Colombia pide la libertad de los rehenes y el fin a la violencia
Durante la protesta fluyó la rabia y la indignación que desató hace 10 días el asesinato a sangre fría de tres policías y un militar que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tenían cautivos desde hace más de 10 años.
"¡No más FARC!", "¡No más FARC!", "¡Libertad!", "¡Libertad!", "¡Vivos los llevaron, vivos los esperamos!", gritaron los manifestantes que marcharon con banderas blancas y de Colombia mientras hacían sonar silbatos.
"Colombia entera se está pronunciando, diciéndole a los violentos no más violencia, no más secuestros, diciéndoles que queremos nosotros la paz, que no es solamente el Gobierno, es todo Colombia", dijo el presidente Juan Manuel Santos.
"Es un mensaje contundente de una población que está hastiada de violencia", agregó el mandatario, quien exigió la liberación de los rehenes secuestrados por las FARC como un paso y una demostración de que tienen intención de llegar a un acuerdo para la paz.
En poder del grupo rebelde activo más antiguo de América Latina continúan 11 miembros de las Fuerzas Armadas y por lo menos 300 civiles, de acuerdo con las estadísticas oficiales.
Horas después, las FARC anunciaron que liberarán a seis militares, pero no revelaron sus identidades ni precisaron la fecha ni el lugar de la entrega.
"Seguiremos explorando todas las vías que nos puedan conducir a este noble propósito y a concretar, en el marco de la nueva situación generada (...) la liberación unilateral de los prisioneros de guerra que en misiva anterior les anunciamos, a pesar de que algunos de ellos cayeron en el insensato intento de rescate militar", dijo el grupo rebelde.
En una comunicación a un grupo de mediadoras, responsabilizaron al Gobierno de la muerte de los tres policías y el militar y acusaron al Ejército de intentar rescatarlos, versión que previamente rechazó el propio Santos.
Las FARC anunciaron que pese a la reciente muerte de los cuatro secuestrados, insistirán ante el Gobierno en un acuerdo para intercambiar rehenes por guerrilleros encarcelados, a lo que Santos respondió con un tajante no.
"Una de las formas de expresar esa voluntad es liberar a los secuestrados unilateralmente, sin condiciones, y sin show, que los liberen. Luego vemos cómo podemos sentarnos a ver si hay posibilidades de diálogo o no, pero hablar de acuerdo humanitario, de canje, no", advirtió el mandatario.
PROTESTA NO SUPERO LAS DEL 2008
La manifestación - que se extendió a ciudades de Estados Unidos, Canadá y Europa - no tuvo la misma participación de las de 2008, en un país de 46 millones de habitantes donde han sido escasas las protestas contra la violencia derivada del conflicto interno de casi cinco décadas.
"Nosotros representamos a toda Colombia. Yo no tengo un familiar secuestrado, pero estoy aquí para decir que ya hemos tenido suficiente tolerancia con la guerrilla, no más", dijo en Bogotá Rubén Castaño, un ingeniero de 44 años.
Las FARC, con unos 8.000 combatientes - bastante menos que los 17.000 que llegaron a tener -, son capaces de perpetrar ataques de gran impacto en ciudades y en las zonas montañosas donde se refugian, pero están amenazadas por una intensa ofensiva militar que ha acabado con varios de sus líderes.
Ante la negativa a avanzar a una negociación de paz pese a que el Gobierno ha dicho estar abierto a ella, aunque con condiciones, el grupo considerado como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea se arriesga a convertirse en una facción criminal dedicada al narcotráfico y al secuestro.
La muerte de los cuatro rehenes fue el golpe más fuerte de las FARC desde el deceso a comienzos de noviembre de su máximo líder Alfonso Cano en un combate con el Ejército en una zona montañosa del sur del país. Un quinto rehén se salvó de ser ejecutado por los rebeldes porque corrió y se escondió en la jungla durante el combate.
En reemplazo de Cano, fue nombrado Rodrigo Londoño, alias Timoleón Jiménez o "Timochenko".
Las FARC, que dicen luchar por imponer un sistema socialista en un país con profundas diferencias entre ricos y pobres, descartó la posibilidad de entregar las armas y desmovilizarse como la ha pedido el Gobierno, aunque no cerró del todo la posibilidad de iniciar una negociación de paz.
Pese a que el Gobierno impulsa en el Congreso un proyecto de ley que establece las bases para una eventual negociación de paz y que contempla penas cortas para los responsables de delitos de lesa humanidad que abandonen la lucha armada, por ahora las condiciones no parecen estar dadas para el diálogo, según analistas.
La última negociación de paz fue entre 1998 y 2002 durante el Gobierno del ex presidente Andrés Pastrana, pero fracasó.
Las FARC llegaron a tener más de 60 rehenes con los que buscaban acuerdos para intercambiarlos por cientos de guerrilleros presos. Unos fueron rescatados por las Fuerzas Armadas o liberados como un gesto de paz, mientras que otros se escaparon o murieron asesinados o enfermos. Entre los secuestrados figuraron la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y tres estadounidenses, rescatados por el Ejército en julio de 2008.
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