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domingo, 12 de mayo de 2013
La verdad sobre Valentín Lasarte, etarra no arrepentido
Desde el Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (COVITE) remiten a HO la carta abierta de su representante, Consuelo Ordóñez, hermana del dirigente del PP asesinado por ETA en 1995, y que por su interés publicamos íntegra a continuación:
Qué coincidencia
El hombre que señaló a mi hermano
para que ETA le volase la cabeza en un restaurante de San Sebastián
disfrutará de tres días de paseos, vinos y ocio tras no cumplir ni dos
años y medio de cárcel por cada uno de los siete asesinatos en los que
participó. Matar le ha salido barato, muy barato. Tanto, que hasta el momento sólo ha cumplido 17 años de una condena de 30.
Hay una frase del auto de la sección
primera de lo Penal de la Audiencia Nacional, por el que Lasarte pisará
la calle, que me ha golpeado la vista no sólo por mi condición de
hermana de un asesinado por ETA, también por ser presidenta del
Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco. Dice el auto que la Sala acuerda conceder un primer permiso de tres días que el preso disfrutará fuera de la Comunidad Autónoma Vasca “en consideración a las víctimas de los atentados” en los que Lasarte intervino.
De la frustración de saber que el asesino
de siete seres humanos pisará la calle tras haberse reído en
innumerables ocasiones de la administración de Justicia, he pasado al
desengaño casi de inmediato. Al desengaño de saber que un órgano
judicial apela a la dignidad de las víctimas mientras agacha la cabeza
ante un preso terrorista que nunca ha colaborado con las autoridades.
Lasarte
ha rechazado la violencia. ETA le expulsó de la banda. Está
arrepentido. Ha pedido perdón. Participa en las actividades de
tratamiento de la cárcel. Pero hay un matiz que el Estado de Derecho pasa por alto. Todo eso, a los damnificados por ETA, sólo se nos puede vender como complemento, como adorno. Valentín Lasarte rechaza la violencia pero ampara a terroristas implicados en asesinatos recurriendo a una supuesta amnesia
que le ataca en los juicios en los que se le cita a declarar. Está
arrepentido pero nunca ha colaborado en el esclarecimiento de crímenes
sin resolver de los que tiene información. Ha pedido perdón a mi
familia pero no quiso decirme quién disparó a mi hermano ni quiénes,
además de Txapote y Carasatorre, pasaron informes a ETA sobre las
rutinas de Gregorio. Participa en actividades de tratamiento en
la cárcel pero eso a los damnificados ni nos va ni nos viene. ¿Acaso es
moral que el Estado priorice que un asesino aprenda a interiorizar su
dolor y se reinserte en sociedad a que ese asesino colabore con las
autoridades en la resolución de brutales crímenes?
Mis palabras no son fruto de la rabia. Llegan después de una entrevista con el propio Lasarte en la cárcel de Álava. Allí me lo reconoció todo. Incluso que nunca pidió integrarse en la vía Nanclares, y que tampoco firmó papel alguno para formar parte del programa de reinserción de presos etarras. A Lasarte lo usaron como relleno y, ahora, lo utilizan como contrapeso. Con los presos como pilar capital de una ETA casi muerta pero amenazante, dos noticias llegan de forma escalonada. De
un lado, seis detenidos en Francia en una operación contra ETA. De
otro, Lasarte, el arrepentido que no colabora, pisará la calle por
primera vez. Qué coincidencia.