquez, por su facilidad para crear personajes y hacerlos reales, incluso en las situaciones más fantásticas y cargadas de dramatismo. Afortunadamente, este libro no es tan trágico, sino que aporta un mensaje de esperanza y de amor a lo largo del tiempo. También está lleno de referencias religiosas, que se viven como algo natural y cotidiano en la vida de la comunidad y sus habitantes. De este modo, hace un retrato, no sólo de un pueblo o de su país, Colombia, sino de toda la cultura y la tradición hispana.
"En el curso de los años ambos llegaron por distintos caminos a la conclusión sabia de que no era posible vivir juntos de otro modo, ni amarse de otro modo: nada en este mundo era más difícil que el amor".
El amor en los tiempos del cólera. Gabriel García Márquez
Escribí este post cuando aún no había terminado el libro. No me ha gustado la última parte. En primer lugar introduce una historia de pederastia del protagonista sobre una niña de catorce años que habían confiado a su cuidado. Inexcusable. Luego insiste sobre la posibilidad de vivir una relación de vejez con alguien de quien nunca ha estado realmente enamorado, en contra de sus propios familiares y amigos, como un modo egoísta de apurar los últimos años de sus vidas. Me ha dejado un mal sabor de boca, después de todo. Una pena estropear una gran novela así.
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martes, 28 de septiembre de 2010
El paraíso según F. González
Parece ser que ha dicho que deberíamos legalizar las drogas para acabar con el narcotráfico. Es decir, que se puedan vender en el supermercado como si fueran productos inocuos. Luego, la gente irían todos al trabajo colocados, incluídos los pilotos, los conductores de autobús o los médicos. Me imagino que también se podrían poner máquinas expendedoras en los colegios, donde seguiría estando prohibido fumar tabaco, pero no esnifar cocaína. De ese modo, si los estudiantes no aprenden nada, a nadie le importaría. En los hospitales no se iban a aburrir atendiendo sobredosis, y habría que soltar a todos los presos por tráfico de drogas, y darles un subsidio por desempleo.
Después de estas medidas tan populares, podríamos pasar a despenalizar la pederastia, ahorrándole así mucho trabajo a la policía y a los jueces. Y, ya puestos, podemos legalizar el asesinato, que no deja de ser un derecho individual de las personas. Para facilitar las cosas, también podríamos regalar un arma a cada uno, en lugar de las bombillas ecológicas. Por último, podemos derogar el derecho a la propiedad privada y que cada cual coja lo que le parezca, legalizando así el robo. Eso ya empieza a sonarme de algo; se llama marxismo. Al final va a resultar que todos los lobos se acaban quitando la piel de cordero con el tiempo.
Después de estas medidas tan populares, podríamos pasar a despenalizar la pederastia, ahorrándole así mucho trabajo a la policía y a los jueces. Y, ya puestos, podemos legalizar el asesinato, que no deja de ser un derecho individual de las personas. Para facilitar las cosas, también podríamos regalar un arma a cada uno, en lugar de las bombillas ecológicas. Por último, podemos derogar el derecho a la propiedad privada y que cada cual coja lo que le parezca, legalizando así el robo. Eso ya empieza a sonarme de algo; se llama marxismo. Al final va a resultar que todos los lobos se acaban quitando la piel de cordero con el tiempo.
jueves, 8 de abril de 2010
Roman Polanski
Tiene poca gracia la doble vara de medir que tienen muchos. Cuando se trata de un rico famoso que violó repetidamente a una niña de trece años, resulta que ella consentía; claro, después de emborracharla y drogarla, tampoco se iba a resistir mucho. Yo tengo una niña de esa edad y además podría ser modelo y se me llevan los demonios cada vez que escucho a alguien justificando a ese monstruo. Porque, claro: eran los años setenta y el sexo y la droga eran algo normal o la chica sabía lo que quería, o ahora ya no sería delito. Debería caerseles la cara de vergüenza a todos. Empezando por su mujer actual, que sabe de lo que habla porque ella también fue una adolescente acosada.
Que la víctima prefiere olvidar el asunto después de veinte años y no sentirse más en el punto de mira, no me extraña nada; pero es que Polanski ni siquiera ha pedido perdón por lo que hizo. Sin embargo, el Papa pide perdón por cosas que él no ha hecho ni ha consentido, por unas pocas excepciones entre millones de sacerdotes católicos fieles y entregados al prójimo, y eso no vale, en cambio. Parece que hay quien desearía quemarle personalmente en una hoguera y sólo así se sentirán satisfechos. Mientras, Roman Polanski en cambio recibe las simpatías de los mismos que cargan las tintas contra Benedicto XVI. Vaya hipocresía.
Que la víctima prefiere olvidar el asunto después de veinte años y no sentirse más en el punto de mira, no me extraña nada; pero es que Polanski ni siquiera ha pedido perdón por lo que hizo. Sin embargo, el Papa pide perdón por cosas que él no ha hecho ni ha consentido, por unas pocas excepciones entre millones de sacerdotes católicos fieles y entregados al prójimo, y eso no vale, en cambio. Parece que hay quien desearía quemarle personalmente en una hoguera y sólo así se sentirán satisfechos. Mientras, Roman Polanski en cambio recibe las simpatías de los mismos que cargan las tintas contra Benedicto XVI. Vaya hipocresía.
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jueves, 22 de octubre de 2009
Un día cualquiera
Antes que nada: ¿alguien puede explicarme por qué Pablo Pineda, con síndrome de Down tiene todos los derechos y simpatías una vez ha nacido, y, sin embargo, su madre hubiera podido matarlo en cualquier momento durante su embarazo?
Estaba de compras con mis dos hijas en un centro comercial y caminaba unos pasos detrás de ellas, cuando ví que un hombre iba pegado a ellas, intentando tropezarse con la pequeña. Así que aceleré y me puse en medio por no montar un escándalo, puesto que tampoco podía demostrar que lo hacía adrede. Sin embargo, me quedé pensando que, por suerte, yo no me separo nunca de mis hijas ni las pierdo de vista, porque otra madre las hubiera dejado solas para ir a ver sus propias cosas. Al fin y al cabo, mi hija pequeña ya es más alta que yo, pero no deja de ser casi una niña. Es difícil hoy en día ver padres que vayan con sus hijos de compras o de paseo, y menos aún que vayan de la mano. Incluso los niños de apenas cinco años andan ya a su aire, con el resultado de que se pierden muy a menudo. Creo que harían falta unos cursillos obligatorios para padres, para enseñarles responsabilidad.
Ya me gustaría a mí pensar que vivimos en un mundo ideal donde mis hijas no atraen más que a chicos de su edad. Pero, mientras exista una remota posibilidad, no seré yo quien baje la guardia. Recuerdo que a su edad también a mí se me acercó un señor, que intentaba convencerme de que me fuera con él a dar un paseo. Aún teniendo todo el cuidado del mundo, puede salir mal. La pederastia me parece uno de los delitos más imperdonables que existen. No sé hasta qué punto es una enfermedad o un vicio, pero de lo que no cabe duda es que a esos niños les arruinan la vida. Además, tampoco se puede estar tranquilo por tener hijos varones, ya que son incluso las víctimas preferidas. Así que, más vale demasiado cuidado que poco, si no quieres que un día cualquiera acabe siendo el peor día de tu vida.
Estaba de compras con mis dos hijas en un centro comercial y caminaba unos pasos detrás de ellas, cuando ví que un hombre iba pegado a ellas, intentando tropezarse con la pequeña. Así que aceleré y me puse en medio por no montar un escándalo, puesto que tampoco podía demostrar que lo hacía adrede. Sin embargo, me quedé pensando que, por suerte, yo no me separo nunca de mis hijas ni las pierdo de vista, porque otra madre las hubiera dejado solas para ir a ver sus propias cosas. Al fin y al cabo, mi hija pequeña ya es más alta que yo, pero no deja de ser casi una niña. Es difícil hoy en día ver padres que vayan con sus hijos de compras o de paseo, y menos aún que vayan de la mano. Incluso los niños de apenas cinco años andan ya a su aire, con el resultado de que se pierden muy a menudo. Creo que harían falta unos cursillos obligatorios para padres, para enseñarles responsabilidad.
Ya me gustaría a mí pensar que vivimos en un mundo ideal donde mis hijas no atraen más que a chicos de su edad. Pero, mientras exista una remota posibilidad, no seré yo quien baje la guardia. Recuerdo que a su edad también a mí se me acercó un señor, que intentaba convencerme de que me fuera con él a dar un paseo. Aún teniendo todo el cuidado del mundo, puede salir mal. La pederastia me parece uno de los delitos más imperdonables que existen. No sé hasta qué punto es una enfermedad o un vicio, pero de lo que no cabe duda es que a esos niños les arruinan la vida. Además, tampoco se puede estar tranquilo por tener hijos varones, ya que son incluso las víctimas preferidas. Así que, más vale demasiado cuidado que poco, si no quieres que un día cualquiera acabe siendo el peor día de tu vida.
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