Yo soy una ecologista atípica, porque no me creo la mitad de lo que dicen. Por ejemplo, creo que el calentamiento global es una fase normal de la historia de nuestro planeta, y no podemos hacer mucho por evitarlo. Más fácil sería luchar contra la sobrepesca, pero hay demasiados intereses implicados. Tampoco soluciona mucho tener más cantidad de coches porque sean ecológicos. Los combustibles vegetales están aumentando el hambre en el mundo. Aquellos que, teóricamente deberían estar de parte de los necesitados, también son parte del sistema.
Por otra parte, el planeta en sí es bastante caótico. No se entiende que vivan millones de personas cerca de volcanes o en lugares de riesgo sísmico. Pero tampoco sería justo obligarles a trasladarse. Hay zonas superpobladas y otras con una densidad de población muy baja, pero eso depende de múltiples factores y no se puede regular fácilmente. Un tema evitable, en cambio, sería la deforestación. Si hay algo que puede acabar realmente con el planeta es la falta de oxígeno, debida a la desaparición de los bosques. Así que, al menos me gustaría que no intenten convencernos de que, por utilizar un detergente estamos contribuyendo a salvar la Tierra, cuando lo cierto es que las fábricas de detergente también contaminan, consumen energía y generan residuos tóxicos.