PSOE, 1936
Ahí estaba, rodeado de otros espectros como él. Txiki Benegas, uno de ellos. Cuando todavía estaba en La Moncloa, alguien le preguntó a Felipe: «Presidente, ¿no te sorprende lo que bebe Txiqui Benegas?», y González respondió: «No, me sorprende lo que aguanta». Lo que ayer sucedió en el PSOE fue exactamente esto.
Pero de cara al conjunto de los españoles, lo que tanto Rubalcaba como Chacón evidenciaron con sus discursos es que el socialismo se ha quedado sin ideas, sin proyecto. Ya no tienen nada que ofrecernos. No tienen ninguna solución porque ellos son el problema, porque el socialismo es el problema, porque la socialdemocracia es el problema, y la desesperanza, y la bancarrota, y la tragedia. Que todavía haya socialistas en España es un atraso.
Los dos candidatos, acorralados por el naufragio de su ideología y de sus políticas, recurrieron del modo más zafio y lamentable a las trincheras de 1936. Al resentimiento social sin ninguna clase de escrúpulo, a la más vergonzosa -por barata- demagogia anticlerical, a la demonización de los empresarios, al victimismo obrero, a la agitación de las más bajas pasiones en que tan cómodos se sienten. El público aplaudió con la ira del fracasado, con la rabia que genera siempre la impotencia.
La obsesión laicista apareció en ambos discursos, y hasta en la breve intervención de Griñán. Si a un socialista quieres hacerle feliz de verdad, dale una iglesia que quemar. Hay que ver qué pulsión tan obstinada. Ganó Rubalcaba por los pelos, pero da igual. Lo importante es que el socialismo español fue el gran derrotado, cautivo y desarmado. Recurrieron a todos los trucos y a todas las trampas para intentar disimular, sin éxito, que ya no pueden decirnos nada. Su programa es un mapa detallado del infierno en que estamos. Hasta aquí hemos llegado, camarada.
Los momentos más cínicos los protagonizó Rubalcaba diciendo que le encantaba la ética y que no era nada sectario. Lo más hortera fue Chacón gritando como aquellos hombres que antes paseaban por la playa vendiendo helados, coco y cacahuetes. Que casi la mitad de los delegados socialistas votaran a una mujer tan insustancial e inconsistente es tan alucinante como que la otra mitad apoyara a uno de los hombres más oscuros de España. Ser socialista era ayer una derrota asegurada.
De un PSOE instalado en las trincheras guerracivilistas podemos esperar cualquier jugarreta, y de un líder como Rubalcaba, cualquier atrocidad. Volverá el juego sucio, el peligro a la vuelta de la esquina. Lo venenoso manchará de nuevo la vida pública española. No vayas distraído, mira dos veces antes de cruzar la calle, no hables con desconocidos. Cuando Rubalcaba dice que su principal valor es la experiencia lo que en realidad quiere decir es que tiene un pasado de doble y triple fondo de armario.
Como un bicho herido que quiere morir matando, el PSOE demostró ayer que está vacío y acabado, pero que no piensa entregar las armas.
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