miércoles, 13 de marzo de 2013
Un Papa católico
Sé que el título puede parecer una obviedad, pero basta con haber visto cualquier medio de comunicación en las últimas semanas para comprobar que no. A través de ellos los más variados “vaticanólogos” (ahora lo son incluso los que no han presenciado nunca una misa) nos han estado obsequiando con sus ideas de lo que debía ser un Papa.
Unos piden un Papa pobre -o quizás querían decir “progre” pero se han expresado mal-, a otros les gustaría un Papa negro, hispano, asiático o a rayas (no se han dado cuenta de que el color de la piel da igual para quienes consideramos que todos somos hermanos, porque todos somos hijos de Dios), otros muestran su preferencia por un Papa nacido en su mismo país o incluso en su misma región (anoche la Televisión de Galicia se lamentaba de que sólo haya un cardenal gallego), y así las más variopintas afirmaciones sobre el futuro Papa. Algunos incluso esperan del Papa que venda todos los bienes de la Iglesia para dar de comer a los pobres. Es decir, vender tesoros culturales y artísticos que han llegado hasta nosotros gracias a la Iglesia, conseguir con ellos uno o dos años de saciedad y después que los pobres se encuentren iglesias y centros de Cáritas cerrados o convertidos en vaya usted a saber qué tras su venta. Obvia decir que es esto último -que la Iglesia eche el cartel de “cerrado”- lo que suele mover a muchos fariseos a proponer tal cosa, al final la apelación a los pobres es una mera excusa (en caso contrario, estarían ellos repartiendo sus propios bienes entre los más necesitados).
Los deseos más peculiares son los de aquellos que piden un Papa no que les oriente, sino que se deje llevar. Para ellos el Papa no es un pastor que debe estar dispuesto a dar la vida por sus ovejas -pero sin olvidar que es pastor-, sino que deben ser las ovejas, en comité asambleario, las que le digan al Papa como debe pastorearlas. ¿Que hay una doctrina y un mensaje universal de salvación del que el Papa es depositario, junto con la Iglesia? Nada de eso. Para algunas personas, lo que tiene que hacer el Papa es dejarse llevar por la moda en materia de pensamiento, para así hacerse agradable a los ojos de quienes adaptan sus opiniones al dictado de la mayoría (o de lo que algunos nos dicen que piensa la mayoría). Eso supondría que el Papa ahora debería ser progre porque algunos consideran que hoy lo guay es ser progre. No se paran a pensar en que, por esa regla de tres, en la década de 1930 el Papa debería haber sido bolchevique o fascista para estar a tono con las ideologías de moda en aquellos tiempos…
Yo soy católico, voy a misa todos los domingos y no espero del Papa nada de lo anteriormente citado. Me da igual que el Papa sea o no gallego, español, aficionado a los libros de Tolkien y a las películas de Star Wars, o cualquier otra cosa sin importancia en la que podamos coincidir. Me da igual que el Papa sea blanco, negro, asiático o a lunares. Me da igual si el Papa es forofo del Celta, del Madrid o del Inter de Milán, o si no le gusta el fútbol. Lo que yo espero es un Papa que cumpla su obligación de gobernar con acierto la Iglesia para guiarnos a los creyentes hacia el cielo. No me fiaría de un guía que estando yo perdido me preguntase qué camino me apetece seguir. Lo que nos ofrece la Iglesia es una orientación para ser buenas personas y, con ello, ganarnos la salvación eterna. Eso es lo que yo le pediré al nuevo Papa, sea quien sea: que tome el relevo de sus excelentes predecesores en el difícil reto de mostrarnos el camino del bien, de la verdad y de la justicia. Tengo absoluta confianza en el colegio cardenalicio de que hará una buena elección, precisamente por lo poco propensos que son los cardenales a dejarse llevar por la mentalidad dominante (de otra forma no serían cardenales). Eso es algo que, visto lo moralmente extraviada que está nuestra sociedad, es muy de agradecer.
.outono.net/elentir/2013/03/12/soy-catolico-y-espero-un-papa-catolico/