domingo, 7 de junio de 2009

Opiniones

Los que llevan tiempo por aquí saben que yo solía aceptar las opiniones contrarias con bastante deportividad. El problema es distinguir cuándo una crítica se convierte en un ataque personal. Por ejemplo, dar a entender que soy tonta y sólo repito lo que me dicen como un lorito, es un insulto, aunque se diga más o menos educadamente. Asimismo, aprovechar cualquier excusa para aludir a mi condición de católica y arremeter contra la Iglesia, tampoco es admisible. Estoy cansada del tema, pero repetiré una vez más que el aborto no es un problema político ni religioso; es una cuestión de moral universal.

Os traigo una frase de David Cameron, lider del partido conservador británico: "Yo diría que los conservadores tendemos a pensar que los laboristas andan equivocados en sus puntos de vista y en sus políticas, pero hay laboristas que directamente piensan que los conservadores somos una gente malvada y detestable por naturaleza, lo que resulta tan ridículo como erróneo". Así que como veis no se trata de un problema exclusivo de España. Y otra de Juan Manuel de Prada: "... lo que pasa es que hay una gran plasta que cae sobre todo y hace que todo el mundo piense igual, y el que no piensa igual no se atreve a decirlo. Estamos padeciendo lo que yo llamo la tiranía impuesta".

Decir que yo soy una persona autoritaria, que no respeto otras posturas, es absurdo en sí mismo, porque no estamos discutiendo de tonterías sino de valores absolutos. Es decir, si estoy en contra de la infidelidad, no puedo admitir excepciones de una vez por semana, por ejemplo. Tampoco se puede defender el derecho a la vida a medias. Pero lo más curioso es que algunos creen que no puedo soportar las críticas porque soy demasiado blanda. Tengo tres hijos adolescentes. A pesar de que los míos son bastante tranquilos para lo que se ve por ahí, estoy acostumbrada a que me juzguen y me condenen a diario.

Lo que dice una adolescente no se le puede tener en cuenta porque son sus hormonas las que hablan. Sin embargo, pueden ser muy crueles. Además, naturalmente, te importa mucho más la opinión de alguien que aprecias que la de un extraño. Si además resulta que son inteligentes, incisivos y sarcásticos, el resultado puede ser demoledor. A veces pienso que voy a volver a abrir los comentarios, pero dejaré que los contesten mis hijos. Entonces sí que tendrían motivos algunos para decir que soy agresiva y no acepto más que mi punto de vista. Yo sí que me iba a divertir. Esta es la campaña electoral más sucia que he visto, y ya llevo unas cuantas.