En un hospital público presionaron a los padres de este niño para que lo matasen
El niño de este vídeo se llama Abel. Hace 4 años personal de una maternidad pública intentó impedir su nacimiento, presionando a sus padres para abortar tras decirles que el niño nacería con espina bífida. En el hospital dieron a sus padres sólo media hora, y “ahora mismo”, para que decidiesen entre la vida o la muerte de su hijo.Gallardón sigue aplazando y sigue sin dar nuevos detalles sobre su Ley del Aborto
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Cuando su padre preguntó al personal sanitario cómo harían eso, se lo dijeron sin rodeos: al niño le clavarían una aguja directamente en el corazón. Esa forma de ejecución, conocida como aborto por inyección intracardíaca, consiste en clavar una larga aguja en el corazón del niño para introducir en él cloruro de potasio o algún otro líquido que le cause, de forma inmediata, un paro cardiaco. Este método para matar a seres humanos inocentes e indefensos se utiliza desde hace tres décadas, generalmente cuando la víctima tiene unas 16 semanas de edad. Luego se induce el parto para que la madre dé a luz a su hijo ya muerto. A esta salvajada es a lo que los abortistas llaman “derecho”, disfrazándola con el eufemismo de interrupción voluntaria del embarazo.
Enfadados por la decisión de los padres de respetar la vida del niño
El padre de Abel explica en qué consiste eso que algunos defienden bajo el título de elección: “para los médicos éramos jueces, nosotros: bastaría decir ‘sí’ para que a nuestro hijo lo mataran”. El personal que les atendió acogió con enfado la decisión de los padres de no matar a Abel. Intentaron convencerle de que nacería con un 80% de malformación, que podría ser ciego, sordo, mudo, incluso un “vegetal”. La respuesta de los padres de Abel a las presiones del personal sanitario fue rotunda: “Nosotros no somos quién vara decidir la vida de nadie, aún más la de nuestro hijo.” Su padre cuenta la despreciativa respuesta de una de las enfermeras: “Ustedes y sus creencias”. Resulta espeluznante que la defensa del más primario de los derechos humanos sea, para algunos, un asunto de creencias, y que en un país que se considera civilizado y avanzado exista la posibilidad de decidir la muerte de un ser humano bajo la mera sospecha de que padecerá alguna minusvalía, o por la simple voluntad de sus padres.
¿A qué espera el gobierno de Rajoy para frenar esta matanza?
Desde aquí mi agradecimiento al equipo de Derecho a Vivir en Barcelona, que fue el que contactó con los padres de Abel, y a HazteOir.org por difundir la historia del pequeño en su canal de Youtube. Este vídeo se proyectó ayer durante el V Encuentro Nacional de Derecho a Vivir, en el que se dieron cita delegados y voluntarios de esta plataforma para buscar la mejor forma de conseguir que más pronto que tarde el aborto sea abolido en España. De la consecución de ese objetivo dependen las vidas de miles de niños como Abel: nada menos que 118.359 en 2011. Me pregunto a qué narices espera el gobierno de Rajoy para poner freno a esta matanza.
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