El PSOE quería llenar nuestros hogares de pequeños Pávlik y lo está consiguiendo
La propaganda totalitaria para minar la autoridad de los padres
La historia de Pávlik es muy confusa, empezando por el motivo de su muerte. La propaganda soviética difundió distintas versiones -algunas contradictorias- sobre las circunstancias en que fue asesinado ese niño de 13 años, pero todas las versiones tenían en común la atribución a su familia del asesinato del pequeño chivato en represalia por denunciar a su padre. Investigaciones más recientes han apuntado que las distintas historias oficiales difundidas a lo largo y ancho de la URSS sobre el pequeño Pávlik no eran más que patrañas, y es casi seguro que ningún familiar suyo tuvo nada que ver con su asesinato. Lo que es evidente es que la dictadura comunista utilizó el mito del pequeño Pávlik para quebrantar la obediencia filial y con ella la patria potestad: los niños sólo debían obediencia al Estado. El motivo de esta estrategia es evidente: las familias son las primeras educadoras de los niños, y precisamente por eso todos los regímenes totalitarios han buscado arrebatar a los hijos de la autoridad paterna. El adoctrinamiento totalitario de la infancia ha requerido siempre el apartamiento de los niños de sus familias e incluso las medidas para enfrentarles con ellas. Esa ingeniería social se dio en su grado máximo, de hecho, en las dos mayores y más nefastas franquicias ideológicas del socialismo: el comunismo y el nacional-socialismo.
La oculta intención de la campaña socialista sobre el cachete
Por si alguien se piensa que esa forma de ingeniería social sólo ocurrió en férreas dictaduras, hay que decir que otras franquicias del socialismo aparentemente democráticas también han utilizado la propaganda más burda para minar la autoridad de los padres, por ejemplo en España. En diciembre de 2007 el PSOE y sus aliados de izquierda modificaron el Artículo 154 del Código Civil. Los medios lo presentaron como la prohibición del cachete, y algún medio afín al gobierno socialista llegó a acusar a los que votaron contra la reforma de ser “defensores del bofetón”. El caso es que en la segunda línea de dicho artículo, referida a la patria potestad, se matizó que habría de ejercerse hacia los hijos “con respeto a su integridad física y psicológica”. Esto bastaba para prohibir los maltratos físicos, pero el PSOE y sus aliados, bajo el señuelo del cachete, añadieron otra modificación a ese artículo, cuyas últimas líneas tenían hasta entonces la siguiente redacción:
“Si los hijos tuvieren suficiente juicio deberán ser oídos siempre antes de adoptar decisiones que les afecten. Los padres podrán en el ejercicio de su potestad recabar el auxilio de la autoridad. Podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos.“La parte que he señalado en negrita fue suprimida con aquella reforma. Es decir, que la izquierda parlamentaria no sólo quería prohibir los maltratos físicos a los hijos -un fin muy loable pero que, insisto, quedaba cubierto con la mención a la integridad de los hijos-: además, aprovecharon para minar la autoridad de los padres y negarles incluso la posibilidad de corregir a sus hijos. La campaña del cachete fue una de las mayores estrategias de manipulación llevadas a cabo durante el mandato de Zapatero, campaña que tenía como fin ocultar uno de los aspectos de mayor calado del proyecto de ingeniería social del PSOE. Ahora podemos ver las consecuencias de aquella reforma ocultada a la opinión pública.
Un proyecto ideológico para enfrentar a hijos y padres
Hay que decir que ese ataque a la autoridad de los padres no fue algo aislado durante el mandato de Zapatero. La asignatura de “Educación para la Ciudadanía” fue uno de los mayores episodios de ingeniería social de nuestra democracia, una materia hecha con el fin de adoctrinar obligatoriamente a los escolares sin contar con la opinión de sus padres y violando el derecho constitucional de éstos a decidir la formación moral y religiosa que desean para sus hijos, un derecho amparado por el Artículo 27 de la Constitución. Recordemos, así mismo, las escandalosas declaraciones del ideólogo del PSOE Gregorio Peces-Barba afirmando que “los padres no se han preocupado nunca de la educación de los hijos”, tras ser preguntado por el antes mencionado derecho que ampara el Art.27 de la Constitución. Recordemos, también, las declaraciones de un dirigente socialista gallego afirmando que los padres “no están capacitados para opinar” sobre la educación de sus hijos, ante una encuesta entre las familias sobre la lengua de escolarización que dio resultados que no eran del agrado del PSOE. Tampoco hay que olvidar la disparatada propuesta del Ministro socialista Valeriano Gómez a favor de escolarizar obligatoriamente a los recién nacidos (¿será que los socialistas tienen miedo de que los niños de esa edad escapen también al control del Estado?).
Ante los efectos que han tenido esos proyectos de ingeniería social puestos en marcha por el PSOE para conseguir que el Estado invada la intimidad familiar, minar la autoridad de los padres y situar cada vez más a los hijos bajo el control estatal, cabe preguntarse qué piensa hacer el gobierno de Rajoy. ¿Va a dejar todo tal como lo dejó Zapatero, o va a cumplir su promesa de cambio? Cierto es que España vive una grave crisis económica, pero no menos grave es la crisis de valores, que tanto han contribuido a agravar los infames proyectos ideológicos de los socialistas. Ante esas agresiones contra la patria potestad, no hacer nada es lo mismo que ponerse del lado de los autores de esos proyectos de ingeniería social.
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