viernes, 10 de agosto de 2012
La verdad sobre los porros
Cannabis y la baja percepción del riesgo
La mala información respecto a las drogas causan muchos problemas entre los jóvenes, que confunden o no saben diferenciar entre usos recreativos y terapéuticos…
Enviado por Salud Y Bienestar, mié, 26 ene 2011 15:30
Desde los diferentes planos de la intervención educativa y terapéutica de Dianova con los adolescentes, sus padres, sus educadores, se ha podido comprobar que la información que rodea al cannabis y a su consumo, llevan a la mayoría a conclusiones erróneas y a posicionamientos maniqueos. Así opinan en Dianova, ONG dedicada a programas innovadores en educación, juventud, prevención y tratamiento de adicciones.
La palabra "cannabis" se asocia a conceptos contradictorios. Por una parte está el campo de significado “negativo”: sustancia ilegal, puerta de entrada a otros consumos; y en el positivo: uso terapéutico, sustancia natural. Y en medio la mezcla y total confusión de ambos. Confusión que no favorece a los más jóvenes, sean éstos consumidores de cannabis o no.
La creciente información científica debería permitirnos, si está debidamente organizada y apoyada por los medios de comunicación, a que queden claros los puntos esenciales relacionados con el consumo, y a obtener una definición social equilibrada de esta sustancia.
Así, hay información que no tiene que dejar lugar a dudas. Ante todo, parece prudente que queden explícitas las enormes diferencias entre el uso recreativo del cannabis y su uso médico-terapéutico.
Tienen que saber los jóvenes que, en la actualidad, gran parte del cannabis que se consume tiene poco que ver con el de hace años, pues se han desarrollado plantas de alto rendimiento que multiplican por 3 ó 4 la proporción de sustancias psicoactivas (THC).
También, que una edad de inicio temprana en el consumo de tabaco, alcohol y cannabis es un predictor de riesgo para el consumo de otras sustancias. Finalmente, tienen que saber que existe evidencia científica de que el uso frecuente de cannabis interfiere en el desarrollo de su cerebro, el cual no madura del todo hasta los 22 ó 23 años, pudiendo complicar patologías mentales cuando existe predisposición a ellas.
Pero, aunque no parece que los mensajes alarmistas o la mera transmisión de información, si se hace de forma aislada, ayuden a reducir la baja percepción de riesgo asociada a esta sustancia (como así lo han demostrado los programas universales de prevención generados en base a estas premisas), también sabemos que la percepción del riesgo puede ser determinante para reducir la frecuencia de determinados comportamientos, y la aceptación social de los mismos.
No tener miedo a las consecuencias del uso de una droga es un buen predictor del uso posterior de la misma. Algunos autores señalan la clara relación entre la percepción de consecuencias dañinas y de desaprobación social del consumo de cannabis, y la disminución de todas sus frecuencias de uso.
Es necesario que sean puestas en marcha las estrategias informativas y educativas cuanto antes, que permitan corregir la información sesgada orientada a minimizar la percepción del riesgo asociado al consumo de cannabis, y que vayan dirigidas por una parte a los propios jóvenes y por otra a todos los agentes (padres, sector escolar, sanitario, etc.) que están en contacto directo con ellos.Por: Lucía Muñiz. Responsable Observatorio Dianova. Más artículos de Lucía Muñiz aquí
La mala información respecto a las drogas causan muchos problemas entre los jóvenes, que confunden o no saben diferenciar entre usos recreativos y terapéuticos…
Enviado por Salud Y Bienestar, mié, 26 ene 2011 15:30
Desde los diferentes planos de la intervención educativa y terapéutica de Dianova con los adolescentes, sus padres, sus educadores, se ha podido comprobar que la información que rodea al cannabis y a su consumo, llevan a la mayoría a conclusiones erróneas y a posicionamientos maniqueos. Así opinan en Dianova, ONG dedicada a programas innovadores en educación, juventud, prevención y tratamiento de adicciones.
La palabra "cannabis" se asocia a conceptos contradictorios. Por una parte está el campo de significado “negativo”: sustancia ilegal, puerta de entrada a otros consumos; y en el positivo: uso terapéutico, sustancia natural. Y en medio la mezcla y total confusión de ambos. Confusión que no favorece a los más jóvenes, sean éstos consumidores de cannabis o no.
La creciente información científica debería permitirnos, si está debidamente organizada y apoyada por los medios de comunicación, a que queden claros los puntos esenciales relacionados con el consumo, y a obtener una definición social equilibrada de esta sustancia.
Así, hay información que no tiene que dejar lugar a dudas. Ante todo, parece prudente que queden explícitas las enormes diferencias entre el uso recreativo del cannabis y su uso médico-terapéutico.
Tienen que saber los jóvenes que, en la actualidad, gran parte del cannabis que se consume tiene poco que ver con el de hace años, pues se han desarrollado plantas de alto rendimiento que multiplican por 3 ó 4 la proporción de sustancias psicoactivas (THC).
También, que una edad de inicio temprana en el consumo de tabaco, alcohol y cannabis es un predictor de riesgo para el consumo de otras sustancias. Finalmente, tienen que saber que existe evidencia científica de que el uso frecuente de cannabis interfiere en el desarrollo de su cerebro, el cual no madura del todo hasta los 22 ó 23 años, pudiendo complicar patologías mentales cuando existe predisposición a ellas.
Pero, aunque no parece que los mensajes alarmistas o la mera transmisión de información, si se hace de forma aislada, ayuden a reducir la baja percepción de riesgo asociada a esta sustancia (como así lo han demostrado los programas universales de prevención generados en base a estas premisas), también sabemos que la percepción del riesgo puede ser determinante para reducir la frecuencia de determinados comportamientos, y la aceptación social de los mismos.
No tener miedo a las consecuencias del uso de una droga es un buen predictor del uso posterior de la misma. Algunos autores señalan la clara relación entre la percepción de consecuencias dañinas y de desaprobación social del consumo de cannabis, y la disminución de todas sus frecuencias de uso.
Es necesario que sean puestas en marcha las estrategias informativas y educativas cuanto antes, que permitan corregir la información sesgada orientada a minimizar la percepción del riesgo asociado al consumo de cannabis, y que vayan dirigidas por una parte a los propios jóvenes y por otra a todos los agentes (padres, sector escolar, sanitario, etc.) que están en contacto directo con ellos.Por: Lucía Muñiz. Responsable Observatorio Dianova. Más artículos de Lucía Muñiz aquí