sábado, 4 de agosto de 2012
La verdad sobre Galileo y sobre la homosexualidad
Uno de los principales dirigentes del movimiento homosexual en
Panamá, Agustín Clément, publicó en un diario del país un artículo
intitulado: “Pero se mueve”. El autor se regocija por lo que percibe
como avances de la subcultura homosexual en el país y en el mundo.
Cita la frase “E pour si mouve”, atribuida a Galileo en el famoso
juicio por parte de la Iglesia Católica, para referirse a los avances
de la agenda gay en el mundo; criticar, además, a la Iglesia y mofarse
del Papa Benedicto 16.
Es claro que desconoce la verdad del asunto, como el hecho de que la frase hubiese sido inventada y atribuida a Galileo un siglo después de su muerte. Galileo, quien, como el también católico Copérnico, gozó de la amistad y favores de las altas autoridades de la Iglesia, incluido el Papa. Además, el juicio tuvo que ver menos con la ciencia que con el creciente protestantismo del momento, la Biblia tomada como libro científico, y el carácter díscolo del orgulloso científico. Además, no existieron las torturas ni ninguno de los aspectos tenebrosos que pintó la leyenda negra. Incluso el encarcelamiento tuvo más bien un carácter domiciliario. La verdad nunca ha sido una preocupación del lobby gay.
Pero los representantes de la agenda política homosexual tienen su misión en el mundo, que incluye desacreditar a la Iglesia Católica, así como a quien quiera que se oponga a esa agenda tejida de errores y falsedades. Un ejemplo es la mención, por el autor homosexual, de la decisión ideológica y anticientífica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de rechazar las muy comprobadas terapias posibles a los homosexuales. Se cita a una alta funcionaria de la OPS, cuyo nombre omite, quien justifica el rechazo porque –según ella- las terapias “no tienen base científica”. Y como lo dice la PS, que toma estas decisiones, como las de la Organización Mundial de la Salud, por votaciones de los asociados en quórum, debe aceptarse, no importa si lo aprobado corresponde a la verdad.
Pero la cita mencionada apunta más bien a recientes declaraciones del famoso psiquiatra norteamericano, Robert L. SSpitzer, quien, octogenario y víctima del Parkinson, al parecer, ha cedido a las presiones político-ideológicas de los activistas homosexuales, quienes lo han hostigado durante años, y “pidió disculpas” (este año, 2012) a la comunidad gay por los daños que, según dice, le ha causado su opinión de que la homosexualidad puede eliminarse cuando existen la motivación y la terapia adecuada. Esta posición no se la perdonaron nunca los homosexuales a Spitzer, hasta ahora, unos diez años después, al declarar que pudo haberse equivocado entonces. De modo que el psiquiatra ha vuelto a convertirse en héroe de la comunidad gay norteamericana y mundial.
La historia cubre varios años. Primero, Sìtzer fue uno de los que impulsó el retiro de la homosexualidad de la lista de trastornos psíquicos (1973); acción propugnada por la APA (Asociación Psiquiátrica Americana). Los gays, felices. Varios años después (2001), el célebre psiquiatra cambió de idea y dijo que los homosexuales sí pueden cambiar. Ahora dice que no; pero que algunos sí (2012). Numerosos psiquiatras, clínicas y organizaciones de exgays confirman la efectividad de las terapias. Y han decidido respetuosamente, al parecer, no discutir; aunque sostienen la efectividad de las terapias. Spitzer, además, nunca negó que la terapia haya tenido éxito en quienes estuvieron motivados y atendidos adecuadamente.
Y es que el octogenario y enfermo Spitzer es reconocido como el más grande psiquiatra del siglo XX. Por ello, es muy importante que sus opiniones puedan servirles de apoyo al lobby gay para sostener la política impulsada contra las terapias para homosexuales. Esta acción en contra de los homosexuales mismos resulta difícil de entender y podría calificarse de perversa; pero, los gays son así.
Hay miles de homosexuales en numerosos países democráticos, quienes viven su homosexualidad, satisfechos o no, dentro de normas jurídicas de la sociedad, discretamente, sin ser molestados. Ellos tienen derecho a conocer acerca de de las terapias que pueden cambiar esa condición si lo desearan. ¿Con qué derecho hablan en nombre de todos ellos los cabecillas mundiales y nacionales del lobby gay y se oponen a las terapias? Sin embargo, son numerosos los ejemplos de dirigentes y organizaciones homosexuales que promueven acciones legales y campañas agresivas en contra de dichas terapias y en contra de médicos y especialistas que estudian y ofrecen tratamientos a quienes voluntariamente desean recibirlos. Todo esto con el vergonzoso patrocinio de la APA (la de psiquiatras y la de psicólogos) norteamericana, cada vez más desprestigiadas.
La asociación de psicólogos acaba de recibir otro golpe como resultado de un estudio completado por el doctor Mark Regnerus, de la universidad de Texas (EE.UU), que desacredita la posición de la APA, que niega la existencia de efectos negativos en la formación de niños criados por parejas de homosexuales o lesbianas. Se comprueba lo contrario, y los niños criados en ambiente de padre y madre presentan mucho menos problemas en todos los órdenes de su formación y crecimiento que los criados entre homosexuales. Según el estudio, se confirma, además, que las investigaciones pregonadas por la APA “son falsas” (C-Fam/ 12-06-12).
La falsead y la mentira son consustanciales a la agenda política homosexual. Es vivir en la mentira y extenderla a los demás, sobre todo a sus propios iguales. ¿Qué calificativo puede darse a este comportamiento de homosexualismo político y sus dirigentes en contra de sus propios iguales? El homosexualismo político recorre el camino de las ataduras del odio, la mentira y la muerte; en contraposición al camino del amor, la verdad y la vida, que los haría libres.
Es claro que desconoce la verdad del asunto, como el hecho de que la frase hubiese sido inventada y atribuida a Galileo un siglo después de su muerte. Galileo, quien, como el también católico Copérnico, gozó de la amistad y favores de las altas autoridades de la Iglesia, incluido el Papa. Además, el juicio tuvo que ver menos con la ciencia que con el creciente protestantismo del momento, la Biblia tomada como libro científico, y el carácter díscolo del orgulloso científico. Además, no existieron las torturas ni ninguno de los aspectos tenebrosos que pintó la leyenda negra. Incluso el encarcelamiento tuvo más bien un carácter domiciliario. La verdad nunca ha sido una preocupación del lobby gay.
Pero los representantes de la agenda política homosexual tienen su misión en el mundo, que incluye desacreditar a la Iglesia Católica, así como a quien quiera que se oponga a esa agenda tejida de errores y falsedades. Un ejemplo es la mención, por el autor homosexual, de la decisión ideológica y anticientífica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de rechazar las muy comprobadas terapias posibles a los homosexuales. Se cita a una alta funcionaria de la OPS, cuyo nombre omite, quien justifica el rechazo porque –según ella- las terapias “no tienen base científica”. Y como lo dice la PS, que toma estas decisiones, como las de la Organización Mundial de la Salud, por votaciones de los asociados en quórum, debe aceptarse, no importa si lo aprobado corresponde a la verdad.
Pero la cita mencionada apunta más bien a recientes declaraciones del famoso psiquiatra norteamericano, Robert L. SSpitzer, quien, octogenario y víctima del Parkinson, al parecer, ha cedido a las presiones político-ideológicas de los activistas homosexuales, quienes lo han hostigado durante años, y “pidió disculpas” (este año, 2012) a la comunidad gay por los daños que, según dice, le ha causado su opinión de que la homosexualidad puede eliminarse cuando existen la motivación y la terapia adecuada. Esta posición no se la perdonaron nunca los homosexuales a Spitzer, hasta ahora, unos diez años después, al declarar que pudo haberse equivocado entonces. De modo que el psiquiatra ha vuelto a convertirse en héroe de la comunidad gay norteamericana y mundial.
La historia cubre varios años. Primero, Sìtzer fue uno de los que impulsó el retiro de la homosexualidad de la lista de trastornos psíquicos (1973); acción propugnada por la APA (Asociación Psiquiátrica Americana). Los gays, felices. Varios años después (2001), el célebre psiquiatra cambió de idea y dijo que los homosexuales sí pueden cambiar. Ahora dice que no; pero que algunos sí (2012). Numerosos psiquiatras, clínicas y organizaciones de exgays confirman la efectividad de las terapias. Y han decidido respetuosamente, al parecer, no discutir; aunque sostienen la efectividad de las terapias. Spitzer, además, nunca negó que la terapia haya tenido éxito en quienes estuvieron motivados y atendidos adecuadamente.
Y es que el octogenario y enfermo Spitzer es reconocido como el más grande psiquiatra del siglo XX. Por ello, es muy importante que sus opiniones puedan servirles de apoyo al lobby gay para sostener la política impulsada contra las terapias para homosexuales. Esta acción en contra de los homosexuales mismos resulta difícil de entender y podría calificarse de perversa; pero, los gays son así.
Hay miles de homosexuales en numerosos países democráticos, quienes viven su homosexualidad, satisfechos o no, dentro de normas jurídicas de la sociedad, discretamente, sin ser molestados. Ellos tienen derecho a conocer acerca de de las terapias que pueden cambiar esa condición si lo desearan. ¿Con qué derecho hablan en nombre de todos ellos los cabecillas mundiales y nacionales del lobby gay y se oponen a las terapias? Sin embargo, son numerosos los ejemplos de dirigentes y organizaciones homosexuales que promueven acciones legales y campañas agresivas en contra de dichas terapias y en contra de médicos y especialistas que estudian y ofrecen tratamientos a quienes voluntariamente desean recibirlos. Todo esto con el vergonzoso patrocinio de la APA (la de psiquiatras y la de psicólogos) norteamericana, cada vez más desprestigiadas.
La asociación de psicólogos acaba de recibir otro golpe como resultado de un estudio completado por el doctor Mark Regnerus, de la universidad de Texas (EE.UU), que desacredita la posición de la APA, que niega la existencia de efectos negativos en la formación de niños criados por parejas de homosexuales o lesbianas. Se comprueba lo contrario, y los niños criados en ambiente de padre y madre presentan mucho menos problemas en todos los órdenes de su formación y crecimiento que los criados entre homosexuales. Según el estudio, se confirma, además, que las investigaciones pregonadas por la APA “son falsas” (C-Fam/ 12-06-12).
La falsead y la mentira son consustanciales a la agenda política homosexual. Es vivir en la mentira y extenderla a los demás, sobre todo a sus propios iguales. ¿Qué calificativo puede darse a este comportamiento de homosexualismo político y sus dirigentes en contra de sus propios iguales? El homosexualismo político recorre el camino de las ataduras del odio, la mentira y la muerte; en contraposición al camino del amor, la verdad y la vida, que los haría libres.