jueves, 28 de abril de 2011

Familia

Tener hijos es lo que da sentido a la vida. Ya sé que hay personas que no los pueden o quieren tener y viven felices. Se vuelcan en sus sobrinos o ahijados, o en sus mascotas. El caso es que todos necesitamos un proyecto de futuro: alguien a quien cuidar y de quien preocuparnos hasta que sea adulto por lo menos; una continuidad para nuestro proyecto vital. Eso lo saben muy bien en las sociedades poco desarrolladas. Sin embargo, cuanta más tecnología tiene un país, más se tiende a olvidar lo único importante. Llenamos el día de actividades ineludibles y otras que no lo son tanto. La televisión y el ordenador o el móvil nos ayudan a estar ocupados y no pensar. De ese modo, perdemos de vista cuáles son nuestros objetivos. La vida sólo tiene sentido con alguien con quien compartirla y a quien dedicar todos nuestros esfuerzos.

Me temo que no estoy tan inspirada últimamente... ¿Cómo explicar algo que no necesita explicación?. Cualquier que tenga hijos lo podría hacer mejor que yo. Asistir al nacimiento de una nueva vida, verle reconocer el mundo, aprender a manejarse,, hasta hacerse independiente; justifica por sí solo todo el tiempo y la dedicación que implica. No hay otro tema u otra profesión más importante en la vida. El objetivo de perpetuar la especie es, naturalmente, algo básico en todo ser vivo. Y el argumento de que el planeta está sobrepoblado sólo se aplica en algunas zonas. Pero, aunque así fuera, tener descendencia y consagrarle toda nuestra ilusión sigue siendo, ahora y siempre, con o sin desarrollo material, el fin principal de la existencia de todo ser humano, y la fuente de nuestra felicidad.