martes, 2 de junio de 2015

La verdad sobre la superpoblación del planeta

Un movimiento surgido de la idea de que sobra parte de la humanidad
Ese mismo día el diario publicó una crónica titulada “The Unrealized Horrors of Population Explosion” (Los horrores no realizados de la explosión poblacional). En él aborda el catastrofismo surgido en la segunda mitad de la década de 1960 en torno al mito de la superpoblación, plasmado en una película tan famosa como “Soylent Green” (1973, estrenada en España con el título de “Cuando el destino nos alcance”), ambientada en un mundo infestado de gente pasando hambre, con los océanos secos y los cuerpos de los muertos reciclados para producir alimentos. Pero a quien más deja en evidencia el NYT es al biólogo estadounidense Paul R. Ehrlich, autor en 1968 del libro “The Population Bomb” (La bomba poblacional), que se ha convertido en la biblia de los neomaltusianos. En esa obra se daba por perdida la batalla para alimentar a toda la humanidad, dibujando un futuro apocalíptico marcado por las hambrunas y el exceso de población. Se convirtió en un éxito de ventas, difundiendo millones de ejemplares e influyendo notablemente en la clase política del momento a pesar de las absurdas profecías de su autor: por ejemplo, dijo que cientos de millones de personas -de ellas, 65 millones de estadounidenses- morirían de hambre en la década de 1970, y anunció: “Inglaterra no existirá en el año 2000″.
Ehrlich puso como “líder” a una España con una grave carencia de niños
Como bien recordaréis, sin que hubiese desaparecido aún Inglaterra ni se cumpliese ninguno de sus pronósticos catastrofistas, el año pasado Ehrlich vino a España a recomendar el aborto como remedio contra una supuesta superpoblación. Le invitó a pontificar sus patrañas la Fundación BBVA y el diario progre El País le sirvió de altavoz. Lejos de rectificar sus anuncios agoreros, que ya se han demostrado falsos, Ehrlich puso a España como “líder en demografía”, y eso a pesar de las cifras que demuestran que España vive una crisis demográfica que hace cada vez más insostenible su sistema de pensiones, al haber cada vez más población pasiva percibiendo una prestación pública, y cada vez menos población activa financiando con sus impuestos esas prestaciones. Se trata de un grave problema que contribuye a agravar la situación económica en España, como viene alertando Alejandro Macarrón. Y no es el único.
Las graves consecuencias de la baja natalidad ya se hacen notar en España
En enero de 2011 la prestigiosa consultora PWC publicó un informe demoledor alertando sobre los graves efectos del envejecimiento de la población y de la baja natalidad en España: En España hemos pasado de tener un ratio de 4 trabajadores por pensionista a finales de los años setenta a otro de 2,6 en la actualidad, y se espera que el mismo sea de cerca de 1,2 en las próximas décadas. Como consecuencia de lo señalado, el coste de las pensiones en los próximos 40 años se incrementará notablemente según las previsiones de la OCDE, pasando de representar el 8,9% del PIB en 2010 al 15,5% en 2050. Si consideramos los ingresos previstos, el sistema público de pensiones podría ser deficitario a partir del año 2025. Ante un panorama así, ya sólo se pueden mantener las pensiones reduciendo su importe o aumentando los ingresos del Estado -vía impuestos- para financiarlas. Precisamente en 2010 Zapatero elevaba la edad de jubilación hasta los 67 años (con un plazo de 15 años, entre 2013 y 2027) y al año siguiente congelaba las pensiones. Y el problema no se ha quedado ahí, por supuesto: en los últimos tres años el gobierno de Rajoy ha tenido que recurrir a la hucha de las pensiones para poder pagarlas, pasando el importe de esa hucha de un máximo histórico de 65.830 millones de euros en 2011 a 24.196 millones hoy en día. Es decir, que en sólo 4 años esa hucha se ha quedado reducida a un 36,75% de su volumen en 2011. No hace falta ser un experto en matemáticas para comprender cuántos años más durará esa hucha al ritmo actual…
Ehrlich sugirió en 2009 que los españoles en paro sobran
Incapaz de reconocer que está equivocado y empeñado en sostener tesis que ya se han demostrado falsas, en 2009 Ehrlich explicaba a El País su receta para España: “Tiene un 20% de paro. Con un 20% menos de población vivirían mucho mejor.” ¿Lo que quiso decir es que esos españoles en paro sobran en nuestro país? Hay que tener en cuenta que a la ya citada crisis demográfica que padece España se ha visto agravada por dos millones de abortos en 30 años. ¿Sugiere Ehrlich que los españoles dejen de tener hijos y que en unos años esto sea un geriátrico, o está insinuando otras opciones estilo “solución final”? Lo pregunto porque tras reivindicar a Malthus, cuyas teorías sobre la superpoblación ya han sido desacreditadas desde hace décadas, Ehrlich consideraba “insensato que EEUU tenga 380 millones de habitantes. No necesitamos más de 140 que es la cifra que teníamos cuando ganamos la Segunda Guerra Mundial”. Por lo visto, olvidó decir que su pronóstico en los años 60 fue que en la década siguiente morirían de hambre 65 millones de estadounidenses. Eso nos da una idea de la nula credibilidad de sus pronósticos.
Criminaliza a las familias numerosas y equipara a los bebés con la basura
Apelando al cambio climático, en aquella ocasión el biólogo estadounidense llegó a criminalizar así a las familias numerosas: “cada pareja que decide tener un tercer hijo amenaza el equilibrio ambiental”. Leyendo estas burradas, no es de extrañar la falta de apoyo a esas familias en entornos ideológicos progresistas, fuertemente influenciados durante décadas por las patrañas de Ehrlich. Los gestos de desprecio del biólogo estadounidense contra las familias con hijos no han cesado. Como señalaba el NYT el pasado domingo, tras reprocharle su falta de autocrítica al comprobarse que sus profecías resultaron del todo falsas, Ehrlich equiparó a los bebés con la basura, diciendo que permitir que las mujeres tengan tantos bebés como ellas quieran es como dejar que todo el mundo “tirar tanta basura como quiera en el patio trasero de su vecino”.
Ehrlich no hace autocrítica; The News York Times, tampoco
Las infames palabras de Ehrlich han llevado a uno de sus antiguos partidarios, el editor Stewart Brand, a convertirse en un crítico del biólogo catastrofista: ¿Cuántos años han de no tener el fin del mundo para llegue a la conclusión de que “tal vez no terminó porque la razón era incorrecta”? Pero esa falta de autocrítica no se echa de menos solamente en los planteamientos de Ehrlich, sino también en las páginas del periódico que ahora se vuelve contra él tras esperar 47 años a ver si se cumplían sus pronósticos. Y es que The New York Times ha sido durante años uno de los medios que han sostenido ese mito, entre otros motivos porque resultaba muy conveniente para su promoción del aborto, una promoción en la que no ha tenido reparos en retorcer los hechos hasta extremos repugnantes. Por ejemplo, hace dos años Kermit Gosnell, propietario de un abortorio, fue condenado por tres asesinatos en primer grado de bebés que habían sobrevivido a abortos: el NYT afirmó que Gosnel había asesinado a “fetos”, no a bebés. En este sentido, no cabe atribuir a la casualidad un hecho muy significativo: en su crónica del domingo sobre el timo de la superpoblación, el NYT no hace ni la más mínima mención al aborto, a pesar de que los grupos de presión abortistas -respaldados por influyentes medios como el NYT- han usado durante años ese mito a nivel mundial para promover la desprotección legal de los niños y niñas por nacer, a fin de facilitar su eliminación. ¿Habrá que esperar otros 47 años a que el NYT critique esa infamia?

 outono.net/elentir/2015/06/02/the-new-york-times-deja-por-los-suelos-las-teorias-catastrofistas-de-la-superpoblacion