martes, 2 de abril de 2013

La verdad sobre la política antivida de la Onu

El “Informe Kissinger” es un estudio que se hizo en los años 70 del siglo pasado. Al entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, se le encomendó la tarea de proyectar la situación mundial y los efectos que tendría esa realidad sobre los Estados Unidos y sus intereses nacionales e internacionales como potencia mundial, durante los siguientes treinta años, o sea, hasta el año 2000.
Los resultados de ese estudio establecieron  que la población de  los países del tercer mundo se estaba multiplicando y rejuveneciendo mientras que,  ellos, los Estados Unidos, estaban envejeciendo. Además, en los territorios de esos países se encontraban los recursos naturales y materia prima de la que carecerían Estados Unidos y los países industrializados. La principal conclusión  y recomendación fue la decisión de combatir el crecimiento de  la población a través de la esterilización de mujeres y hombres y, sobre todo, por medio de leyes de salud sexual y reproductiva que promuevan y faciliten  la anticoncepción y el aborto como derecho.
Estas políticas se han incrementado después del año dos mil y  se imponen de la mano de amenazas, restricciones y negativas a la  a los programas de ayuda y asistencia  económica y social ofrecidos por los organismos internacionales.

La promoción e imposición del  aborto se convirtió inmediatamente en  la punta de lanza de la estrategia para  controlar y manipular la población mundial, sobre todo en los países del llamado “Tercer mundo” o “en desarrollo”, como Panamá. Con esa finalidad contraria a la vida humana, nuestros países tendrían a su disposición todos los recursos administrativos y organizativos de las Naciones Unidas; pero,  de  no aceptar el aborto y otras políticas anti-vida y anti-familia, como la homosexualidad,  no recibirían ayuda internacional para sus pueblos. Un vulgar chantaje.
Sin embargo, las políticas del Informe Kissinger  han encontrado  una dura piedra en el camino: La roca petrina del Vaticano. La roca  que odian y temen.
Justo por aquellos años apareció la Encíclica del Papa Paulo VI “Humanae Vitae”, documento de valor científico y moral en el cual,  entre otras cosas, se denunciaba el peligro de la recién inventada píldora anticonceptiva. Sus escritos sobre los daños sociales y a las personas causados por tales supuestos medicamentos, constituyen toda una profecía de calamidades.
Algunas naciones han empezado a reaccionar en  contra de esas políticas anti-vida y anti-familia  y se enfrentan a  las Naciones unidas y a la Unión Europea que las promueven e imponen. Rusia, una de las potencias del mundo, es el principal opositor a esas políticas, junto con una mayoría de los países árabes islámicos. Los países latinoamericanos, en cambio, se someten servilmente; incluidos los autocalificados progresistas y antiimperialistas de oficio, que  guardan silencio ante aquellas imposiciones del capitalismo y del imperialismo que tanto denuncian en las plazas.
Hoy día, la aplicación de las políticas del informe Kissinger incluyen también, para justificar el aborto masivo, el “calentamiento global”, con el cual se pretende culpar al crecimiento poblacional de aquel fenómeno atmosférico natural. No se ha podido demostrar científicamente que el aumento de la población sea la causa del calentamiento global. Pero, esto no ha sido óbice para que el  presidente norteamericano, Barack Obama, en su discurso de inauguración del nuevo período presidencial, se haya referido al tema como una prioridad de su gobierno. Ninguna duda existe de la identificación del presidente norteamericano con la política anti-vida que se establece en el “Informe Kissinger”.

En desarrollo de esa política anti-vida, en manos, ahora también, de las Naciones Unidas, se promueven el homosexualismo como norma de conducta deseable, por su infertilidad. Se introduce, de ese modo, en la  política de globalización mencionada, a un grupo humano al que se desatiende en lo esencial, para ellos, que es su orientación  y salud moral y su correcto enfoque antropológico, para dejarlo a merced de una sexualidad humana concebida como  parte de  un mercado de pagano de placeres, sin reglas morales. Estas realidades no detienen a los activistas de la “cultura de la muerte” y seguidores del “Informe Kissinger”. Hace unos meses, un Cardenal de la Iglesia Católica, había denunciado que la UNESCO (Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de las Naciones Unidas), tenía entre sus planes que para el año 2050 la mitad de la población debería ser homosexual. Como diría El Padrino de la Mafia “No es nada personal. Es asunto de negocios”.
Y esto  está sucediendo en nuestras propias narices. He aquí una tarea seria y de profundo valor social, humanitario y de verdadero patriotismo para nuestros políticos, sobre todo para los aspirantes a los altos cargos de gobierno: La liberación del país de las garras infames de los promotores de las políticas antivida y anti-familia plasmadas en el  Informe Kissinger. Esta sí es una verdadera lucha de liberación nacional. A las otras, la de los periódicos y de los panfletos revolucionarios, nadie les hace caso.

 http://blogs.hazteoir.org/opinion/2013/02/18/el-informe-kissinger-amenaza-vigente-por-miguel-a-espino-perigault/