sábado, 22 de junio de 2013

500 embriones humanos eliminados

El misterioso caso de los embriones congelados

Hace unas semanas los medios de comunicación daban cuenta de la destrucción no intencionada de 172 o 700 embriones humanos (la cifra oscila 500 embriones, nada menos, según el medio de comunicación que se consulte) en el hospital de La Paz de Madrid.
Esta noticia me recuerda que la información en torno a la cantidad de embriones humanos congelados en centros privados y públicos sigue siendo un misterio en el que se mezcla el deseo de la paternidad con los intereses económicos y el tratamiento de seres humanos como objetos.
La causa, según fuentes del hospital La Paz, fue una fuga de nitrógeno en un contenedor que conservaba los embriones congelados. Estos seres humanos en etapa de desarrollo inicial son «sobrantes» de ciclos de reproducción asistida humana. Cuando una mujer es sometida a un tratamiento de FIV (fecundación in vitro) se fecundan sus óvulos en el laboratorio con semen de su pareja o de un donante;  pero solo se le pueden implantar en el útero 3 embriones, con lo cual el resto se congelan en recipientes que tienen nitrógeno líquido. Estos embriones también pueden ser donados para experimentar con ellos con fines científicos a pesar de que no se ha obtenido ningún resultado terapéutico de células madre procedentes de embriones humanos.
Pues ante la noticia, que se resume en que más de un centenar de seres humanos han muerto descongelados, las informaciones y las explicaciones del hospital rondan el absurdo, con declaraciones del tipo: «no ha sido un fallo humano consecuencia de los recortes»; «las mujeres que han perdido a sus embriones congelados se van a someter a nuevos ciclos para producir más embriones».
Pero la realidad es que:
  • No conocemos las cifras reales de los embriones sobrantes, desechados o congelados.
  • La reproducción asistida es un gran negocio que tiene muchos misterios en la información que se proporciona a los usuarios.
  • Las administraciones sanitarias están incumpliendo la ley y no exigen ni proporcionan datos.
Y sobre todo, estamos hablando de seres humanos congelados y destruidos. ¿Se imaginan que en lugar de embriones se hubieran destruido huevos de águila real o embriones de chimpancé? El escándalo habría sido mayúsculo, con preguntas parlamentarias y peticiones de dimisión de responsables políticos. Pero son embriones humanos, una nimiedad.
Teresa García-Noblejas

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