sábado, 15 de mayo de 2010

Con fecha de caducidad

El cuerpo humano está diseñado para vivir unos cuarenta años; sin embargo, gracias a nuestra calidad de vida hemos conseguido alargarlo hasta el doble, lo cual no está nada mal. Sin embargo, el deterioro se va notando porque las células tienen unos mecanismos de autodestrucción y cada vez se producen en menor cantidad. Además, a veces el dispositivo enloquece y crea el efecto contrario: células inmortales que provocan el cáncer. Esta enfermedad es más propia de sociedades avanzadas y envejecidas, porque en las otras no suelen llegar a esos niveles de deterioro. Así que, se puede decir que somos afortunados de tener la oportunidad de envejecer -que otros no tienen-, a pesar de que eso implique soportar la artrosis, las cataratas, problemas circulatorios y óseos, etc.

Sin embargo, uno debería llegar a los cuarenta con los deberes hechos, por lo que pudiera pasar. Si se trata de la profesión, es difícil progresar en los últimos veinte años de vida laboral. Si se trata de la familia, los hijos ya deberían haber nacido antes de esa fecha; por su bien y por el tuyo. Si se trata de aficiones, es mejor comenzar mientras se está en buenas condiciones físicas y mentales. Ya sé que suena pesimista y siempre existen excepciones: personas que aparentan menos edad y están en plena forma incluso en la vejez. Pero, como la mayoría somos caducos, no me canso de repetir que los grandes objetivos de la existencia debería estar al menos encauzados a los cuarenta años. No se trata de vivir a tope, sino de elegir sabiamente lo que quieres vivir.