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jueves, 1 de abril de 2010
Jueves Santo. Vive la vida
Este mundo en que vivimos se ha vuelto cada vez más individualista, aunque, por otra parte, se fomenta la vida social o la pertenencia a un grupo. Ser autosuficiente parece ser la máxima del día; no necesitar a nadie; no depender de nadie; tampoco dejar que nadie dependa de tí. Existe una cierta mentalidad de robot programable dispuesto a todo, salvo a perder el tiempo con sentimientos complejos. Es una pena. Seguramente, es verdad que una vida así te ahorra todo tipo de malestares. Si no esperas nada de nadie, nunca sales defraudado. Si no te encariñas con alguien, tampoco lo echas de menos. Pero, ¿qué clase de vida es esa?. Todos los días iguales se transforman en años parecidos. Las personas entran y salen de tu vida sin apenas dejar huella. Acabas teniendo un máster en anécdotas sin importancia de todo tipo. Total, para no atesorar nada que realmente valga la pena.
Vivir la vida es abrir tu coraza y dejar que te hieran. Por eso, paradójicamente, no hay mejor manera de vivirla que la de los mártires, y, entre ellos, ante todo Jesucristo, quien se entregó a la muerte de forma voluntaria para hacernos llegar su mensaje: que el amor es lo único que importa. Renunciando a su vida, que era lo más valioso que poseía, y a través de su sufrimiento, nos enseñó cómo debemos vivir la nuestra. No relacionarse con nadie, no comprometerse, no tener hijos, no cuidar de nadie..., es el mejor modo de desperdiciar una existencia. Ninguna experiencia al límite, ni el cúmulo de cientos de ellas, podrá igualar nunca lo que se siente al amar a alguien. Jesús nos enseña a anteponer ese amor a cualquier circunstancia, a nuestra propia pereza o miedo; de modo que pasemos de ser un "yo" a un "nosotros", y ya no concibamos más la vida como una competición, sino como una convivencia entre hermanos.
Vivir la vida es abrir tu coraza y dejar que te hieran. Por eso, paradójicamente, no hay mejor manera de vivirla que la de los mártires, y, entre ellos, ante todo Jesucristo, quien se entregó a la muerte de forma voluntaria para hacernos llegar su mensaje: que el amor es lo único que importa. Renunciando a su vida, que era lo más valioso que poseía, y a través de su sufrimiento, nos enseñó cómo debemos vivir la nuestra. No relacionarse con nadie, no comprometerse, no tener hijos, no cuidar de nadie..., es el mejor modo de desperdiciar una existencia. Ninguna experiencia al límite, ni el cúmulo de cientos de ellas, podrá igualar nunca lo que se siente al amar a alguien. Jesús nos enseña a anteponer ese amor a cualquier circunstancia, a nuestra propia pereza o miedo; de modo que pasemos de ser un "yo" a un "nosotros", y ya no concibamos más la vida como una competición, sino como una convivencia entre hermanos.
Etiquetas:
autosuficiencia,
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martes, 3 de noviembre de 2009
Europa deprimida
En España murieron 3263 personas por suicidio en 2007 frente a 2741 en accidentes de tráfico. Parece ser en que, en los países del norte de Europa, están aumentando mucho las depresiones y los suicidios, especialmente en Francia, donde ya parece una epidemia. Sin embargo, en los países pobres practicamente no saben lo que es una depresión. Es como el tema de la alimentación: dicen que se muere tanta gente de hambre como de enfermedades derivadas del exceso de comida.
Así que, finalmente, todo mantiene un cierto equilibrio o justicia poética, que podríamos llamarle. Lo de las depresiones a mí no me extraña nada, fijándonos en unas sociedades que han sustituído el compromiso y la familia por el hedonismo y el individualismo. Cuando todo va bien y son jóvenes despreocupados es fácil ser feliz, pero cuando pasan los años y se encuentran sin un proyecto de futuro, naturalmente, se les cae el mundo encima.
Si a eso le añadimos excesos con el sexo, el alcohol y las drogas, que acaban pasando factura en su salud a largo plazo; tenemos jóvenes envejecidos de forma prematura y desmotivados hacia cualquier clase de relación personal. Treintaañeros con complejo de Peter Pan, divorciados varias veces buscando otra oportunidad más, padres de chicos sin problemas, pero muy problemáticos... Todo ello se combina con la falta de fe y solidaridad con el prójimo y de este cóctel sólo puede resultar una depresión.
Entonces algunas autoridades deciden que sale más barato y es más fácil ayudar a esas personas a morir que lo que sería indagar en las causas, ponerles tratamiento psicológico o cambiar su actitud ante la vida. Mientras, en los países pobres, siguen intentando evitar la muerte a causa de la guerra, el hambre o las enfermedades, y no les queda tiempo para arruinar sus vidas debido a su propia autocomplacencia.
Así que, finalmente, todo mantiene un cierto equilibrio o justicia poética, que podríamos llamarle. Lo de las depresiones a mí no me extraña nada, fijándonos en unas sociedades que han sustituído el compromiso y la familia por el hedonismo y el individualismo. Cuando todo va bien y son jóvenes despreocupados es fácil ser feliz, pero cuando pasan los años y se encuentran sin un proyecto de futuro, naturalmente, se les cae el mundo encima.
Si a eso le añadimos excesos con el sexo, el alcohol y las drogas, que acaban pasando factura en su salud a largo plazo; tenemos jóvenes envejecidos de forma prematura y desmotivados hacia cualquier clase de relación personal. Treintaañeros con complejo de Peter Pan, divorciados varias veces buscando otra oportunidad más, padres de chicos sin problemas, pero muy problemáticos... Todo ello se combina con la falta de fe y solidaridad con el prójimo y de este cóctel sólo puede resultar una depresión.
Entonces algunas autoridades deciden que sale más barato y es más fácil ayudar a esas personas a morir que lo que sería indagar en las causas, ponerles tratamiento psicológico o cambiar su actitud ante la vida. Mientras, en los países pobres, siguen intentando evitar la muerte a causa de la guerra, el hambre o las enfermedades, y no les queda tiempo para arruinar sus vidas debido a su propia autocomplacencia.
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