martes, 4 de septiembre de 2012
España sigue necesitando un Vicente del Bosque
“Cuando
advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no
producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes
trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen
ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las
leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los
que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es
recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces
podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está
condenada” Ayn Rand
Filósofa y escritora estadounidense de origen ruso
La
selección española de Futbol, inscribió su nombre con letras de oro, no
solo en las páginas del libro de la historia del deporte mundial, sino
en las de la Historia de la Historia. Consiguió una hazaña hasta hora
jamás lograda por ningún otro conjunto de hombres en todo el mundo.
Doble campeón de Europa y campeón mundial en tres torneos consecutivos
en el transcurso de cuatro años. Una proeza que ha hecho que el nombre
de España, entre en el mundo de la leyenda deportiva y sea pronunciado
con reconocimiento y respeto más allá de nuestras fronteras y con
admiración y cariño dentro de casa.
Es
curioso comprobar como con su constante buen hacer, esos hombres que en
estos últimos cuatro años han defendido en los estadios de futbol los
colores de España, han logrado en el terreno deportivo, devolver la
dignidad a un pueblo y a todos y cada uno de nosotros —con independencia
de que nos guste el fútbol o no— el orgullo de sentirnos españoles. Y
ello en contra de quienes de la forma más ruin, ha intentado inútilmente
destruir este noble y legítimo proyecto y prostituirlo en beneficio de
sus particulares intereses políticos.
Sin
embargo, esos intentos de capitalizar los triunfos de nuestra selección
en beneficio de una determinada ideología política, incluso de dividir a
los jugadores dentro del vestuario para constituir dos bandos
enfrentados dentro del conjunto nacional, han resultado baldíos porque
en medio de un mundo donde el bien es difícil de obtener y el mal
difícil de evitar, ha
habido un hombre sensato que ha sabido parar los golpes, templar los
ánimos y con la serenidad que proporciona el buen juicio, hacer
comprender a los jugadores que en ese vestuario no había otros colores
que los de España; que ninguno de ellos era más importante que otro y
solo podrían lograr la gloria constituyendo una piña solidaria, exenta
de egoístas individualismos.
Esos
hombres que se han ganado el respeto, la admiración y el cariño de
propios y extraños, fueron conducidos a la convivencia armónica, no sólo
por su necesidad de satisfacer los deseos que no podrían colmar por si
mismos, sino también por la natural tendencia a gozar de la compañía de
sus semejantes, y practicando la familiaridad y la benevolencia, obtener
un objetivo común.
Es
así como tanto en ellos como en nosotros, ha nacido el sentimiento de
orgullo y satisfacción que se experimenta al sentirnos partícipes de un
objetivo común, formando un colectivo íntegro en el que se reconoce la
plenitud y la autenticidad que para si mismo desea. Es así como se
determina el sentimiento del honor.
Así es como con cada triunfo, suscitaron en nosotros una emoción intensa y con cada título un sentimiento permanente.
Lo que otros intentaban desunir y destruir, ellos lo despertaron con su ejemplo: el respeto y el amor por nuestros símbolos.
Poco
a poco los balcones y ventanas de toda España, se fueron cubriendo de
banderas españolas, exponentes de un mismo sentimiento.
La
emoción de ganar un encuentro es muy intensa, pero efímera; es el
complejo conjunto de respuestas producidas por nuestro cerebro ante el
estímulo de un triunfo.
El
conjunto de una serie continuada de esas emociones, provoca un
sentimiento consciente, perdurable, basado en los hechos y es mucho más
profundo que el entusiasmo efímero porque sus raíces ahondan en lo más
profundo de nuestro ser.
Los
sentimientos, son mucho más difíciles de destruir, porque son la
evaluación consciente, serena, crítica y ponderada que hacemos de la
percepción de los hechos. Y cuando los sentimientos son sanos, el estado
anímico se encuentra en equilibrio, funciona de armónicamente y como
consecuencia, alcanza la meta propuesta.
Esta
felicidad de la que hoy disfrutamos por la gloria alcanzada por nuestra
Selección Nacional de Futbol, nos fruto del azar; es el resultado de un
muy bien meditado proyecto, elaborado con inteligencia y desarrollado
con esfuerzo, sacrificios, tenacidad, humildad y respeto al adversario.
Siempre
nos va mejor en la vida cuando empezamos el edificio desde sus
cimientos, dando un paso cada día; la suma de cada paso nos motiva y nos
lleva a conseguir el objetivo deseado. Pero para eso solo hay una
fórmula, que es la de ser en el hoy, construir en el hoy y vivir en el
hoy. Cuando volvamos la vista atrás, contemplaremos la huella del
sendero recorrido, y experimentaremos la satisfacción y tranquilidad que
proporciona el deber cumplido.
Cuando
la Selección española de futbol ganó el mundial, ya dije
metafóricamente que España necesitaba en la Moncloa un Vicente del
Bosque. Eran los tiempos del malhadado Zapatero. Hoy está Mariano Rajoy.
Entonces Estaba en el poder el Partido socialista; ahora el Partido
Popular. Hoy, sigo persistiendo en la misma idea.
España
sigue siendo un país sin pulso, que al igual que ayer, seguimos
necesitando a un Vicente del Bosque; una persona que irradia confianza e
inspira seguridad; un hombre que trabaja con humildad y en el que nunca
encontraremos la prepotencia de los políticos que se han adueñado del
poder, han secuestrado la democracia y hablan en nombre del pueblo,
cuando es al pueblo al que están esquilmando; se llenan la boca de
Democracia, cuando en realidad lo que están defendiendo con auténtica
fiereza son sus propios intereses a costa de sumirnos, cada uno a su
estilo, en la más profunda de las miserias. Necesitamos un Vicente del
Bosque, que haga honor a su palabra, que no oculte sus verdaderos
proyectos y nos diga medias verdades, porque esas son las peores de las
mentiras; necesitamos un Vicente del Bosque que con firmeza plante cara
al adversario, corrija sus desmanes y no se ponga de perfil frente a su
demagogia. Claro que el que esté libre de pecado, que tire la primera
piedra. Yo no levanto tus alfombras hoy y tu no levantas las mías
mañana. Necesitamos un Vicente del Bosque que se empeñe en un proyecto
consistente en devolver a España el prestigio perdido y su autoestima a
los españoles; necesitamos un Vicente del Bosque que viva para España y
no a costa de España, que haga de todos nosotros una Selección Nacional
ilusionada y comprometida en un proyecto común que nos conduzca al
triunfo colectivo. Pero eso no se consigue pasteleando, blandengueando,
ni prometiendo una cosa y haciendo la contraria, ni sacrificando siempre
a los mismos, antes de dar ejemplo como lo haría un buen padre de
familia.
Pero
claro, nos olvidamos que como dijo el Dramaturgo y poeta alemán Bertolt
Brecht, “Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos
bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus
auditorios, que éstos olvidan que tales métodos se practican también en
sus propios países”.
César Valdeolmillos Alonso.