miércoles, 17 de junio de 2009

Desigualdad

La famosa igualdad entre hombres y mujeres es una entelequia, es decir, un absurdo. Podrá haber los mismos derechos, pero eso no impide que nuestras diferencias físicas y emocionales determinen nuestras vidas. Por ejemplo, en principio una mujer puede ser albañil, pero no tiene mucho sentido elegir un oficio cansado, peligroso y mal pagado, para el que no se tienen condiciones. Del mismo modo, no se puede evitar que a las niñas les gusten los muñecos y a los niños los deportes de contacto. Miles de años de evolución y sus hormonas correspondientes se han ocupado de ello.

Esto lo saben muy bien los fabricantes de juguetes, que diseñan lo que saben que se va a vender, y también los guionistas de cine. Películas como Casablanca, Instinto básico, Nueve semanas y media o la saga de James Bond, no son precisamente un ejemplo de trato igualitario a las mujeres y, sin embargo, han tenido un gran éxito de público. Esta claro que no se puede legislar contra los gustos de la gente o imponer una doctrina que se opone a la propia naturaleza. No es una cuestión de educación que a los hombres y las mujeres nos atraiga precisamente lo que nos diferencia, aunque eso suponga renunciar a planteamientos teóricos.

También reaccionamos de distinta manera. Ante una relación esporádica, por ejemplo, un hombre suele ser capaz de separar el amor del sexo, mientras que una mujer tiende a involucrarse sentimentalmente. Eso se explica porque, a lo largo de la historia, ellas habitualmente no han podido elegir pareja y no tenían más remedio que crear lazos con un desconocido. La excepción podrían ser las prostitutas, quienes, sin embargo, suelen enamorarse del hombre que las explota y maltrata. Siendo todo esto tan sabido, no me explico cómo todavía hay hombres que se extrañan, y mujeres que siguen cayendo en la trampa más vieja que existe: confundir el deseo con el cariño.

No se puede llegar al corazón de un hombre a través del sexo, porque no existe esa comunicación en su caso. Al contrario, sí que funciona. Una pareja enamorada va sintiéndose físicamente atraída de forma gradual. Cuando se pretende forzar la situación pasando directamente al postre, lo único que se consigue es crear confusión en ambos. Ella piensa que pueden llegar a algo más, a tener una pareja o incluso una familia. Pero él cree que sólamente está buscando pasar el rato sin compromiso. Los contactos en el trabajo favorecen mucho esa situación, porque pasar tantas horas juntos puede crear malentendidos. Para conseguir una relación plena, lo ideal es ir siguiendo los pasos uno tras otro, sin atajos ni precipitaciones.