Soy de la CEAPA
Sí. Soy de la CEAPA.Se dirán ustedes: «Pero, alma de cántaro, ¿como estás metida en semejante contubernio?» Y yo les responderé aquello de «yo no quería, pero ellos me obligaron». Suena a disculpa del tipo «échale el muerto a otro». Pero en este caso, palabra que es verdad.
Llevo a mis hijos a un centro público y por motivos de trabajo me veo obligada a ampliar su jornada escolar de la única forma que puedo: apuntándoles a unas actividades extraescolares que de forma altruista, pero no gratuita, pues pagamos todos los padres a los monitores, organiza el APA (AMPA desde que el plural «padres» dejó de ser epiceno y englobar ambos géneros y se convirtió en discriminadoramente masculino sin avisar, el muy sinvergüenza).
Para participar en esas actividades, además de la cuota mensual, tengo que pagar 20 euros como inscripción de socia del AMPA (sin h), un dinero que en un colegio grande acaba siendo mucho y que presupongo será bien utilizado por los padres de los compañeros de mis hijos.
Y digo por otros porque yo, como la mitad aproximadamente de los padres del colegio tengo vedada la participación activa en ese organismo que, supuestamente apolítico, es manifiestamente parcial en ideología.
El AMPA del colegio de mis hijos, como el de todos los colegios públicos que conozco, pertenece a una federación, la FAPA Giner de los Ríos, cuya orientación de izquierdas, su sectarismo en la utilización de las situaciones, su politización y su servilismo a determinados intereses partidarios (evidentes en su página web) la invalida como asociación apolítica interesada únicamente en el beneficio de nuestros hijos. Esta FAPA con intereses espurios y partidistas forma parte de un supraestamento, subvencionado, a las órdenes (la pela manda) de una ideología política que para mí, y una no pequeña parte de la sociedad, supone todo lo que no queremos para nuestro país, nuestras leyes, nuestra política y nuestros hijos: la CEAPA.
Total, del AMPA a la FAPA y de la FAPA a la CEAPA. Y como esto parece el Juego de la Oca, de la CEAPA al pozo y tres partidas sin jugar mientras la CEAPA hace política en mi nombre y va diciendo que, como a muchos padres cautivos, me representa.
¿Ven ustedes como «yo no quería, pero ellos me obligaron?»
Cualquier padre con otra visión política, o sin visión definida, que trate de colaborar en el AMPA, se da cuenta, al primer «toque de corneta» de la FAPA o la CEAPA para formar en defensa de los intereses partidistas, de que los intereses de nuestros hijos son lo último, la disculpa, el parapeto, la piel de cordero que esconde un aparato terriblemente politizado, servil y excluyente. Y huye despavorido para no colaborar con el monstruo y no comulgar con ruedas de molino. Como hice yo. Me limito a pagar la cuota. Suficiente para que se arroguen mi representación.
Excluida por su evidente filiación política, no representada en absoluto por semejantes individuos, pero obligatoria e impepinablemente socia, soy miembro de ese monstruo (perdón, «miembra», que la palabra «miembro», también es discriminadora facha y franquista y relega a la mujer).
Y así, como parte del monstruo, obligada, pero «miembra» al cabo por mi afiliación al «AMPA sierva», he recibido en esta ocasión señalada las órdenes políticas directamente.
«Únete a la huelga de padres y madres. La CEAPA la convoca, la FAPA la secunda y, por ende, tu AMPA lleva a cabo».
Tras un primer momento de desconcierto (¿se puede hacer huelga de la función parental?) el mensaje estaba muy claro y lo entendí:
«Deja, durante unas horas tu papel de madre. Olvida el interés de tus hijos, su educación, el que quieres lo mejor para ellos. Están en mi lista de carne disponible y hoy quiero que los dediques al servicio de mis crematísticos y políticos intereses. Mañana, cuando abandones la huelga de tus obligaciones de madre, te los devolveré… hasta la próxima convocatoria. Eres de la CEAPA, la FAPA y de la trampa del AMPA (y tiras porque te lleva la corriente, les faltó decirme)».
¿Ustedes creen que esta ensaladilla de siglas representa a algún padre más que los cuatro que se aprovechan y otros cinco descerebrados que se lo creen?
Alicia V. Rubio Calle
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