lunes, 24 de mayo de 2010

Relativismo moral - 1ª parte

Conferencia de don Jaime Mayor Oreja: crisis de valores. Diagnóstico del relativismo.UCAM. 15-2-2010

(...)¿Cuál ha sido la realidad de Europa a lo largo de los últimos años?
Durante años, la izquierda política europea, bajo el paraguas del progresismo y el socialismo, quiso modificar nuestro orden social y económico. Quiso imponer un supuesto modelo alternativo. Y fracasó allá donde gobernó. Y, ante ese fracaso, asumió una nueva estrategia: ya no se trataba de imponer un modelo alternativo. Se trataba, simplemente, de instalarse en la ‘nada’, de instalarse en el triunfo del relativismo.
Tras el fracaso de su modelo, la izquierda europea puso en pie una nueva concepción de la democracia. Decidió que no hay nada más democrático que no creer en nada, que relativizarlo todo, convirtiendo ese vacuo relativismo en la máxima expresión de la libertad. De acuerdo con esa tramposa concepción moral, se parte de un falso principio: para que una persona sea auténticamente libre, lo más importante es que no crea en nada o casi nada. Las creencias, los principios, los sistemas morales, las convicciones no son más que límites y obstáculos a nuestra libertad.
Doctrina del relativismo
Ésa es la doctrina del relativismo. Un auténtico movimiento de ‘ingeniería social’ que busca crear un nuevo modelo de ciudadanos. Ya no se trata de buscar viejos y fallidos postulados de la izquierda que buscaban ‘liberar al hombre de las ataduras de unas estructuras económicas opresoras’. Ahora se adopta como objetivo el liberar al hombre de ataduras más profundas, ligadas a la misma esencia de la naturaleza humana. Como ha señalado el propio Benedicto XVI en su encíclica Cáritas in Veritate se le otorga a la cuestión social un carácter y un matiz ‘antropológico’.
De este modo, a partir del fracaso de sus viejos postulados y la transformación de éstos en la defensa de la ‘nada’, la izquierda europea se convierte en la gran promotora del relativismo moral. Y este proyecto de extensión y contagio de la ‘nada’, del relativismo, que sin duda vive hoy Europa, es aún más peligroso que el comunismo y el autoritarismo. De esos males, por el momento, ya estamos vacunados. De la contagiosa plaga del relativismo, todavía no.