lunes, 21 de marzo de 2011

El aborto tras violación no soluciona nada

ha | Es más difícil ayudar a niñas violadas que han abortado que a las que deciden tenerlo

13:55 | Aborto, Derechoavivir.org, SPA | Trackback Lo cuenta Catalina Escobar de la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar. “La ley en Colombia es como la española, un chiste”, denuncia esta empresaria que se pasó a la solidaridad para ayudar a madres adolescentes.
I. Moreno. Madrid
Catalina Escobar es un canto a la vida. La muerte de su hijo con sólo 18 meses le hizo replantearse la existencia. Pasó de ser una relevante empresaria en su país, Colombia, a dedicarse de lleno a los demás. Hoy, dirige la fundación que lleva el nombre de su hijo, Juan Felipe, con la que ha conseguido reducir un 80% la mortalidad infantil en Cartagena de Indias, salvando a infinidad de niños del que para ella es “el peor de los homicidios”: el aborto.
-¿La fundación le ha ayudado a cerrar heridas?
-Es difícil superar la muerte de un hijo, pero la Juanfe es una manera de devolverle la vida. Lleva su nombre, la gente lo conoce y lo repite. Es la mejor manera de recordarlo
-Habla de que esta fundación es su gran proyecto de vida. ¿Está por encima de su vocación empresarial?
-Por completo. Esto da más. El que se mete en esto no vuelve, es el mundo del no retorno.
-¿Qué historia de las que construyen en la fundación le ha dejado especial huella?
-Son 10 años de muchas experiencias. Un caso del que me acuerdo especialmente es el de Jennifer, prostituta con sólo 16 años, que se quedó embarazada y pensaba abortar. Le hablaron de la fundación, la ayudamos y decidió tener a una niña que hoy está preciosa. Jennifer ganó una beca para estudiar una carrera, fue de las mejores alumnas y ahora trabaja para una empresa como directora comercial. Son diamantes en bruto que sólo necesitan que alguien los pula.
-¿Cómo se convence a una adolescente en una situación tan dramática para que no opte por la vía fácil del aborto?
-Después de enterrar un hijo, yo no podría fomentar el homicidio. El niño no tiene la culpa y, además, psiquiátricamente hablando es más difícil ayudar a adolescentes que han abortado que a niñas que llevan a feliz término su embarazo a pesar de haber sido violadas. Puede entregar a su hijo en adopción, pero jamás le va a quedar el remordimiento y el lastre de que decidió deshacerse de él. Nunca se lo va a poder quitar de la cabeza. Y lo hemos visto y comprobado en la fundación. Ninguna de nuestras adolescentes, de las que han sido violadas y han decidido culminar su embarazo, ninguna dio en adopción a su hijo. Ninguna se arrepintió.
-Y en ese entorno de pobreza, ¿qué papel juega la familia?
-Depende de cada caso, pero nos encontramos con niñas como una a la que ayudamos después de que su madre la hubiese obligado a abortar. Ella no estaba de acuerdo y todavía sufre las consecuencias de aquello. Es una niña que no te sonríe, que tiene la mirada vacía. Ahora se ha quedado embarazada por segunda vez y quiere tenerlo a toda costa.
-¿La legislación en Colombia es laxa en estos casos?
-Es un chiste, como la española. Tiene las tres excepciones: si peligra la vida de la madre, del hijo o en caso de violación, pero todo es disfrazable. Cualquiera puede abortar, y muchas adolescentes lo hacen sin ser conscientes de que no se puede tapar un error con el peor de todos.
-¿Qué le parece la reforma de la Ley del Aborto española?
-No estoy de acuerdo con ninguna ley que permita el aborto. No se puede utilizar la libertad de manera tan irresponsable. Respeto que una niña que fue violada y no buscó el embarazo, pueda pensar que el aborto es la solución, pero me parece mucho más valiente y más íntegro sacarlo adelante.
-Las leyes europeas van por el mismo camino. ¿Algo está fallando?
-Hay una crisis de valores absoluta en toda Europa. Estas leyes son las que se están imponiendo en todos los países y esto es volver atrás. Hay una falta de coherencia tremenda. Todo puede cambiar en esta vida, menos los valores. Los valores deben ser intocables.

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