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sábado, 2 de octubre de 2010

Por las malas

El problema de ser inteligente (aunque suene soberbio), es que acabas conociendo muy bien a la gente. Eso supone una gran capacidad para ayudar, pero también para hacer daño. En mi caso, me cuesta un esfuerzo no utilizar en ocasiones las palabras que sé que darían en el blanco; así que prefiero callarme. Creo que soy una buena persona, pero todos tenemos nuestros límites; y no puedo negar que, a veces, encuentro un cierto placer en tirar con bala. Precisamente por eso cerré los comentarios. No me parece bien utilizar mis capacidades especiales para el ataque. Es algo parecido al código de honor de las artes marciales: sólo para la defensa personal y en la medida justa para conseguir el efecto deseado.

Lástima que la mayoría no tengan ese sistema de autocontención y, además de la manera más burda, no duden en atacar frontalmente todo lo que se opone a su sistema de creencias. Un sistema que son una serie de consignas aprendidas, sobre las cuales ni siquiera han razonado o reflexionado. Son, simplemente, lo considerado políticamente correcto. Se echan de menos verdaderos rivales que te hagan buscar argumentos sólidos con los que defender tu opinión; en lugar de tener que limitarse a exigir respeto - cosa que, evidentemente, no comprenden -. Durante varios años, en este blog yo disfruté de comentaristas a la altura de las circunstancias, pero me temo que eso pasó a la historia, junto con los buenos modales y el sentido común.

domingo, 7 de junio de 2009

Opiniones

Los que llevan tiempo por aquí saben que yo solía aceptar las opiniones contrarias con bastante deportividad. El problema es distinguir cuándo una crítica se convierte en un ataque personal. Por ejemplo, dar a entender que soy tonta y sólo repito lo que me dicen como un lorito, es un insulto, aunque se diga más o menos educadamente. Asimismo, aprovechar cualquier excusa para aludir a mi condición de católica y arremeter contra la Iglesia, tampoco es admisible. Estoy cansada del tema, pero repetiré una vez más que el aborto no es un problema político ni religioso; es una cuestión de moral universal.

Os traigo una frase de David Cameron, lider del partido conservador británico: "Yo diría que los conservadores tendemos a pensar que los laboristas andan equivocados en sus puntos de vista y en sus políticas, pero hay laboristas que directamente piensan que los conservadores somos una gente malvada y detestable por naturaleza, lo que resulta tan ridículo como erróneo". Así que como veis no se trata de un problema exclusivo de España. Y otra de Juan Manuel de Prada: "... lo que pasa es que hay una gran plasta que cae sobre todo y hace que todo el mundo piense igual, y el que no piensa igual no se atreve a decirlo. Estamos padeciendo lo que yo llamo la tiranía impuesta".

Decir que yo soy una persona autoritaria, que no respeto otras posturas, es absurdo en sí mismo, porque no estamos discutiendo de tonterías sino de valores absolutos. Es decir, si estoy en contra de la infidelidad, no puedo admitir excepciones de una vez por semana, por ejemplo. Tampoco se puede defender el derecho a la vida a medias. Pero lo más curioso es que algunos creen que no puedo soportar las críticas porque soy demasiado blanda. Tengo tres hijos adolescentes. A pesar de que los míos son bastante tranquilos para lo que se ve por ahí, estoy acostumbrada a que me juzguen y me condenen a diario.

Lo que dice una adolescente no se le puede tener en cuenta porque son sus hormonas las que hablan. Sin embargo, pueden ser muy crueles. Además, naturalmente, te importa mucho más la opinión de alguien que aprecias que la de un extraño. Si además resulta que son inteligentes, incisivos y sarcásticos, el resultado puede ser demoledor. A veces pienso que voy a volver a abrir los comentarios, pero dejaré que los contesten mis hijos. Entonces sí que tendrían motivos algunos para decir que soy agresiva y no acepto más que mi punto de vista. Yo sí que me iba a divertir. Esta es la campaña electoral más sucia que he visto, y ya llevo unas cuantas.