viernes, 3 de abril de 2009

¿La cura de la sordera?

Cada vez que digo que no voy a publicar, aparece un motivo importante para hacerlo.

Pongo la televisión. Aparece una noticia hablando de que, la posible cura de un tipo determinado de sordera (de aquí a diez años) pasa por las células madre embrionarias. Se necesita un embrión de diez semanas. No quiero saber qué clase de animal están utilizando en las pruebas. Se extrae vivo de la madre y se le quita el órgano del oído. Con ello, tal vez puedan curar una enfermedad que afectaría a una persona entre un millón, a costa del sacrificio de varios miles. Si el doctor Mengele sigue vivo, como dicen, estará feliz y contento. Por fín se aprecia todo su talento. A mí esto me suena a ritual de satanismo. En la Edad Media, las que se creían brujas, también gustaban de robar bebés y sacrificarlos.

A todo esto, no está claro que funcione. En los últimos veinte años hemos oído cientos de anuncios parecidos sobre la cura del cáncer, por ejemplo, y vas al hospital y te aplican radioterapia y quimioterapia, como siempre. Lo demás, siguen siendo bonitas teorías en la mayor parte de los casos. Otra noticia: grandes cantidades de sangre para donaciones a partir de células madre embrionarias. Ya sería triste que, para una actividad altruísta que podemos hacer, ya no hiciera falta. Pero, no hay problema, porque es otra noticia de propaganda para aumentar los fondos para la investigación con células madre embrionarias. Las células madre adultas ya han curado a mucha gente, las otras a nadie. Pero existe un negocio inmenso tras la investigación, y toda una concepción del mundo.

Comprendo que no todo el mundo sea superdotado, pero tampoco es cuestión de que nos tomen por tontos. Ocurre igual con el famoso cambio climático. Si a alguien le pagan mil millones por demostrar la relación entre las patatas y el cambio climático, os aseguro que la demuestra, aunque tenga que inventarsela. Mientras, medio mundo se sigue muriendo de cosas de lo más vulgares y fáciles de evitar. Por cierto, que tampoco hay casi niños sordos en España, porque sus madres los abortan en cuanto oyen la terrible palabra "malformación", aunque sea del dedo gordo del pie.