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martes, 12 de octubre de 2010
Pasión por el deporte
España está alcanzando una hegemonía en ese campo realmente asombrosa, pero no es fruto de la casualidad, sino de muchos años de dedicación y esfuerzo. Actualmente, recogemos los frutos de las subvenciones y los programas de entrenamiento iniciados durante la presidencia de Aznar, (antes de que se le subiera el cargo a la cabeza). El éxito, por desgracia, suele depender mucho del dinero que se invierte y cómo se invierte. Nadal, Alonso, Contador, Pedrosa, la selección nacional de futbol –sin olvidar la de baloncesto, que ya nos hizo campeones mundiales sin que hubiera tanta celebración -. Además de otros equipos de deportes menos conocidos pero no menos meritorios, como puedan ser el hockey, la natación sincronizada, la gimnasia artística o la marcha de atletismo. El caso es que hemos demostrado que, cuando nos ponemos a algo con ganas, podemos hacerlo igual o mejor que cualquiera. Si se trata de arruinarnos, también lo hacemos a fondo.
Ya que la situación del país no es nada halagüeña, ni en el campo económico ni en el social, es una suerte que, al menos, podamos contar con el aliciente que supone destacar a nivel internacional en algún campo. Sin duda, sería más interesante tener una situación saneada, pero tal vez eso no lo disfrutaríamos tanto a corto plazo. Y es que, incluso yo que no soy deportista – ni siquiera de sillón - , me siento bien al ver a mi país tan bien representado. Me encanta que pongan el himno y la bandera e, incluso, que canten la tontería esa de “yo soy español,…” con la música de Kalinka, aunque sea estropear una gran canción. Todo sea por nuestra autoestima nacional que anda demasiado tocada. No es que espere maravillas por los éxitos deportivos de España, pero sin duda es mejor que nada.
Ya que la situación del país no es nada halagüeña, ni en el campo económico ni en el social, es una suerte que, al menos, podamos contar con el aliciente que supone destacar a nivel internacional en algún campo. Sin duda, sería más interesante tener una situación saneada, pero tal vez eso no lo disfrutaríamos tanto a corto plazo. Y es que, incluso yo que no soy deportista – ni siquiera de sillón - , me siento bien al ver a mi país tan bien representado. Me encanta que pongan el himno y la bandera e, incluso, que canten la tontería esa de “yo soy español,…” con la música de Kalinka, aunque sea estropear una gran canción. Todo sea por nuestra autoestima nacional que anda demasiado tocada. No es que espere maravillas por los éxitos deportivos de España, pero sin duda es mejor que nada.
jueves, 23 de julio de 2009
España
Cuando yo era pequeña, en pleno franquismo, existía algo llamado Festival folklórico de los pirineos, en Jaca. Creo que sigue existiendo pero ya no es famoso. Todos los años, transmitían las actuaciones que iban intercalando una región española con un país extranjero. Recuerdo lo orgullosa que me sentía entonces por nuestra variedad cultural y nuestro arte. Eran los tiempos en que los catalanes tenían fama de trabajadores, no de avaros; los andaluces destacaban por su alegría, no por su pereza; los gallegos se consideraban aventureros, no cerriles; los castellanos austeros, no malvados represores; incluso a los vascos se les admiraba por ser fuertes y valientes, y prefiero no decir lo que opino ahora de ellos.
¿Qué fue de nuestra España? Ahora cada cual sólo intenta conseguir una parte mayor del pastel. Cuando digo que amo a mi país, la gente piensa que soy una radical fanática. En el extranjero, sin embargo, es lo más natural honrar tu himno y tu bandera. No sé si es consecuencia de la guerra civil o si siempre hemos sido así de estúpidos. Otras naciones tienen tanto o más para enorgullecerse o avergonzarse y, con todo, siguen manteniendo muy vivo su patriotismo. Aquel que no se valora a sí mismo, difícilmente va a ser apreciado por otros. El desprecio de la propia cultura sólo conduce a la decadencia. También el hecho de resaltar aquello que nos diferencia frente a lo que nos une.
España es un país donde practicamente todas las familias cuentan con miembros procedentes de varias regiones distintas; sin contar con los lazos sanguíneos con otros países. Dar la espalda a esa realidad significa volver a la prehistoria. Y, a pesar de que la llamada Fiesta Nacional me repugna, yo sí soy capaz todavía de decir: viva España.
Música: Cosa de dos. La quinta estación
¿Qué fue de nuestra España? Ahora cada cual sólo intenta conseguir una parte mayor del pastel. Cuando digo que amo a mi país, la gente piensa que soy una radical fanática. En el extranjero, sin embargo, es lo más natural honrar tu himno y tu bandera. No sé si es consecuencia de la guerra civil o si siempre hemos sido así de estúpidos. Otras naciones tienen tanto o más para enorgullecerse o avergonzarse y, con todo, siguen manteniendo muy vivo su patriotismo. Aquel que no se valora a sí mismo, difícilmente va a ser apreciado por otros. El desprecio de la propia cultura sólo conduce a la decadencia. También el hecho de resaltar aquello que nos diferencia frente a lo que nos une.
España es un país donde practicamente todas las familias cuentan con miembros procedentes de varias regiones distintas; sin contar con los lazos sanguíneos con otros países. Dar la espalda a esa realidad significa volver a la prehistoria. Y, a pesar de que la llamada Fiesta Nacional me repugna, yo sí soy capaz todavía de decir: viva España.
Música: Cosa de dos. La quinta estación
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