jueves, 18 de noviembre de 2010
El tiempo me da la razón
La verdad es que no sé si alegrarme o no, porque la mayoría de las cosas que digo son negativas, pero me ha gustado leer el informe del defensor del menor criticando las mismas series de televisión de las que yo llevo hablando tanto tiempo. Resulta desesperante ver como tantos adolescentes e incluso niños pequeños se han criado con el único ejemplo de los personajes que ven en sus series favoritas; física o química, los simpson, padre de familia, al salir de clase y tantas otras... O el daño que pueden hacer programas como El hormiguero, pensando teóricamente para los pequeños, pero que parece un documental sobre sexo y vicios variados. Me pregunto cómo los productores pueden dormir por la noche.
No pasaría nada si en casa con los niños estuvieran sus padres controlando lo que ven y dándoles una opinión diferente sobre los temas. Pero es que sus hijos tienen la mayoría una televisión en su cuarto y ven lo que quieren cuando quieren, sin ninguna clase de control paterno y sin otros referentes morales que los citados programas. Así no es de extrañar que cada año unas 18000 jóvenes menores de edad se queden embarazadas en España. Esto contando teóricamente con que conocen de sobra el uso de anticonceptivos y los tienen a su alcance. De ellas, la mayor parte pasarán a engrosar las listas del aborto o de la píldora del día después, con el consiguiente cargo de conciencia que habrán de arrastrar el resto de sus vidas. En buena parte, por culpa de la televisión.
No pasaría nada si en casa con los niños estuvieran sus padres controlando lo que ven y dándoles una opinión diferente sobre los temas. Pero es que sus hijos tienen la mayoría una televisión en su cuarto y ven lo que quieren cuando quieren, sin ninguna clase de control paterno y sin otros referentes morales que los citados programas. Así no es de extrañar que cada año unas 18000 jóvenes menores de edad se queden embarazadas en España. Esto contando teóricamente con que conocen de sobra el uso de anticonceptivos y los tienen a su alcance. De ellas, la mayor parte pasarán a engrosar las listas del aborto o de la píldora del día después, con el consiguiente cargo de conciencia que habrán de arrastrar el resto de sus vidas. En buena parte, por culpa de la televisión.
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