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domingo, 6 de septiembre de 2009

Ama de casa

Me hace gracia cuando algunos dicen que las mujeres que nos ocupamos de "sus labores" somos una especie de esclavas. Habrá de todo, supongo, pero a mí me parece un trabajo bastante agradable. Sobretodo porque no hay jefe, de manera que puedes organizar tu propio horario. Si algún día no me encuentro bien, puedo dejarlo casi todo para otro momento. Si quiero irme de compras, dejo la comida preparada. Como mis hijos comen en el colegio suelo estar libre hasta las cuatro. Lo que ocurre es que hay mujeres o maridos que están obsesionados con la limpieza y el orden, de manera que se pasan la vida limpiando el polvo o barriendo el suelo. Ése desde luego no es mi problema y, afortunadamente, a mi marido tampoco le importa. Mi casa "is a mess", es decir, un lío, un desorden, porque está llena de cosas por enmedio; pero es que a mí me gustan las casas donde se vive. Me choca mucho cuando entro en una casa que parece una exposición o un salón de recepciones.

Gracias a que soy ama de casa puedo ponerme en el ordenador tranquilamente, sin preocuparme de que me llamen la atención en la oficina. Cuando salgo de compras, doy largos paseos y casi siempre acabo tomándome un café en un bar. Lo único que echo de menos es la compañía. Charlo con las dependientas que conozco de más tiempo. Cuando vuelvo a casa no suelo estar demasiado cansada, así que todavía tengo ganas de hablar con mi marido y mis hijos, llevarlos o recogerlos de donde haga falta. También solemos salir  a dar una vuelta media hora por lo menos. Cuando llegan las nueve de la noche, yo bajo las persianas, cenamos y preparo lo que haga falta para el día siguiente. Después vemos la televisión un rato todos juntos, y yo me siento afortunada de poder disponer de mi tiempo y disfrutar de mi familia. He visto la película "Una mamá en apuros", que no es una gran cosa. El único problema que tiene esa mujer es que se organiza muy mal, pero no hay razón para que no pueda ser feliz con la vida que lleva.
Música:  El canto del loco. Eres tonto.

sábado, 13 de junio de 2009

Jefes malvados

He leído últimamente quejas respecto de los jefes en el trabajo y de los titulados en general. Es curioso porque está claro que ninguna empresa funcionaría sin tener gente que lleve la dirección. Lo que sucede es que "donde hay patrón, no manda marinero" y "cuando no está el gato, bailan los ratones". Es decir, que un jefe por definición, no puede ser simpático. Amable, sí, educado, por supuesto, pero no debe intimar demasiado con los empleados por razones evidentes, porque "donde hay confianza, da asco".

Es fácil juzgar desde fuera, y yo he sido secretaria y la nueva de la oficina, y me mandaba todo el mundo. Naturalmente que fastidia, pero se supone que las decisiones las toma quien está mejor preparado. Dejando aparte amiguismos y demás, lo normal es que las personas con más preparación y/o experiencia ocupen los puestos de mando. Si se dedican a tratar a los demás como compañeros del mismo nivel, luego no tendrían libertad de acción para ordenarle a alguien que haga un trabajo que no le apetece, o incluso despedirlo si no cumple con su labor.

La vida de un jefe es solitaria. Renuncian a las charlas de cafetería, los cotilleos y la camaradería. Eso también afecta a su carácter. La preocupación naturalmente los vuelve huraños. No es lo mismo ocuparse por tus propias tareas que llevar el peso del éxito o fracaso de un proyecto o un departamento. Así que la próxima vez que penséis que todos los jefes son mala gente, haced la prueba de poneros en su lugar. Lo normal es que les haya costado mucho tiempo y esfuerzo llegar hasta allí. No es tan envidiable tener que mantenerse al margen de amistades en la oficina.

Claro que a nadie nos gusta que nos manden o que alguien tenga mejor nivel de vida que nosotros, pero parte de la maduración de la persona consiste en aceptar la autoridad. Reconocer que alguien está en mejores condiciones para decidir que nosotros, o que sencillamente es el dueño del negocio y por eso manda, produce una serenidad que, desde luego, ayuda a que mejore el ambiente de trabajo y que todo funcione correctamente. Lo contrario es una fuente continua de conflictos y resentimiento.