lunes, 28 de mayo de 2012
Atletic y Barça en Madrid
« Una vuelta por los ascensores
27 mayo, 2012 por CJ
No pensaba yo escribir sobre la
final de la Copa del Rey que se jugó el viernes entre el Athletic de
Bilbao y el Barça. Desde luego no sobre el partido en sí, que ni vi ni
pensaba ver de todas formas. A mí me gusta el fútbol cuando hay algo de
emoción de por medio. De emoción mía, se entiende. Y tampoco quería
tratar la polémica del himno, porque creo que es una de tantas trampas
que nos pone ese nazionalismo tan plasta y provocativo que tenemos y que
cansa mucho, sobre todo a aquellos que creemos que se puede ser español
sin necesidad de darse cuenta. Pero leí un artículo sobre la final de
Copa que me enfadó mucho y me levantó dolor de cabeza. Si hacen CLICK aquí lo pueden leer.
El artículo, publicado en Italia, lo escribe el Sr. Segurola, periodista deportivo
nacido en Bilbao y residente en Madrid, ciudad que tiene a gala acoger a
gente de todas partes con una naturalidad que pasma al que viene de
fuera. Una ciudad en donde por lo general se trata bien al visitante. O
al menos se le trata igual que al madrileño, porque si hay que darle un
bofetón a uno, lo que importa es dónde tiene la cara, no la partida de
nacimiento.
Segurola habla de todo menos de fútbol,
salvo por esos dos parrafitos que le sirven de excusa para decir
bobadas. Empieza con un sentido homenaje a esos pobres hinchas oprimidos
que venían a gritar su amor patrio al Bernabéu en la época de Franco
(1) (2), y luego se viene arriba para terminar llamándonos opresores a
los madrileños del siglo XXI. Ese “o haces lo que quieren o te lo harán saber a la fuerza”
pone los pelos de punta sólo de pensar de qué película de serie B lo
habrá sacado. Nos dice también que hay 15.000 bilbaínos que están en
Madrid sin entrada y que eso es culpa de la derecha más irreductible y del madridismo más intolerante, y compone un collage subliminal
madridismo-derecha/Bernabéu-Franco muy propio de ese victimismo palurdo
que gasta esta gente tan pesada. Hombre, Segurola, a ver si tú también
vas a atribuir a la maldad de otros lo que es sólo estupidez de unos,
porque hacerse cuatrocientos kilómetros para ver el partido en un bar
tiene algo de Homer Simpson. O de Forrest Gump, que parece más
progresista. Eso o que tienes mucha pasta y poco que hacer. Pero en fin,
se queja de que se juegue en el Calderón, aunque considera maravillosa
la final de hace 3 años en un Mestalla que tiene 2.000 asientos menos y
está lejísimos de Bilbao. Para mí que lo que le fastidia es no poder
invitar a sus amigos a unos potes en su casa después del partido, y
enseñarles de paso el barrio. No se puede ser tan comodón, Segurola, no
se puede ser tan comodón.
En el último párrafo ya se ve que el
hombre tenía prisa y cogió la brocha. Me es indiferente el odio africano
que tiene a Esperanza Aguirre, e incluso que invierta la carga de
culpabilidad, como suelen hacer estos trileros de sentimientos cuando
empiezan una provocación; y también me parece algo ridículo tratar de
asustar a la gente con una manifestación de impávidos que se podría
celebrar en un minicine. Ambas cosas forman parte del desparrame
idiotizado en el que los españoles somos capaces de convertir un bonito
partido de fútbol. Pero en todo caso Segurola, si lo piensa un poco, les
concederá ese derecho a la libertad de expresión que tan emotivamente
reclama para los que quieren silbar un himno. No se lo negará en el
fondo de su corazón democrático, porque sería tener “un instinto autoritario más fuerte que la tolerancia a puntos de vista opuestos“. Y él, claro, es hombre mesurado y nada fanatizado por unos colores y un origen.
Las obras menores del Bernabéu le han
pillado a contrapie, sin duda, y ha confundido las viejas letrinas con
algún recuerdo infantil. Nadie debe tener ningún miedo a venir a Madrid.
No tenga miedo nadie a pasear una Ikurriña, una Señera, una camiseta a
rayas en la capital. No lo tenga de los madrileños, que aquí no hay
“clima de violencia”, ni pegamos tiros a los de fuera. Aquí nos los
pegan unos que se interesan por el RH. Eso sí, no damos las gracias
cuando nos ponen bombas, pero cualquiera puede entender que no es porque
no nos tiemble el pulso, sino porque, ante esas circunstancias, nos
tiemblan las piernas.
Mis más sinceras felicitaciones al Barça.
http://unmundoparacurra.es/2012/05/27/el-tio-de-la-boina/