lunes, 15 de marzo de 2010

Madurez física y emocional

Como ya he dicho alguna vez, el problema de Educación para la Ciudadanía no es el espíritu de la asignatura sino los contenidos. En otros países se limitan a estudiar leyes fundamentales como la Constitución. Aquí pretenden que sea la puerta de entrada para adoctrinar a los niños en una ideología progresista tan radical que, incluso mucha gente de izquierdas está avergonzada de lo que dicen esos libros.

Hace no tanto tiempo existía un delito de perversión de menores, que cubría actividades como por ejemplo la incitación a las prácticas sexuales, ya fueran en solitario o en compañía, la pornografía y la publicidad de aquello que llamábamos perversiones sexuales. Ahora que hemos abolido el bien y el mal, se da el caso de que, no sólo ha dejado de ser delito esta actitud, sino que viene avalada y subvencionada por el propio estado español.

Una cosa es la madurez física y sexual de la persona, que aparece a edades muy variadas en cada individuo; y otra cosa es la madurez emocional. Adolescente viene del verbo adolecer y se refiere precisamente a la falta de madurez psíquica de los chicos que acaban de abandonar su infancia pero no están preparados para entrar en la juventud. Es decir, que da lo mismo si sus cuerpos son o no teóricamente capaces de procrear. No están preparados psicológicamente.

Siendo así, no tiene ningún sentido forzarles a probar nuevas sensaciones que sus propios cuerpos ya reclamarán debidamente, cuando estén preparados. Pero sobretodo, es una barbaridad querer incitarles a adentrarse decididamente en el mundo del sexo, cuando todavía ni siquiera se conocen a sí mismos ni a su entorno. Los riesgos físicos y emocionales son tan altos que no compensan y pueden provocar graves alteraciones psicológicas, por no hablar de los problemas de salud.

Información no es precisamente lo que les falta a nuestros adolescentes y, si así fuera, cuentan con la ayuda inestimable de internet. Lo que necesitan los chicos es que les enseñen la responsabilidad que conlleva una vida sexual activa y la necesidad, por tanto, de esperar todo lo que sea necesario para estar preparados para afrontar las consecuencias de sus actos. La actitud contraria nos va a llevar a una sociedad de jóvenes envejecidos prematuramente y asqueados de todo.