REDACCIÓN HO.- Mª Elena Vizcarro Villalonga (Huesca), ciudadana activa, ha enviado esta carta a más de 120 medios de comunicación, que reproducimos por su interés:
Tal vez algunos recuerden la noticia, hace ya bastantes años en concreto en abril de 1989, sobre las muertes realizadas por cuatro auxiliares de enfermería del hospital de Lainz (Austria). Las "enfermeras de la muerte" confesaron haber realizado 49 asesinatos en los últimos años. El tiempo echa tierra sobre los acontecimientos ocurridos y hace que los hombres no nos detengamos a reflexionar sobre ellos. El caso Lainz es un despertador de la conciencia que nos enseña que la eutanasia no es sino un eufemismo del homicidio, que nos muestra a las claras con qué facilidad puede el asesinato esconderse detrás de la "muerte digna".
Tal vez mas que un motivo de compasión fue un motivo de comodidad como revela las palabras de una de ellas: "Quien me molestaba, se ganaba una cama junto al querido Dios". En Lainz el tan nombrado y humanitario 'ayudar a morir' no fue sino un falso pretexto, pues incluso se llegó a asesinar a pacientes que no estaban en fase terminal. El 'librar a los pacientes de sus sufrimientos' se transformó en un 'librarnos de los pacientes que nos hacen sufrir, que nos cargan'. El egoísmo, la soberbia, la comodidad, han llevado al hombre a la manipulación de la vida, olvidando el valor de la vida humana y de la dignidad de la persona.
Si esto sigue como pretenden los defensores de la eutanasia, terminaremos en un estado neurótico de total desconfianza. Tradicionalmente, la confianza era algo natural entre el médico y sus pacientes; esta relación facilitaba por si misma un clima de confianza. Además esa relación entre el médico y el paciente estaba avalada por el llamado "juramento hipocrático".Pero parece que los defensores de la eutanasia quieren dispensar al médico de este juramento, lo cual significa mucho mas que acabar con la profesión médica. Si ya no puede confiar ni en su propio médico, el enfermo está sólo y esta soledad crea un estado de terror, más difícil de soportar que la propia enfermedad. Es sabido que, por ejemplo, en Holanda muchos ancianos temen ser hospitalizados por auténtico pánico a ser eliminados.
La profesión médica ha sido una de las mas nobles; prueba de ello es que durante mas de dos milenios los médicos han venido haciendo el juramento hipocrático en el que queda patente el rechazo profesional de cualquier forma de matar: "Nunca administraré a nadie veneno mortal, aunque sea el mismo paciente el que me lo pida". El médico, bajo juramento o no, debe preservar la vida y cuando la enfermedad trasciende su capacidad, puede todavía ayudar a morir al agonizante mediante la medicina paliativa y el aliento humano. El médico sabe que es mejor intentar eliminar el sufrimiento humano, que eliminar al ser humano que sufre.
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