martes, 17 de julio de 2012

Una historia real

Aquí estoy en mi guarida, resguardada sin atreverme a salir. La verdad es que no sé lo que hay fuera, ni el tiempo que llevo aquí. A veces me parece mucho, a veces poco, sólo sé que estoy a gusto, acurrucada, sin sentir hambre ni sed.
A veces me duermo y sin saber el tiempo que lo he hecho, me despierto y entonces parece que mi cueva es mas pequeña, o que yo soy más grande. No sé explicarlo, parece angustioso, pero realmente me siento bien.
Oigo ruidos de fuera, y quiero salir, pero estoy tan a gusto en mi guarida que me quedo dentro. Aún no me siento preparada.
Esa sensación de bienestar y de intranquilidad a la vez, es muy rara. Está todo oscuro, pero las paredes dejan pasar claridad. Creo que me voy a quedar aquí, en mi guarida.
Ha pasado mucho tiempo, y ya no estoy tan cómoda, ahora sí quiero salir, pero no me atrevo, de pronto la luz es más intensa y es como si me llamaran para salir. Realmente no entiendo nada, pero sé lo que los de fuera me quieren decir, que salga de una vez. Intento acercarme a la puerta, pero me duele,¿que hago? Tiran de mí, creo que es mejor no resistirme. Cierro los ojos y me dejo llevar…
Rosa lleva muchas horas en dilatación y ya llegó el momento del parto. Parece que la niña se resiste a salir. Su marido Bernardo, está a su lado, cogiéndola de la mano.Ya sale, ya está fuera, pobrecita, como llora, está tiritando.
La bebé no sabe nada, ha olvidado todas sus experiencias y sensaciones en el útero de su madre. Ahora es una nueva persona, y su vida se abre paso. Sus padres lloran. Ya son tres, por fin Marina nació.


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