sábado, 30 de mayo de 2009
El lenguaje de la Iglesia
Creo que realmente la Iglesia católica tiene un problema a la hora de hacerse entender. Realmente lo que quería decir la revista era lo siguiente:
Si se supone que el sexo es sólo diversión y el aborto ya no va a ser delito, entonces la violación tampoco tiene importancia y no debería ser delito.
Pero esto naturalmente es una ironía sutil que no entiende la mayor parte de la gente. El problema es que los altos cargos religiosos suelen ser gente muy culta y preparada y no están acostumbrados al lenguaje de la calle. De hecho, las pastorales que escriben son casi imposibles de entender para la mayoría de los católicos, a no ser que cuenten con la ayuda de un teólogo. Esos textos llenos de metáforas y referencias a la historia de la doctrina cristina no suelen ayudar tampoco a difundir sus ideas o atraer nuevos creyentes.
Por ejemplo, podrían decir que es imposible que los superiores estuvieran al tanto de los abusos en Irlanda, por una razón sencilla. Se trataba de niños y, por tanto, los sacerdotes eran homosexuales. De haberlo sabido las autoridades eclesiales, les hubieran expulsado de inmediato, porque no están permitidos los sacerdotes homosexuales. La única manera de que no lo hicieran sería que lo hubieran admitido en confesión, y aún así, algo hubieran hecho con ellos.
Lo que ocurre en la Iglesia es lo mismo que pasa con cualquier persona que tenga cierto poder: que se rodean de gente que se limita a darles la razón y no cuestionan nunca su lenguaje. De este modo, no son conscientes de hasta qué punto el común de los ciudadanos pueden tergiversar sus palabras y, con más razón, si algo suena realmente mal, como es el caso. Sin embargo, no hace falta ser cristiano para saber que un asesinato es más grave que una violación, por muy horribles que nos parezcan ambas situaciones.
Si se supone que el sexo es sólo diversión y el aborto ya no va a ser delito, entonces la violación tampoco tiene importancia y no debería ser delito.
Pero esto naturalmente es una ironía sutil que no entiende la mayor parte de la gente. El problema es que los altos cargos religiosos suelen ser gente muy culta y preparada y no están acostumbrados al lenguaje de la calle. De hecho, las pastorales que escriben son casi imposibles de entender para la mayoría de los católicos, a no ser que cuenten con la ayuda de un teólogo. Esos textos llenos de metáforas y referencias a la historia de la doctrina cristina no suelen ayudar tampoco a difundir sus ideas o atraer nuevos creyentes.
Por ejemplo, podrían decir que es imposible que los superiores estuvieran al tanto de los abusos en Irlanda, por una razón sencilla. Se trataba de niños y, por tanto, los sacerdotes eran homosexuales. De haberlo sabido las autoridades eclesiales, les hubieran expulsado de inmediato, porque no están permitidos los sacerdotes homosexuales. La única manera de que no lo hicieran sería que lo hubieran admitido en confesión, y aún así, algo hubieran hecho con ellos.
Lo que ocurre en la Iglesia es lo mismo que pasa con cualquier persona que tenga cierto poder: que se rodean de gente que se limita a darles la razón y no cuestionan nunca su lenguaje. De este modo, no son conscientes de hasta qué punto el común de los ciudadanos pueden tergiversar sus palabras y, con más razón, si algo suena realmente mal, como es el caso. Sin embargo, no hace falta ser cristiano para saber que un asesinato es más grave que una violación, por muy horribles que nos parezcan ambas situaciones.