
Quiero subrayar algo: si uno llega a admitir que la razón suficiente para que dos adultos se expresen afecto es que ambos así lo quieren, cosa que es el argumento para permitir que los homosexuales se traten efectivamente como parejas, lo demás que he descrito hasta ahora se sigue forzosamente, con la lógica implacable de una demostración geométrica. Por favor, que nadie se engañe en este tema.
Y entonces, como el origen de la tendencia homosexual no es lo más relevante, ¿qué debe hacer la persona que siente la tendencia homosexual, sea por educación, circunstancias de infancia, o por factores que parecen casi genéticos o de nacimiento?
Debe hacer lo mismo que cada uno de nosotros debe hacer con las propias tendencias cuando no coinciden con el bien objetivo de la sociedad, de la Iglesia y finalmente de uno mismo: educarse en evitar lo que debe ser evitado para bien de todos. El hecho de que otros daños, causados por otras opciones y comportamientos, sea más inmediatamente visible, o que sea visible muy pronto en la persona que cae en él, no demuestra nada. Los legisladores sobre todo tienen el deber de preservar el bien mayor de la sociedad y eso requiere que todos, sea cual sea nuestra tendencia sexual, política o anímica, nos eduquemos y sepamos abstenernos de muchas cosas.
¿No hay acaso personas que desde su más temprana infancia tienen tendencias depresivas, sadísticas o mitómanas? Por supuesto, muchos se disgustarán de que yo haga esta comparación pero es que hablo desde el bien mayor de la sociedad, y hablo desde las consecuencias que siguen a partir del nefasto principio de que: "Lo que quieran los adultos no coaccionados es respetable ante la ley." Ese principio, aunque parezca deleitable al que se vale de él, implica la ruina progresiva de la familia y la sociedad, y por eso debe ser cuestionado, rebatido y rechazado.
Dos últimas anotaciones:

(2) Nada impide que las personas que tienen esta clase de tendencias cultiven con especial ahínco el don de la amistad tanto con hombres como con mujeres. De hecho el don de encontrar amigos que comparten nuestros valores más firmes es uno de los más valiosos recursos para superar las limitaciones que todos tenemos.
- Fr. Nelson Medina, O.P.
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