martes, 28 de septiembre de 2010
El paraíso según F. González
Parece ser que ha dicho que deberíamos legalizar las drogas para acabar con el narcotráfico. Es decir, que se puedan vender en el supermercado como si fueran productos inocuos. Luego, la gente irían todos al trabajo colocados, incluídos los pilotos, los conductores de autobús o los médicos. Me imagino que también se podrían poner máquinas expendedoras en los colegios, donde seguiría estando prohibido fumar tabaco, pero no esnifar cocaína. De ese modo, si los estudiantes no aprenden nada, a nadie le importaría. En los hospitales no se iban a aburrir atendiendo sobredosis, y habría que soltar a todos los presos por tráfico de drogas, y darles un subsidio por desempleo.
Después de estas medidas tan populares, podríamos pasar a despenalizar la pederastia, ahorrándole así mucho trabajo a la policía y a los jueces. Y, ya puestos, podemos legalizar el asesinato, que no deja de ser un derecho individual de las personas. Para facilitar las cosas, también podríamos regalar un arma a cada uno, en lugar de las bombillas ecológicas. Por último, podemos derogar el derecho a la propiedad privada y que cada cual coja lo que le parezca, legalizando así el robo. Eso ya empieza a sonarme de algo; se llama marxismo. Al final va a resultar que todos los lobos se acaban quitando la piel de cordero con el tiempo.
Después de estas medidas tan populares, podríamos pasar a despenalizar la pederastia, ahorrándole así mucho trabajo a la policía y a los jueces. Y, ya puestos, podemos legalizar el asesinato, que no deja de ser un derecho individual de las personas. Para facilitar las cosas, también podríamos regalar un arma a cada uno, en lugar de las bombillas ecológicas. Por último, podemos derogar el derecho a la propiedad privada y que cada cual coja lo que le parezca, legalizando así el robo. Eso ya empieza a sonarme de algo; se llama marxismo. Al final va a resultar que todos los lobos se acaban quitando la piel de cordero con el tiempo.