lunes, 4 de noviembre de 2013
La necesidad de condenar el comunismo
Cuatro partidos nada menos, PSOE, CiU, IU y 
UPyD, se unieron ayer para pedir al Congreso, por medio de una moción de
 CiU, que persiga implacablemente a todos los ultraderechistas y nazis y
 penalice el enaltecimiento del franquismo. Esto último debe de ser una 
broma. Porque entonces los españoles todos tendríamos que condenar 
nuestros éxitos de cuarenta años, que nos llevaron desde las ruinas de 
una guerra civil fratricida hasta un país razonablemente próspero. Desde
 una dictadura de corte fascista, con todos sus horrores, a un régimen 
autoritario, que se autodisolvió en paz y en aras de la democracia. En 
una transición que fue ejemplo para muchas otras, en la que se asumió la
 Guerra Civil como tragedia nacional sin culpable único, en una 
reconciliación nacional cuyo primer promotor ya en 1956 había sido, 
pásmese el fanatismo revanchista de ahora, el Partido Comunista. Y 
ahora, unos partidos que cuestionan y atacan a diario nuestra 
Constitución democrática pretenden erigirse en jueces morales de toda 
España. De la pasada y presente. Y CiU además quiere que sean la 
izquierda y ellos los únicos que puedan decidir quién es nazi y quién 
no. Como son socios de quienes parecen nazis, actúan como nazis y hablan
 como nazis, quieren que otros no podamos decir quién es nazi y quién 
no. Dicen que tachar de nazi a alguien que dice que no lo es supone 
«banalizar el nazismo». Preocúpense ellos de no parecerse tanto a los 
nazis en totalitarismo lingüístico, agresión al discrepante, mentira 
histórica y expansionismo territorial.
Dicho esto, la simbología nazi debe estar 
prohibida. Como lo está en muchas democracias. También lo debiera estar 
la simbología comunista, tan criminal como la anterior. Porque es cierto
 que existe una singularidad del nacionalsocialismo, y está en el 
Holocausto, un crimen único por su calidad, su condición y significado 
casi metafísico. Pero, por lo demás, nazismo y comunismo se han 
comportado igual. Nunca ninguna de esas dos ideologías ha sido aplicada 
sin el terror y el crimen. No hay versión buena de nazismo, como no lo 
hay de comunismo. Que Stalin fuera uno de los vencedores de la guerra 
mundial fue el motivo de que las dos ideologías criminales no fueran 
perseguidas por igual en las democracias. Hoy eso ya no es razón. En 
Polonia y otros países víctimas de los correligionarios de Cayo Lara y 
Llamazares se persigue esa simbología. Y es general la repugnancia que 
generan sus símbolos e iconos de verdugos de los decenas de millones de 
muertos que causó la ideología de la hoz y el martillo. Hace unos meses 
una cadena de ropa occidental tuvo que retirar una camiseta con el 
rostro del Che Guevara en Polonia, por la oleada de indignación que 
produjo esa apología de un criminal. Nazismo y comunismo como los dos 
grandes y monstruosos errores de la humanidad en el siglo XX han de ser 
recordados como tragedia, pero desterrados como opción política. Por eso
 está muy bien que, en el nuevo Código Penal, se refuerce la persecución
 del «negacionismo», que siempre es un vil intento nazi de reactivación 
ideológica, negando hechos incontestables del exterminio de los judíos 
en la Shoah bajo el nacionalsocialismo. Por eso, los grupos nazis y de 
ultraderecha, afortunadamente marginales en España, han de ser 
controlados y reprimidos. Pero no sólo ellos, estimados partidos de la 
moción tuerta. La extrema izquierda, hiperactiva y muy nutrida 
ideológicamente bajo el zapaterismo, es un peligro mucho más presente, 
numeroso y agresivo que la extrema derecha. El separatismo que promueve 
la destrucción de España y su Constitución, también. Va siendo hora de 
que la Policía, los políticos y los medios traten igual a quienes hacen 
lo mismo. 
 abc.es/lasfirmasdeabc/20131011/abci-mocion-tuerta-201310111227.html
Nasciturus proiam nato habetur, si de eius commodo agitur
