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miércoles, 26 de enero de 2011
Ley Sinde: los artistas son millonarios
Quiero decir, que los cantantes y actores en general viven muy bien, porque sus ingresos no se limitan a los discos y las películas. Se enriquecen gracias a las actuaciones en directo, la publicidad y otros actos públicos donde acuden. La mayoría de ellos tienen un nivel de vida muy superior a cualquier asalariado. ¿Se supone, entonces que tienen que darnos pena por las descargas ilegales?. En primer lugar, si no les parecía bien no tenían que haber comercializado los dispositivos de almacenamiento tipo MP3 y demás.
Ahora en cambio, pretenden que no los utilicemos o que paguemos cantidades desorbitadas por hacerlo. Eso no tiene sentido. Si acaso entendería que se cobre por los libros, ya que la mayor parte de los escritores apenas consiguen vivir de su obra y no se cuentan entre los millonarios. Sin embargo, los llamados "artistas" ya ganan demasiado y muchas veces no se lo merecen. No a la ley sinde.
Ahora en cambio, pretenden que no los utilicemos o que paguemos cantidades desorbitadas por hacerlo. Eso no tiene sentido. Si acaso entendería que se cobre por los libros, ya que la mayor parte de los escritores apenas consiguen vivir de su obra y no se cuentan entre los millonarios. Sin embargo, los llamados "artistas" ya ganan demasiado y muchas veces no se lo merecen. No a la ley sinde.
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jueves, 30 de septiembre de 2010
El hombre: esa contradicción
El feminismo actual ya no trata de asegurar los derechos de las mujeres, ya que éstos están garantizados por ley. Así que, conseguida la igualdad legal, ahora pretenden conseguir la supremacía social. Para ello, no dudan en atacar a los hombres desde todos los flancos. En el trabajo, mediante la discriminación positiva. En la familia, con los litigios de custodia. Y en la sociedad en general, ridiculizando su imagen pública. Este año he visto en la playa muchos hombres depilados. Supongo que es una gran victoria para aquellas mujeres amargadas por el dolor de la depilación que desearían, incluso, que los hombres menstruaran si ello fuera posible. No tienen en cuenta que ellos ya se afeitan a diario o bien se arreglan la barba. De todos modos, quien se dejan manipular de esta manera, tampoco merece que nadie le defienda.
Pero la campaña triunfa en todos los ámbitos; tanto en las películas, como en televisión, libros y, especialmente, en la publicidad. Se presenta al varón, o bien como un bruto, o como un patoso, sin personalidad ni carácter. Al mismo tiempo, sin embargo, se ensalza la figura del hombre físicamente perfecto - con abdomen musculado y demás; contribuyendo así a un cosificación de los hombres similar a la que tanto criticaban las feministas. Frente a ello, los hombres más atractivos siguen siendo aquellos que triunfan y saben defender su posición en la familia y en la sociedad. Como no abundan, esas mismas mujeres que disfrutan calumniando al género masculino, son las que luego se derriten por el actor que hace de duro en la ficción, o el deportista de moda. Demostrando así que sus teorías metrosexuales no les convencen ni a ellas mismas.
Pero la campaña triunfa en todos los ámbitos; tanto en las películas, como en televisión, libros y, especialmente, en la publicidad. Se presenta al varón, o bien como un bruto, o como un patoso, sin personalidad ni carácter. Al mismo tiempo, sin embargo, se ensalza la figura del hombre físicamente perfecto - con abdomen musculado y demás; contribuyendo así a un cosificación de los hombres similar a la que tanto criticaban las feministas. Frente a ello, los hombres más atractivos siguen siendo aquellos que triunfan y saben defender su posición en la familia y en la sociedad. Como no abundan, esas mismas mujeres que disfrutan calumniando al género masculino, son las que luego se derriten por el actor que hace de duro en la ficción, o el deportista de moda. Demostrando así que sus teorías metrosexuales no les convencen ni a ellas mismas.
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martes, 30 de junio de 2009
Cine español
Las películas de los años sesenta en España estaban basadas en una mentalidad muy básica y algo infantil. Tal vez por eso todavía se ven con gusto, aunque choque el cambio de costumbres. Las de los setenta, se basaban principalmente en el destape y eran muy previsibles, pero tenían su gracia. A partir de ahí, comenzaron a aparecer las subvenciones estatales, las cuadrillas de amigos según la ideología dominante y los "nuevos talentos" instantáneos.
En EE.UU para ser actor hay que pasar, en general, por una criba impresionante. Se requiere asistir durante años a una escuela de actores y competir con cientos de aspirantes por un papel. Aquí basta con ser conocido de alguien, modelo, hijo de, o caerle bien a los responsables del dinero. También es imprescindible generalmente ser de izquierdas y llevar una vida "liberal". Con esas condiciones, ya se sabe que todas las películas resultan cortadas por el mismo patrón.
Son comedias sin pretensiones, salpicadas de palabrotas y mucho sexo; o tragedias macabras hasta el límite; películas tristes, lentas y melancólicas; o reivindicaciones de la segunda República. De esta regla escapan de vez en cuando excepciones, como es natural; auténticas obras maestras, que suelen pasar desapercibidas para el gran público y no salen rentables. Luego todo se arregla diciendo que la gente no ve cine español porque no se le hace publicidad.
Lo cierto es que no van simplemente porque no tiene comparación con el americano, ni por argumento, ni por actores. Siempre dirá alguno que nos queda Almodóvar, pero su cine se ha convertido en una máquina de "eppatter" que dicen los franceses, sin más objetivo que el escándalo. Algo muy genuíno español, por otra parte. Hacer buen cine, como todo, cuesta tiempo y esfuerzo y, por tanto, está en contra de la mentalidad actual.
En EE.UU para ser actor hay que pasar, en general, por una criba impresionante. Se requiere asistir durante años a una escuela de actores y competir con cientos de aspirantes por un papel. Aquí basta con ser conocido de alguien, modelo, hijo de, o caerle bien a los responsables del dinero. También es imprescindible generalmente ser de izquierdas y llevar una vida "liberal". Con esas condiciones, ya se sabe que todas las películas resultan cortadas por el mismo patrón.
Son comedias sin pretensiones, salpicadas de palabrotas y mucho sexo; o tragedias macabras hasta el límite; películas tristes, lentas y melancólicas; o reivindicaciones de la segunda República. De esta regla escapan de vez en cuando excepciones, como es natural; auténticas obras maestras, que suelen pasar desapercibidas para el gran público y no salen rentables. Luego todo se arregla diciendo que la gente no ve cine español porque no se le hace publicidad.
Lo cierto es que no van simplemente porque no tiene comparación con el americano, ni por argumento, ni por actores. Siempre dirá alguno que nos queda Almodóvar, pero su cine se ha convertido en una máquina de "eppatter" que dicen los franceses, sin más objetivo que el escándalo. Algo muy genuíno español, por otra parte. Hacer buen cine, como todo, cuesta tiempo y esfuerzo y, por tanto, está en contra de la mentalidad actual.
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