miércoles, 11 de noviembre de 2009
Granjero busca plan
Por no decir algo más fuerte... Me preocupa mucho que esta clase de programas no sólo no esté desapareciendo en España sino que viva un auge que creo que tiene mucho que ver con el estado de la moral en nuestra sociedad. La primera edición de este reality parecía que sí tenía algo que ver con la función de buscar una esposa para un campesino solitario. Pero la segunda edición ya ha dejado muy claro desde el principio que no es precisamente el afán por formar una familia lo que les inspira.
Lo que realmente buscan estos personajes, aparte de fama y notoriedad es una relación sexual gratis, para variar, ya que parecen muy habituados a pagar por ellas. En cuanto a las candidatas está muy claro también que no echan de menos la vida sosegada del campo, el trabajo duro o el amor para siempre. No hay más que verlas para darse cuenta de que servirían igual para concursar en Gran Hermano o en cualquier programa de los que se dedican a buscar pareja como quien va al supermercado.
Se trata de juntar gente joven en buena forma y pletóricos de hormonas y animarles a que digan y hagan todo lo que se les pase por la cabeza. Lo único que recuerda realmente a una granja es que son como animales dentro del corral, oliéndose unos a otros para ver quién está más en celo en ese momento. Pero lo malo no es que existan programas como estos, sino que tengan tanto éxito. Da para pensar cómo hay gente capaz de seguir un formato que no tiene argumento, donde no se aprende nada, y cuya única finalidad es hacer de mirón con las vidas de otras personas.
Así como asistir a sus rencillas, envidias y demás emociones negativas. Para colmo, también suelen incluir a sus padres y otros familiares, quienes, no sé si de buena fe o por puro interés económico comentan las jugadas sexuales de sus hijos e intentan convencernos de que son los únicos puros en el escenario. Pero allí ya no queda nadie inocente. Se trata de una exhibición de lo más animal que pueda tener una persona, aumentado en el microscopio para gloria de las productoras y solaz de la gente que se regodea en la miseria humana.
Lo que realmente buscan estos personajes, aparte de fama y notoriedad es una relación sexual gratis, para variar, ya que parecen muy habituados a pagar por ellas. En cuanto a las candidatas está muy claro también que no echan de menos la vida sosegada del campo, el trabajo duro o el amor para siempre. No hay más que verlas para darse cuenta de que servirían igual para concursar en Gran Hermano o en cualquier programa de los que se dedican a buscar pareja como quien va al supermercado.
Se trata de juntar gente joven en buena forma y pletóricos de hormonas y animarles a que digan y hagan todo lo que se les pase por la cabeza. Lo único que recuerda realmente a una granja es que son como animales dentro del corral, oliéndose unos a otros para ver quién está más en celo en ese momento. Pero lo malo no es que existan programas como estos, sino que tengan tanto éxito. Da para pensar cómo hay gente capaz de seguir un formato que no tiene argumento, donde no se aprende nada, y cuya única finalidad es hacer de mirón con las vidas de otras personas.
Así como asistir a sus rencillas, envidias y demás emociones negativas. Para colmo, también suelen incluir a sus padres y otros familiares, quienes, no sé si de buena fe o por puro interés económico comentan las jugadas sexuales de sus hijos e intentan convencernos de que son los únicos puros en el escenario. Pero allí ya no queda nadie inocente. Se trata de una exhibición de lo más animal que pueda tener una persona, aumentado en el microscopio para gloria de las productoras y solaz de la gente que se regodea en la miseria humana.