viernes, 10 de julio de 2009

Una generación deprimida

(Extracto de una carta al director)
"... Las razones de entonces no las llego a comprender ahora que me asfixia la desesperación del desempleo. Es una tortura, un paso atrás. Qué bien si hubiera tenido hijos para compartir estos malos momentos. Debería ser obligado que alguien nos esperara en casa al llegar de una dura jornada y, aunque trabajo, familia, casa y futuro parezca mucho pedir es lo más elemental. Por fin llego a la sección que me interesa. El horóscopo me predice para los próximos días salud para afrontar mis días de paro, suerte para mis proyectos laborales inexistentes y mucha comprensión de mi pareja, que se referirá a mi ex pareja, digo yo, esté donde esté. Estoy tranquilo, estos próximos siete días las estrellas están de mi parte." Mario González

Este texto podrán escribirlo miles de personas de aquí a pocos años. Dejando aparte que el autor esté en el paro, lo cierto es que ha llegado a la madurez emocional y se encuentra con que puso todo su interés en el lugar equivocado. Una juventud dedicada al éxito laboral y al disfrute del tiempo libre. Múltiples parejas. No hubo tiempo para hijos, ni ganas de luchar por un futuro común. Probablemente un divorcio express y cada uno por su lado. Ahora vuelve a casa y descubre que no hay nadie que le necesite. Sus padres seguramente estén en una residencia. Sus hermanos, si los tenía, han perdido el contacto. Sus amigos eran circunstanciales. No le queda más opción que buscar otra pareja, con menos ganas e ilusión cada vez.

Me pregunto cuánta gente habrá en esa misma situación de aquí a diez años. Al ritmo que llevamos sólo de rupturas matrimoniales, pronto serán mayoría. Los más afortunados, al menos tendrán unos hijos de que ocuparse. Siempre que escribía sobre la vida en pareja, había alguien que me decía aquello de: yo soy feliz así y no necesito formar una familia. Por supuesto, a los veinte años, a los treinta, pero no a los cuarenta. Incluso aquellos que siguen solteros se vuelcan con sus padres o sus hermanos; y los que no tienen hijos, se desviven por sus sobrinos. Todos necesitamos ese contacto humano para que la vida tenga sentido. Pero no vale la simple relación laboral o la amistad interesada. Lo que le da valor a la vida es amar y ser amado, especialmente en los momentos de dificultad. Me temo que el número de depresiones se va a disparar en esta generación.